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figlio200Entrevistas que no podemos rechazar
Por Saverio Lodato-07 de abril de 2016

Salvatore Riina es un Mafioso de Estado. No cuesta mucho darse cuenta. Se encuentra tranquilamente pagando su condena a cadena perpetua con la esperanza de que a sus hijos, a la familia que lleva su nombre, se les garantice un futuro económico, bien retribuido, sobre todo al amparo de esas vicisitudes judiciales que no fueron condescendientes con él y que, estoicamente, está soportando.

Cuando decimos que es un Mafioso de Estado nos referimos al hecho de que, periódicamente, se le abre un micrófono, como ocurrió hace un par de años en la cárcel de Opera, para lanzar señales, mensajes, advertencias, hasta incluso sentencias de muerte. La más impresionante fue aquella en contra del Juez Nino Di Matteo, cuando Riina llegó inclusive a solidarizarse con el ex Jefe de Estado, Giorgio Napolitano, afirmando que en su lugar no se presentaría nunca a declarar en el Juicio de Palermo sobre la Negociación Estado-Mafia, en el que Di Matteo es el principal representante de la parte acusadora. Y esas frases, aparentemente en libertad, fueron reproducidas durante meses, en los principales Noticieros y periódicos italianos. Pensad un poco: a él que desde hace más de veinte años está en “aislamiento”,  alguna mano larga,  pequeña o grande, (uniformada) le había puesto a su lado, durante la hora de aire, a un representante de la mafia Sacra Corona Unita. Así, simplemente para socializar, para conversar algo. El viejo “Don Totò” hablaba y hablaba con el otro semejante individuo. ¿Acaso creéis que no sabía que estaba siendo escuchado y grabado? Vamos. Simplemente se estaba prestando al juego, dejando contentos a sus interlocutores invisibles. Frente a estas evidencias, en un viejo artículo, afirmamos que hace tiempo que Riina se convirtió en una “Escort de Estado”, dispuesto a hacer los trabajitos sucios, como por ejemplo lanzar precisamente amenazas siguiendo la voluntad de otros (“Riina, una escort del Estado-Mafia para todas las temporadas”, 1ero de Septiembre de 2014). En dicha ocasión escribimos: “Es realmente curioso que al menos una vez al mes, en Italia, se desate la polémica porque alguien habló en algún lado, a menudo ocurre en las facultades universitarias, sin contar con los adecuados requisitos morales. Qué hubiera al menos alguno que se fuera indignado ante el circunloquio de Riina. Todos en adulación. De veneración. Inclinados frente a la gran 'voz' que habla desde adentro. Ni un fragmento de una editorial de Eugenio Scalfari, o de Giuliano Ferrara. Ni el balbuceo del opinólogo Emanuele Macaluso. Ni la amonestación del Jefe de Estado, Giorgio Napolitano”. En otras palabras: los años pasan. Los hombres cambian. Incluso los Jefes de la Cúpula (mafiosa) pagan un tributo con el avance de la venerada edad.

Riina nunca tuvo remordimientos. Mantuvo en forma tetrágona su posición, sin resbalar por el barranco del “arrepentimiento”, deseando pasar a la historia – y a esta altura le falta poco – como uno de los pocos, auténticos, grandes Pedazos de Mierda de la Mafia, que jamás se arrepintió. Él está en aislamiento, piensa en sus cachorros, pero sus cachorros también tienen que hacer su parte. Con la esperanza de que el tiempo se porte bien incluso con ellos. Al punto tal que en agosto de 2013, Lucia Riina, su hija, curiosamente fue entrevistada en Ginebra por una emisora televisiva suiza, para revelar que se sentía “honrada y feliz” de llamarse Riina. Además agregó “comprendo el dolor de los familiares de las víctimas” destrozadas por mi papá pero “he sufrido como nunca  el día de su arresto”. En fin, gratitud  y desmesuradas alabanzas para su madre que “me enseñó a leer y escribir”. En dicha ocasión (el 28 de Agosto de 2013) escribimos un artículo publicado en esta página de internet, titulado “La heredera de Riina”, porque para nosotros no había pasado desapercibido “el interés suizo” (¿quizás económico-bancario?) por la hija del jefe mafioso, uno de los más feroces de la historia, que se limitó a decir cuán orgullosa estaba de ser, justamente, su hija. Y en ese entonces, como ahora, hubo polémicas grandes y pequeñas.

