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pokemon200La autopista del atentado en contra de Falcone también se convierte
en lugar de batalla

Por Aaron Pettinari - 04 de Agosto de 2016
Es un extraño fenómeno el que arrecia en este verano de 2016. No tiene nada que ver con el ISIS, o con el terrorismo en general, ni tampoco con el estado de locura que parece reinar cada vez más. Es el fenómeno llamado “Pokémon Go”, la aplicación que pulula en las tablets y en los smartphones y aparentemente ha contagiado de una sola vez a batallones de jóvenes y adultos. En los Estados Unidos entró en vigencia los primeros días del mes de julio, alcanzando un total de 60.000 downloads en apenas 15 minutos y en siete días llegó a los 10  millones de usuarios. Rápidamente se difundió en todo el globo y en Italia apareció el 15 de julio. Así, en pocas semanas, los Pokémon (creados en 1995 por Satoshi Tajiri para Nintendo), que ya eran famosos gracias a los juegos electrónicos, a los dibujos animados, a las películas y a las cartas, llegaron a conquistar el mundo. Al mismo tiempo decenas de millones de “cazadores” comenzaron a vagar con la mirada fija en su smartphone con la intención de capturar a estos seres virtuales.

Para comprender mejor este fenómeno llegué hasta incluso a descargarme por algunas horas el juego en mi teléfono celular. Bastaron unos minutos para verme completamente “atrapado” por algo que no solo es un juego sino que es un verdadero proyecto de marketing y que puede condicionar la vida de cualquier persona. Alrededor de mi casa no solo aparecieron los Pokémon sino también los “pokéstop” (los lugares en los que se encuentran los objetos útiles para capturar y criar a los Pokémon) ubicados en puntos especiales de interés, lugares de culto, parques, plazas, monumentos pero también talleres mecánicos, campings, etc., etc... Entre ellos, como publicó el periódico “Giornale di Sicilia”, también se encuentra el obelisco que recuerda el atentado de Capaci presente en la autopista que une las ciudades de Mazara del Vallo y Palermo.

De esta forma ese que tenía que ser un lugar de memoria para recordar a Giovanni Falcone, Francesca Morvillo y a los tres policías agentes de escolta (Vito Schifani, Antonio Montinaro y Rocco Dicillo), asesinados en el terrible atentado ocurrido el 23 de Mayo de 1992, hoy se ha convertido en un lugar de combate con los monstruos Pokémon.

Pero los diferentes personajes de la serie se pueden encontrar además en Via D'Amelio, donde el pasado 19 de julio, a 24 años de la masacre, se celebró la conmemoración en honor a Paolo Borsellino y a sus agentes de escolta Walter Eddie Cosina, Agostino Catalano, Claudio Traina, Emanuela Loi y a Vincenzo Li Muli, así como también en otros puntos de la ciudad en los que otros hombres fueron asesinados por la mafia.

Como era inevitable en la red comenzaron a aparecer las primeras reacciones sobre la elección de un lugar destinado al “pokégimnasio”. Lo mismo ocurrió cuando se descubrió que inclusive el campo de exterminio nazi de Auschwitz había pasado a ser un lugar de caza virtual. La protesta llegó al punto de que se solicitara la exclusión del ex campo de concentración de la lista de los lugares disponibles para este juego y, por la misma razón, la solicitud había sido presentada además por el museo del Holocausto de Washington. Pero igualmente se pueden encontrar “cazadores” en algunos cementerios de los Estados Unidos, en medio de las lápidas de los caídos en el frente, o bien frente al monumento a la Shoah de Berlín. Hechos que dejan en evidencia la existencia de un problema ético ante un juego que está contagiando a las masas. El límite de la decencia ha quedado absolutamente superado. No estamos hablando del aumento (que ya es grave) de los accidentes a causa de la distracción de los jugadores que, mientras conducen, o mientras caminan, vagan en búsqueda de los Pokémon. Nos referimos al respeto que habría que tener por la historia.   

pokemon2Hay determinados lugares que tendrían que ser visitados para honrar la memoria, para aprender y conocer la historia de esos hombres que, de alguna forma lucharon en contra de la mafia. Que todo esto quede arrasado por un mundo irreal es absurdo pero al mismo tiempo nos da la medida de los tiempos que estamos viviendo.

Ni siquiera Orwell había logrado vislumbrar una sociedad sofisticadamente controlada y condicionada en su novela de 1984.

Es evidente que la aplicación “Pokémon Go” no es más que una operación comercial internacional.

Basta con leer las noticias para ver que museos como el MoMa de New York, han llegado incluso a publicitar la presencia de los Pokémon en su interior para atraer al público. En Italia hasta el Ministerio de Cultura habría hecho algo similar tweeteando la presencia de un Charmander en la galería Uffizi. ¿Es así como promovemos la Cultura? ¿Qué es lo que obtenemos si nuestros jóvenes van a Roma, a Florencia, a Turín, a Bologna o a Milán y, en lugar de admirar las obras artísticas, salen con sus celulares en la mano a buscar los Pokémon?

En este “teatro de lo absurdo” quedamos atónitos al ver a algunos venecianos que han lanzado inclusive una petición en Change.org:There are no Pokemon in Venice! Please Niantic or Nintendo solve this problem, we are the most beautiful city in the world and we don’t even have any Rattata or Pidgey!”.

Todo esto porque en Laguna no habría suficientes Pokémon. Pero la operación de marketing es aún más evidente si consideramos que en TripAdvisor han aparecido las primeras críticas negativas para las localidades que no son pokéstop.

Y ha comenzado la carrera de los restaurantes, de los hoteles y afines para solicitar que sean ingresados a la lista.

Por un lado se podría decir que cada uno es dueño de su vida y que puede hacer con su tiempo libre lo que más le guste pero, más allá de la discusión, y de la opinión que uno pueda tener si somos libres o no, hay una cuestión ética que no puede dejar de tenerse en cuenta y que tendría que hacernos reflexionar.

Y mientras la realidad se confunde con la irrealidad en un único gran Universo gracias al GPS y a las cámaras fotográficas de los teléfonos celulares, las noticias cotidianas nos hablan de guerras, corrupción, mafia, crisis económicas, niños que mueren de hambre y hay gente que pierde su trabajo y que no llega a fin de mes...

Como decía siempre Vittorio Arrigoni, tal vez convenga “seguir siendo humanos”.

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