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cochebombaEL COCHE BOMBA DE VIA D’AMELIO ESTABA CONECTADO AL PORTERO AUTOMÁTICO
por Giorgio Bongiovanni y Lorenzo Baldo - 13 de marzo 2014
Es siempre él, Salvatore Riina, el que sigue echando gasolina al fuego. Esta vez se trata del atentado de Via D’Amelio. De las primeras indiscreciones relativas a una enésima conversación (que fue interceptada en agosto del año pasado en la cárcel de Opera) entre Totò ‘u curtu’ (Riina ndr) y su compañero de la hora libre, el exponente de la Sagrada Corona Unida Alberto Lorusso, sale a la luz un detalle inédito sobre la matanza del 19 de julio del 1992. Refiriéndose al juez Borsellino Riina, bajando el tono de voz, dice convencido: “Si futtiu sulu” (se la jugó él mismo). Con este susurro y con un dedo alzado indicando el timbre del portero eléctrico el jefe mismo de Cosa Nostra da a entender que Paolo Borsellino directamente habría activado el coche bomba tocando el timbre de la casa de su madre. “Fue un golpe genial”, agrega Riina a Lorusso, remarcando que había dicho a los ‘picciotti’ que se quedaran allí para impedir que algún otro tocara el timbre”.
El anciano boss dice también que supo a qué hora llegaría Borsellino a Via D’Amelio gracias a sus hombres que “ascutaru” (escucharon). Con estas palabras el boss de Cosa Nostra vuelve a poner en pié la hipótesis –excluída de hecho después de la absolución del técnico de la empresa Elte Pietro Scotto – de una eventual interceptación en la línea telefónica de la casa de Borsellino. Hasta aquí las primeras, escasas informaciones sobre este “golpe de escena” sobre el que pesan muchas dudas y muchos interrogantes. Entre ellos se insertan las declaraciones mismas del arrepentido de mafia Fabio Tranchina, fiel chófer del planificador de atentados, el jefe de Cosa Nostra Giuseppe Graviano. Tranchina dijo a los investigadores que el boss de Brancaccio (Graviano) fue aquél que habría activado el mando conectado al coche bomba desde un jardín detrás del pequeño muro que divide en dos partes la Via D’Amelio. También otro colaborador del calibre de Gaspare Spatuzza atribuyó la responsabilidad de la explosión del coche bomba a Giuseppe Graviano. Ya en el 2005, el arrepentido mafioso Giovanbattista Ferrante refirió que la potencia de la explosión (que no había sido prevista por la persona que la había causada), corrió el riesgo de derrumbar al muro que separaba el jardín sobre la persona que estaba escondida detrás. De hecho, según la reconstrucción de Tranchina, habría sido Graviano mismo el que le dijo que, ya que no habían encontrado un lugar desde donde “observar”, se las habría ‘arreglado’ en el jardín.
El recuerdo de la madre de Borsellino
Una mañana de primeros de junio del 92’ la anciana madre de Paolo Borsellino, Maria Lepanto, se asomó al balcón de su piso en Via D’Amelio, donde vivía con la familia de su hija Rita. En aquel momento notó algunos movimientos de “gente extraña” en la otra parte del muro que separaba el jardín adyacente a su edificio y al cual, años después, haría referencia Fabio Tranchina. Inmediatamente la señora Lepanto advirtió al hijo que envió inmediátamente la información a la policía. Al día siguiente un grupo de agentes de policía de la brigada móvil de Arnaldo La Barbera descubrió algunas galerías escondidas bajo el revestimiendo de las calzadas. Había rastros de una presencia reciente. Pero todo había quedado ahí y no se supo más nada.
Las palabras de Antonino Vullo
El relato del agente de policía Antonino Vullo, el único sobreviviente de la escolta de Paolo Borsellino, y que los más importantes órganos de prensa dieron a conocer, es un poco emblemático. “Se notaba algo extraño en el aire... Claudio (Traina, el otro agente de escolta que viajaba con él, ndr) me miró a la cara y me dijo: ‘Observa el cielo. Se está volviendo oscuro’. Era verdad. Sin embargo era un día espléndido. Yo miraba alrededor como si presintiera algo. Nunca había estado allí y no podía imaginar que delante de la casa de la madre de Borsellino estuvieran aparcados todos esos coches. Me pareció raro no ver ninguna señal de ‘Prohibido aparcar...’ Posteriormente, Vullo mismo diría a los investigadores que, una vez llegado a Via D’Amelio, tuvo la sensación de que alguien estaba observando desde detrás del muro que separaba el jardín.