Todo esto fue una larga premisa pero en el país de una “memoria”, cuando va bien, a intervalos, remontarse un poco en el tiempo, al menos hasta el pasado reciente, puede resultar útil.

A nosotros nos queda claro  por qué Riina jr. apareció en “Porta a Porta”. Apareció de la misma forma en la que su hermana Lucía lo hizo en su tiempo frente a las cámaras de video de la televisión suiza. Digámoslo con elegancia: “son entrevistas que no se pueden rechazar”. Bruno Vespa le hizo sus preguntas. No podemos negarlo. Por otro lado si la gerencia de la RAI hubiera querido la entrevista jamás habría salido al aire. Pero el “niet” no existió. Por el contrario: tuvo semáforo verde. No podemos enojarnos solo con Vespa. Él es quien es, cada uno es lo que es.

Riina jr. es mafioso como cosa juzgada, como su padre. El hecho de que su “cursus honorum” sea más reducido, es lógico dada su joven edad. Con su hermana Lucia, Salvino Riina, se postuló para ocupar un puesto que hasta ahora había quedado vacante en la historia de la literatura italiana: Edmondo De Amicis que re-escribe el libro “Cuore” (Corazón), pero esta vez desde el punto de vista de los mafiosos. La bondad del papá. La bondad de la madre. La vida serena. El no haber ido a la escuela: ¿Cuántos niños pueden gozar de una felicidad similar? Claramente, luego, el niño muestra los dientes. No puede juzgar a su padre. Cuando le preguntan si siente respeto por los “magistrados fallecidos” responde que él respeta a “todos los muertos”, porque no son solo magistrados los que mueren. Y Vespa se ve obligado a recordarle que el atentado de Capaci ocurrió en 1992 y no “en 1993”, como dijo el joven por un simpático lápsus. Y aún más. En su familia no podían creer a todas las acusaciones que aparecían en los periódicos. Además está enojado con los “arrepentidos” que “no van a la cárcel”. Y así sucesivamente sigue negando, olvidando, omitiendo, ignorando, sobrevolando, excepto por un pequeño detalle. Cuando miraba fijo a los ojos de nuestro pobre colega Bruno Vespa dijo: “Dr. Vespa, mire que tanto yo como mis hermanos nacimos mientras mi padre se encontraba prófugo (hacemos un resumen de memoria, n.d.r.) pero nacimos en una clínica y siempre fuimos registrados con nuestro respectivo nombre y apellido”. Y aquí fue donde mostró más que sus dientes sus dientones. Vespa habría podido seguir preguntando, ya que el Estado italiano afirma que durante más de veinte años ha estado buscando espasmódicamente a Totò Riina. Quien en cambio mandaba plácidamente a su mujer a dar a luz a la clínica. Pero Vespa nunca ha dicho de si mismo que es un “periodista antimafia”. Él va si siente el olor de la “noticia”. No está especializado en casos de Mafia y, mucho menos, en relaciones entre el Estado y la Mafia.

Entonces ¿qué mejor oportunidad periodística para aprovechar y producir un programa ya que el pimpollo del gran Pedazo de Mierda de la Mafia ha escrito un libro? Si lo hubiera publicado por su cuenta, imprimiéndolo en fotocopias, igualmente Riina jr. habría salido en “Porta a Porta”.

