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cancemi-riina-istituzioniTOTÒ RIINA, EL MAL ABSOLUTO
Pero peores son los hombres del Estado que se alían con él
Por Giorgio Bongiovanni - 7 de Diciembre de 2013
Es un cuadro dramático y preocupante que nos remonta en el tiempo, hasta el tiempo de los atentados, el que se está manifestando en estos días en nuestro País. Eran los años en los que perdieron la vida los Jueces Giovanni Falcone, Francesca Morvillo y Paolo Borsellino, en el que murieron sus agentes de escolta, hombres inocentes, incluso niños, a causa de las bombas de 1992 y de 1993.
Un clima muy tenso que sin exageración ni fanatismo podríamos comparar con el que se respira hoy en las Fiscalías sicilianas entre Palermo, Caltanissetta y Trapani. Es más, en algunos aspectos, con respecto a ese momento, la situación es aún peor.
El jefe de la mafia, el que se reconoce oficialmente y que sigue vigente, Salvatore Riina) no ha lanzado una amenaza, como muchos periódicos han publicado para simplificar el hecho, sino en realidad una verdadera condena a muerte definitiva. Una condena para el Procurador sustituto Antonino Di Matteo y que se extiende a todos sus colegas magistrados que en este momento están llevando a cabo tanto el proceso judicial como la investigación sobre la negociación Estado-mafia y al Procurador General de Palermo, Roberto Scarpinato. A estas últimas se añaden las amenazas recientes por el Procurador adjunto de Caltanissetta, Domenico Gozzo y el Procurador de Trapani, Marcello Viola que, si bien no provienen directamente de Riina se atribuyen siempre a ambientes mafiosos y no solo mafiosos sino también “institucionales”.

¿Pero cómo puede ser que se haya llegado a esta situación? ¿Riina está delirando ahora que ha cumplido 83 años? ¿Cómo puede ser que el jefe de Cosa Nostra llegue a amenazar, sin acusarlo de traición, a su colega y par en cuanto a su cargo, Bernardo Provenzano (“Ese ha caído enfermo...” n.d.r.)? ¿Qué quiere decir? ¿Y por qué motivo, en las conversaciones grabadas el 14 de Noviembre insiste sobre la condena a muerte de Di Matteo y de los demás magistrados antimafia, al punto tal de involucrar al Fiscal en Jefe de Palermo Francesco Messineo, a pesar de saber que estaba siendo interceptado?
¿Es absolutamente creíble que Riina es perfectamente consciente de sus acciones y que sabe exactamente con quién tiene que hablar? También hay que entender quién es este boss de la región de la Puglia (con el que hablaba mientras era interceptado), Alberto Lorusso, si realmente es un jefe mafioso de “la Sacra Corona Unita”, si es un delincuente común, un sujeto que está en contacto con los servicios secretos, o simplemente un criminal puesto a propósito para hacer que Riina se “abra” para hablar de ciertos temas. ¿Pero justamente porqué Riina se siente tan libre de hacer determinadas externalizaciones?
La primera hipótesis es que “u curtu” (sobrenombre de Riina) se siente con la espalda contra la pared a causa del proceso judicial sobre la negociación Estado-mafia, audiencia tras audiencia, deja en evidencia las responsabilidades tanto de las instituciones como de Cosa Nostra.
Y en el momento que el mundo mafioso más cercano a Riina entiende que el “jefe supremo” en persona realmente negoció, poniéndose de acuerdo con algunos hombres de Estado, fue cuando el mismo boss corleonese fue definido como “esbirro”, “traidor de los valores de Cosa Nostra”, y se lo consideró como un jefe “falso”, “mentiroso” y que llevó a los miembros de la misma mafia siciliana a la ruina.
Además me lo dijo el arrepentido mafioso Salvatore Cancemi, ex jefe de Porta Nuova” cuando lo entrevisté en varias ocasiones en el 2001 para la redacción del libro “Riina mi fece i nomi di...” (Riina me nombró a…, de la editorial Massari): “Cuando salgo de la reunión en la que Riina dijo que hay que matar a Borsellino Raffaele Ganci me dijo 'Totuccio, (dirigiéndose a Cancemi n.d.r.) chistu ni vuoli cunsumari a tutti (este nos quiere consumir a todos, n.d.r.), y se fue contrariado porque a Riina lo habían llevado de la mano para perpetrar los atentados, porque él, Riina, jamás habría podido perpetrarlos por sí solo”. (Declaraciones que luego fueron confirmadas en los diferentes procesos judiciales por los atentados del 1992 y 1993).
También el colaborador de justicia Giovanni Brusca se arrepintió únicamente después de haber descubierto que Riina quería matarlo y, sobre todo, después de haber descubierto que Riina negociaba con los carabinieri y el Estado, traicionando así a Cosa Nostra.
Un juicio (el de ser llamado “esbirro”) que para Riina pesaría más que cien cadenas perpetuas y que sería mucho peor que su propia muerte. E intenta defender con todas sus fuerzas su “reputación”, la misma que hasta hoy, hasta que se demuestre lo contrario, lo ha llevado a ser reconocido como el “Jefe de jefes”.
