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ministro200Por Giorgio Bongiovanni - 29 de Abril de 2015
“La mafia ha sido derrotada, el Estado ha salido vencedor”, eran las únicas frases que faltaban para adornar el bonito cuento relatado a los estudiantes que se encontraban presentes hoy en el Salón de la Justicia, durante un evento sobre la criminalidad organizada. Quienes hablaban eran el Ministro del Interior Angelino Alfano (el mismo Ministro que había besado a Croce Napoli, el jefe mafioso de Agrigento, durante el matrimonio de su hija, n.d.r.) y el jefe de la Policía, Alessandro Pansa, buena persona, quien presentó al joven público una lucha en contra de la mafia en la que “tenemos los anticuerpos” para combatir a organizaciones criminales “menos invasivas, organizadas y peligrosas” y connivencias “que ya no están estructuradas”.

Luego, la cereza del postre: “Tenéis que pensar en las caras de los mafiosos más grandes, como en un álbum de figuritas – ha dicho con orgullo el ministro Alfano - todos están en el álbum  de las cárceles: todos presos. Seguimos buscando a Matteo Messina Denaro y estamos convencidos de que dejará de ser un prófugo, así como dejaron de serlo Bernardo Provenzano y Totò Riina, todo esto terminará”. Pero, en su tragicómica performance, el Ministro omitió especificar que nuestros prófugos históricos que hoy se encuentran detrás de rejas estuvieron en esa condición uno por 43 años (Provenzano) y el otro 24 (Riina), y ambos fueron arrestados en Palermo y en sus alrededores, después de años de vivir casi sin ser molestados (salvo en el caso de Provenzano, por investigaciones y operativos que luego fueron misteriosamente bloqueados. Números de los cuales no podemos estar orgullosos. La misma historia se está repitiendo con Matteo Messina Denaro, a quien se está buscando desde 1993 y hasta el día de hoy sigue siendo imposible de encontrar a pesar de que todos sepan que aún sigue llevando las riendas de la mafia de Trapani de la cual es el jefe indiscutido.
Los chicos escucharon las dulces y hermosas palabras según las cuales la mafia ya ha sido reducida a un revoltijo de delincuentes: de hecho, siguen en libertad solo “los últimos japoneses”, ya sin esperanza, en lucha contra el Estado, que ya canta una victoria que aún no ha conseguido.
Las palabras del jefe de la Policía, aunque hayan sido con buena fe, y las de Alfano, que como cargo es un superior suyo y que no hablaba en buena fe, ilustraron una mafia próxima a ser derrotada. Si no viviéramos en carne propia los efectos de esta trágica situación (con 100.000 millones arrancados de nuestros bolsillos cada año por la corrupción y 150.000 de la “ganancia” de las mafias) podríamos hasta reírnos ya que, en cuanto a predisponer una seria lucha en contra de la mafia, el Estado lo ha prometido varias veces, sin jamás haber mantenido su palabra. Y los datos de los ingresos ilícitos, lamentablemente, hablan claro.
Porque las bases sobre las cuales se sostiene nuestro país son corruptas y mafiosas y tomarle el pelo a nuestros jóvenes no será suficiente para ganar esta batalla, ni para hacer que se desarrollen en ellos los anticuerpos indispensables para saber distinguir el límite (cada vez más lábil) entre lo que es lícito y lo que no lo es. Querido Ministro Alfano ¿llegará el día en el que deje de mentir, siendo consciente de hacerlo?

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