Es por ello que nos quedamos fríos frente al coro de los “indignados” que, permitidnos que lo digamos, dice todo y lo contrario de todo. Y nos tomamos el atrevimiento de disentir con Rosy Bindi, Presidenta de la Comisión Antimafia: no estamos en presencia del “negacionismo de la mafia”, como afirmó estigmatizando al programa. Estamos en presencia de exactamente lo contrario: la apoteosis de la mafia con las cámaras de video encendidas, las de “RAI 1”.

Acercándonos a la conclusión. Una vez que hemos dicho lo que pensamos del pimpollo, no nos dio la impresión de que los invitados presentes en el estudio (desde Antonio Schifani, hijo de Vito asesinado en el atentado de Capaci, al abogado Luigi Li Gotti, al colega Felice Cavallaro, hasta el joven de la asociación “Addiopizzo”, Dario Riccobono) se hayan agachado frente al De Amicis en versión mafiosa. En cambio demostraron molestia y desconcierto. Y plantearon sus puntos de vista.

Por su parte la presencia de Maurizio Costanzo quedó circunscripta a una entrevista cerrada, en la que, después de haber recordado el atentado mafioso del cual escapó milagrosamente, en Roma, sintetizó magistralmente diciendo que hoy la mafia ya no dispara por la sencilla razón de que nadie le obstaculiza que haga sus negocios. Benditos los muchos trombones a quienes la Comisión Antimafia generalmente acostumbra invitar durante sus sesiones para hacerse decir que la mafia ha sido derrotada.

En cuanto a lo que escribió ayer en el periódico “Il Fatto Quotidiano” Marco Travaglio, donde decía que él también, al igual que Vespa, habría entrevistado a Riina jr., estamos de acuerdo. Más allá de que pensemos que Travaglio, interiormente, no considera que no haberle hecho una entrevista a Riina jr. represente una gran “oportunidad periodística” perdida.

Y ya que llegamos al argumento. A mí, por ejemplo, me tocó entrevistar a Giovanni Brusca en la cárcel de Rebibbia, hace aproximadamente 15 años. Lo que desembocó en un libro titulado: “Ho ucciso Giovanni Falcone” (Yo maté a Giovanni Falcone de editorial Mondadori), que todavía se encuentra en las librerías. En dicho libro Brusca no me contó lo bueno que era su padre, o cuánto amaba a su madre. Lo que me contó fue que había cometido entre cien y doscientos delitos. Que había disuelto los cadáveres de los mafiosos en ácido. Que había estrangulado con sus propias manos. Que había carbonizado otros cadáveres en parrillas como si fueran costeletas. Que había torturado. Que había asesinado al Juez Rocco Chinnici con uno de los primeros coches bomba utilizados por la mafia. Que, en Capaci, había accionado el control remoto que detonó la bomba para asesinar a Giovanni Falcone, a su mujer Francesca Morvillo, a sus agentes de escolta: Antonio Montinaro, Rocco Dicillo y Vito Schifani, etc., etc.. En fin, todas cosas fuertes. Los periódicos “Corriere della Sera” y “La Repubblica” -por nombrar a dos de los más grandes diarios italianos que en estos días levantaron la voz, alimentando al mismo tiempo la polémica-, ignoraron ese libro, publicaron apenas pequeñas notas. Y por aquellos tiempos en las veladas de “Porta a Porta” Vespa hablaba de cualquier otra cosa. ¿Sabéis por qué ocurre esta disparidad de tratamiento? Porque Brusca había decidido “colaborar”. Mientras que Totò Riina tiene que seguir manteniendo la boca cerrada. Porque sabe demasiadas cosas. Y podría llegar a decirlas. Y porque son muchos a los que les aterra la idea de que pueda hablar, tarde o temprano. Por lo tanto lo tratan, con guantes amarillos, como se suele hacer con las verdaderas Escort de Estado. Es por ello, resumiendo, que en Italia hay determinadas entrevistas que “no se pueden rechazar”: es un partido de vuelta.

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Foto © Claudio Peri/Ansa

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