En una audiencia reciente, en la etapa del debate, del proceso judicial sobre la negociación, fue precísamente el ex boss de Caccamo, Antonino Giuffré, quien les habló a los Jueces sobre el fracaso de Riina ante los ojos de toda Cosa Nostra. “Estaba el tema de los procesos, de los operativos policiales bajo la guía de los Jueces Falcone y Borsellino, las operaciones en Norteamérica, el maxi-proceso. Este último fue la gota que hizo desbordar el vaso. Para Riina también se había convertido en una cuestión de imagen porque iba siempre tranquilizando a todos de que las cosas se arreglarían, en cambio cuando lo pasaron a la Casación quedó claro que las cosas saldrían mal y así fue que comenzó la agresión violenta en contra de determinados personajes”. Y después de haber perpetrado los atentados el jefe mafioso se encontró con un ‘puñado de moscas’: ‘Riina lanzó un poderoso ataque contra una parte de ese poder que había tenido un rol en el apoyo a Cosa Nostra y los atentados sirvieron para convencer también al Estado para que interviniera para poner fin a todo esto. Podemos llamarla razón de Estado si queremos, el hecho es que el entregar a Riina, el alejar a la parte violenta de Cosa Nostra que había atacado al Estado, fue el precio que había que pagar”.
Es por ello que su rabia crece especialmente contra los Jueces que están desenmascarando, en la sede procesal, su fracaso, decretando su fracaso “político” y “moral”, por ‘esbirrería’, ante los ojos de sus mismos soldados.
Y cuando dice “Di Matteo tiene que morir. Y con él todos los Fiscales del proceso de la negociación, me están volviendo loco”. “A este lo tengo que hacer terminar como a los demás”, “No nos tenemos que olvidar de este Di Matteo. Corleone no olvida” está diciendo claramente cuáles son los enemigos a los que hay que atacar.
La segunda hipótesis, en antítesis con la primera pero paradójicamente relacionada a la misma, sigue considerando al jefe mafioso corleonés con la espalda contra la pared, condenado a varias cadenas perpetuas, pero como “vocero” de un poder mucho más grande, formado por Cosa Nostra pero también por otros sujetos que estrecharon alianzas con él, que interactuaron, que hablaron y que hicieron sospechosos y sucios negocios.
Una congregación de criminales mafiosos y de Estado que a través de Riina lanza mensajes siniestros. Porque también estos sujetos, muchos de los cuales todavía están sentados en los escaños del poder, corren el riesgo de ser desenmascarados por este proceso judicial. Actualmente como imputados en la etapa de debate están los ex políticos (Nicola Mancino, Marcello Dell’Utri), y los ex oficiales del ROS (Grupo Operativo Especial), Mario Mori, Antonio Subranni y Giuseppe De Donno) mientras que está comenzando el juicio abreviado contra el ex Ministro Calogero Mannino, pero gracias a las investigaciones absolutamente secretas en curso podrían emerger nuevas figuras muy poderosas y elementos que serán recopilados durante el mismo juicio. Por lo tanto, por un lado Riina habla porque no quiere morir clasificado como un “esbirro”. Por el otro hay servidores del Estado infieles, viejos y nuevos, que negociaron con Cosa Nostra hasta pedir la ejecución de los atentados (especialmente el de Borsellino n.d.r.), que no quieren perder el poder adquirido gracias a la sangre de los Jueces y de todos los demás inocentes. Por lo tanto volvamos al día de hoy, a esa fotografía de Riina que mirando a través de la cámara de video al Juez Di Matteo impreca y escupe un odio visceral. Paolo Borsellino decía que incluso en el más criminal de los mafiosos había siempre un lado bueno desde el cual comenzar para hacer que se arrepienta. De este bien no se ve ni siquiera la más tenue de las luces en Salvatore Riina y, a pesar de estar en la cárcel bajo el régimen del art. 41 bis, como si todavía estuviera prófugo, sigue lanzando sus flechas contra todo y contra todos.
Es la imagen, para los creyentes y los laicos, “del mal absoluto”.
Pero hay algo que es igual, sino peor, al “mal absoluto”. O bien estos hombres políticos que exaltan el bien común de Italia, esos hombres de Estado y esos hombres poderosos de la economía que se presentan, con sus supuestos valores, ante la opinión pública italiana para luego, por debajo de la mesa, hacer negocios, pactos o incluso decidir la muerte de muchos inocentes usando a Riina y a Cosa Nostra como brazo armado.
Ante estos hombres, nosotros, los sedientos de justicia, nos indignamos y gritamos con fuerza: “No es solamente Riina el mal absoluto, sino que vosotros también lo sois. Vosotros que condenáis a muerte al Fiscal Antonino Di Matteo y a otros colegas suyos. Y frente a este Estado italiano, lamentablemente ocupado por criminales feroces que han emitido sentencias de muerte contra nuestro Juez, y contra los demás magistrados, decimos que estamos listos para defenderlos, si es necesario, incluso con nuestros cuerpos”.

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