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cocodriloriina-salvatore-big4RIINA Y LA TIERRA DEL COCODRILO
¿Qué se oculta detrás de las amenazas de muerte del jefe de Cosa Nostra?
Por Lorenzo Baldo - 13 de Noviembre de 2013
Palermo. Hay una vieja viñeta de Forattini, publicada en el periódico “La Repubblica” al día siguiente del atentado de Capaci, que resume el clima de tensión que se respira hoy. En ese dibujo la isla de Sicilia era representada por la cabeza de un cocodrilo que mordía a un halcón y de su ojo se derramaba una lágrima. Al leer las declaraciones de Totò Riina: “Di Matteo tiene que morir. Y con él todos los Fiscales del proceso de la negociación, me están volviendo loco” es como si ese cocodrilo reviviera. No es que haya sido jamás debelado por completo, pero las palabras del jefe de Cosa Nostra nos hacen asomarnos de nuevo a un abismo que jamás habríamos querido volver a ver. Han pasado 21 años de los atentados del ’92, dos décadas de las masacres de Roma, Florencia y Milán, y nos encontramos con un Estado dispuesto a sacrificar a sus mejores servidores para luego endilgarle la culpa únicamente a la mafia. Es evidente que las terribles amenazas del jefe de jefes se prestan magníficamente para ser interpretadas como una eventual admisión de responsabilidades por parte de Cosa Nostra en el momento que llegaran a ocurrir nuevos magnicidios. Con la complacencia de aquellos mismos organismos– que no son desviados – que han contribuido a que esta noticia salga a la luz. Organismos que de hecho podrían ser precísamente los que llevarían a Matteo Messina Denaro, u otro en su lugar, a perpetrar nuevos atentados. En otro País luego de semejantes señales el comité encargado de garantizar la seguridad de los objetivos en riesgo ya se habría puesto en marcha.
En cambio, hasta el momento no hay noticias de que a Vittorio Teresi, Roberto Tartaglia, Francesco Del Bene y sobre todo a Nino Di Matteo se les haya reforzado todavía el servicio de escolta. Únicamente a Roberto Scarpinato se le agregó una unidad al personal ya existente para su seguridad, pero todavía no se habla del famoso dispositivo “bomb-jammer” que habría que asignarle a los coches utilizados por el Dr. Di Matteo, ni mucho menos se oye hablar sobre la dotación de más hombres y medios para los fiscales Teresi, Tartaglia y Del Bene. ¿Hasta cuándo seguiremos sin obtener respuestas por parte del COSP (Centro Operativo de Auxilio Público)?

La sombra del cocodrilo impera cada vez más sobre esta tierra. Impera, sobre todo, sobre esos pocos valientes magistrados que están llevando a cabo uno de los procesos judiciales más contrastados de la historia. Un proceso que en otro País habría sido apoyado por el Jefe de Estado y por el mundo político en general, seguido correctamente por los medios masivos de comunicación, de forma tal que la opinión pública pueda ser seriamente informada. La que en cambio se encuentra, ya sea por ignavia o por complicidad, asistiendo pasivamente a estas nuevas amenazas que preludian inevitablemente el inicio de nuevas temporadas de sangre. Por no hablar de una magistratura que tendría que demostrar como nunca en este momento que se compacta y solidariza con sus colegas y que en cambio, en demasiadas ocasiones, ha demostrado ser una “casta” lista para atacar y aislar a sus miembros.

La tristeza más grande es constatar que la lección del pasado no ha servido. Tantos años después asistimos al mismo aislamiento perpetrado, ayer como hoy, contra los magistrados más expuestos. El frente popular tiene que unirse mucho más que antes para rodear a estos hombres que por espíritu de servicio están sacrificando su vida cada día en nombre de la justicia y de la verdad. La parte sana de la política, el mundo del asociacionismo, los colectivos estudiantiles, los movimientos espirituales y laicos y toda la sociedad civil tienen, necesariamente, que dar una señal a través de iniciativas concretas que vayan más allá de la mera solidaridad. Está en juego nuestro futuro.

Mientras tanto, sin embargo, por parte de los altos cargos de las instituciones no se ve ninguna señal, más que una lágrima lista para ser derramada sobre el rugoso rostro del aligator.
Nos compete a cada uno de nosotros la tarea de impedir que esto ocurra.

REDACTORES

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