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srafalcone200SEÑORA FALCONE ¡HABLE!
Saverio Lodato - 15 de Octubre de 2014  
Un aplauso a Sabina Guzzanti.  
Cuando un periodista le hizo una pregunta sobre si volvería a escribir el twitter de “solidaridad hacia Totò Riina y Leoluca Bagarella”, que levantó un huracán de polémicas por parte de los “conocidos de siempre” o, si preferimos, de los “sospechosos de siempre”, su respuesta fue concreta: “no volvería a hacerlo, absolutamente no”. Creo que es el primer caso en Italia, según recuerdo de los últimos cuarenta años, en el que alguien, dotado de una gran visibilidad pública, da una evidente marcha atrás reconociendo que ha dicho algo muy grave. Solo por ello Sabina Guzzanti merecería entrar en el libro de records Guinness, en un país de charlatanes y payasos, de hipócritas y falsos, periodistas que incluso son espías de la CIA, o de los Servicios Secretos italianos, políticos y opinólogos mediocres, representantes de las instituciones tanto apergaminadas como inmarcesibles.

Todos ellos, vestales de la moralidad ofendida  por las impulsivas palabras de Guzzanti, ahora tendrían que unirse al coro de las felicitaciones por la rectificación que ella ha hecho de palabra y dando la cara. Pero no pueden hacerlo. ¿Por qué?

Porque Guzzanti está convencida, al punto tal de haber hecho una película: "La Trattativa" (La Negociación), de que una buena parte del Estado italiano es corrupta, y desde hace al menos sesenta años va del brazo de la mafia por una inconfesable sintonía de objetivos e intereses. Es cierto.

Un Estado-mafia y una mafia-Estado son las entidades que hicieron posible la carnicería que ocurrió en Sicilia dejando como víctimas a todos los que creían que tenían sus espaldas cubiertas por el Estado. Por otro lado, si ellos hubieran tenido razón, no habrían sido asesinados con bombas o balas. En cambio se equivocaban. Estaban en peligro mientras el Estado-mafia y la mafia-Estado los apuñalaba por la espalda. Lamentamos que nuestro Jefe de Estado, Giorgio Napolitano, piense diferente. Pero nuestro pensamiento es precisamente éste. ¡Por eso es tan bonita la libertad de opinión!

En cuanto a las vestales de la moralidad ofendida  sabemos perfectamente que gritan en contra de Guzzanti porque el argumento es escabroso. El hecho mismo  de que en el banquillo de acusados en el juicio que se está desarrollando en Palermo sobre la “Negociación” se encuentren juntos tanto mafiosos, como carabinieri, políticos  y ex funcionarios del Estado, tendría que llevar a una reflexión.

Pero las vestales no han nacido para reflexionar, sino para gritar, negar ante la evidencia y tratar de reparar los daños.
 
¿Qué tiene de extraño el hecho de denunciar como algo escandaloso que a los imputados de dicho juicio no se les haya reconocido el derecho a presenciar el interrogatorio del Jefe de Estado, porque ese día se presenta en escena el “Napolitano day”? Y ¿acaso Napolitano, desde hace un par de años, no ha dicho de todas las formas posibles que ve este proceso judicial de Palermo como humo en los ojos? Los opinólogos se arrodillan frente a estos resentimientos presidenciales. Pero ¿qué podemos hacer?

En conclusión. No hemos dado los nombres de las vestales de la moralidad ofendida porque nos parecen pequeños papeles de una enésima obra teatral a la italiana. Pero - y enseguida explicamos la razón – queremos transcribir la frase pronunciada por Maria Falcone y a propósito de las declaraciones impulsivas de Guzzanti: “algo vergonzoso para lo que no existen bastantes adjetivos  despectivos”. Son palabras fuertes
.
Lo que ocurre es que, apenas unos días después, Maria Falcone recibió una condecoración del Palacio Quirinal, y en dicha ceremonia el presidente Napolitano le dedicó unas palabras que suenan más o menos así: “la lucha en contra de la mafia se hace como la hacía Giovanni”.  

Hasta aquí no hay nada que objetar. Pero el hecho es que no podremos saber qué es lo que piensa la hermana del magistrado asesinado de esta bendita “Negociación” y del juicio de Palermo. Y no, señora Falcone. Este prolongado silencio que ha mantenido sobre el tema  no nos gusta. El “top secret” es demasiado cómodo. Hace falta un mínimo de coherencia. Usted no pertenece a las vestales antes mencionadas. Usted es una mujer “símbolo” en la Italia del terrorismo. Usted acaba de recibir una prestigiosa condecoración. Nosotros nos esperamos algo más de usted.  

Con la misma franqueza con la que ha expresado su sentimiento sobre Sabina Guzzanti, díganos ahora si ¿según su opinión una buena parte del Estado italiano está podrida y es corrupta, o no. Díganos si Totò Riina hizo todo por si solo. Díganos a quién se refería su hermano luego del fallido atentado de Addaura, cuando habló de “mentes muy refinadas”. Díganos si su hermano tenía las espaldas cubiertas por las instituciones, o no. Si en Roma era bien visto, o no. Díganos si su diario estaba formado por apenas tres páginas. Díganos qué piensa de las llamadas telefónicas entre Nicola Mancino y el pobre Loris D’Ambrosio. Díganos qué piensa de las llamadas telefónicas entre Nicola Mancino y Giorgio Napolitano cuyas grabaciones fueron destruidas a pedido del mismo Presidente de la República. Y, ya que está, díganos cuál es su opinión sobre los peligros a los que se ven expuestos Nino Di Matteo, Roberto Scarpinato y muchos otros Jueces de la Fiscalía de Palermo, por el hecho de haber ido demasiado lejos con sus investigaciones? No nos atreveríamos a hacer ninguna comparación. Pero hay familiares de víctimas de la mafia, al igual que usted, que declararon todo lo que sabían sobre sus parientes a los magistrados. Giovanni habría hecho así la lucha en contra de la mafia, y tomamos las palabras de Napolitano. ¡Entonces ahora quizás sería bueno que le dedicara unas palabras amables a Sabina Guzzanti, demostrando que usted no tiene nada que compartir con el coro de las vestales!  

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