El edificio de los Graziano
Para los investigadores de Caltanissetta que actualmente están investigando sobre el atentado de Via D’Amelio el 19 de julio podría haber estado una persona en la terraza del edificio de los hermanos Graziano para ver lo que sucedía abajo en la calle. De hecho, el inmueble de estos empresarios constructores (relacionados con las familias mafiosas de los Madonía y de los Galatolo) está situada precisamente en frente de Via D’Amelio. Según dicen los investigadores esa persona podría haber sido el mafioso Fifetto Cannella (se deduce también por el notable tráfico telefónico entre este último y Giuseppe Graviano efectuado apenas después del atentado). Después de años han salido a la luz fotos realizadas por la policía científica que no fueron depositadas en su momento. En aquellas imágenes se ve con extrema claridad como, a pesar de que el edificio de los Graziano estuviera en construcción, ya había plantas en el último piso que impedían la vista desde el exterior, mientras al contrario, quien estaba en el interior veía muy bien la entrada de Via D’Amelio. En dicha terraza fueron hallados colillas de cigarrillos que en su momento no fueron depositadas como pruebas. Además de todo esto hubo una llamada telefónica al 113 (policía) en la que una señora (lamentablemente anónima) dijo que había visto “movimientos” poco antes de la explosión del coche bomba justo en el último piso del inmueble.
¿A quién se dirige Totó Riina?
En espera de leer integralmente las transcripciones de estas interceptaciones quedan abiertos todos los interrogantes que giran alrededor de las palabras de Riina. ¿A quién se dirije el jefe de Cosa Nostra cuando habla de temas tan delicados? ¿Y qué mensaje quiere mandar? Es evidente que si se probara la veracidad de sus declaraciones se confirmaría ulteriormente una presencia externa a Cosa Nostra en la programación y preparación del atentado de Via D’Amelio. Por su parte Salvatore Borsellino, hermano del juez, ha manifestado sus fuertes dudas: “Me siento perplejo, técnicamente era necesario aislar toda la zona y el riesgo de que un vecino del edificio hiciera saltar todo por los aires antes del tiempo era alto –ha explicado- las palabras de Riina no me convence. ¿Puede ser un intento de enturbiar aún más las aguas? El riesgo existe efectivamente.
Pero de la misma manera la hipótesis de que Giuseppe Graviano estuviese de plantón detrás del muro deja una cierta perplejidad. ¿Es posible que un jefe de mafia de ese nivel pudiera arriesgar su vida o de quedar herido a causa de la explosión del coche bomba? Ni siquiera los mafiosos podían imaginar las consecuencias “colaterales” de la explosión. Y la distancia entre el número cívico 19 de Via D’Amelio y el “jardín” era de verdad insignificante. Supongamos acaso que desde el edificio de los Graziano Fifetto Cannella hubiera advertido de la llegada del juez a Giuseppe Graviano el cual habría apretado el interruptor del mando, lo cierto es que Graviano mismo habría sufrido los efectos de la onda de choque. ¿O había alguien más? Si en cambio algún “experto” –no de Cosa Nostra- hubiese predispuesto un dispositivo de última generación para conectar la bomba con el portero eléctrico (que quizás podía ser desbloqueado a distancia, previa observación) es evidente que la historia del atentado en cuestión tendría que ser re-escrito. Queda el dato objetivo de que en las muchísimas pruebas “técnicas” recogidas en Via D’Amelio inmediatamente después de la masacre no emergieron elementos que hicieran referencia a dispositivos utilizados para hacer explotar el Fiat 126. Por lo tanto queda siempre el agujero negro.
Se materializa lo que a todos los efectos podemos definir como la “hipérbole” de Riina, mientras la Fiscalía de Caltanissetta está investigando al policía jubilado, Giovanni Aiello, apodado “cara de monstruo”, sospechado de haber proporcionado el mando utilizado en el atentado. Un verdadero lío. ¡Deberían protegerme de un tiroteo –había dicho Paolo Borsellino a su primo Bruno Lepanto unas horas antes de ser asesinado-, pero ahora estos ya no disparan, te hacen saltar por los aires”. ¿Pero quienes son “estos”? Son los mismos que enviaron un emisario suyo para que fuera testigo de la preparación del Fiat 126 destinado al atentado? Ese mismo hombre que Spatuzza dice que no pertenece a Cosa Nostra? Los mensajes indirectos de Totò Riina serán evaluados por las fiscalías de Caltanisetta y de Palermo. Mientras tanto los posibles destinatarios de estas declaraciones permanecen en la sombra. A la espera de intervenir.

http://www.antimafiaduemila.com/2014031348409/giorgio-bongiovanni/lautobomba-di-via-damelio-collegata-al-citofono-borsellino-si-futtiu-sulu-assicura-riina.html

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