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algoserio200Ese pobrecito de Provenzano
Por Saverio Lodato – 6 de Agosto de 2016

Los apellidos son los mismos de hace tiempo, obsesivamente repetitivos. Como si fuera una desgracia que se repite a lo largo de las décadas, sin tener en cuenta los tiempos que cambian, ni la modernización, ni la adaptación teórica de quienes no logran entender que la mafia puede existir incluso sin tener que matar. La última lección en ese sentido  llega desde los Estados Unidos. Nombres de la heráldica italo-mafiosa que terminan  en los periódicos treinta años más tarde, gracias a un mega operativo del FBI, que ha llevado a la celda a unas cincuenta personas que se llaman Gambino, Genovese, Bonanno, Lucchese.

New York y New Jersey, Connecticut, Massachusetts y Florida, las ciudades y los Estados atacados por  el pulpo. No se les atribuye ni homicidios, ni tráfico de droga, sino usura, corrupción, extorsión, cobro de pizzo (impuesto mafioso), delitos que si se cometen en Norteamérica pueden llevarte a la sombra por décadas. En forma apresurada la han llamado la mafia de los abuelitos. Una mafia que ya caminaba con pantuflas, achacada, derrotada, inexistente, reemplazada por los feroces cárteles de otras nacionalidades. Y la leyenda se había difundido como una mancha de aceite. Pero en Norteamérica la lucha en contra de la mafia siempre ha sido algo muy serio. Para gente seria. Una prueba de ello es que justo en los Estados Unidos los Jueces Falcone y Borsellino contaban y cuentan, mientras estaban con vida y ahora que han muerto, con sus más fervientes admiradores. Precisamente porque eran considerados magistrados serios, a pesar de que hubieran nacido en el país de Arlecchino y del mandolín. Y la explicación es simple.

Los norteamericanos no olvidan. Vigilan a los nietos de los nietos, conocen el dicho siciliano “pei figli dè figli, piantiamo l'ulivo” (para los hijos de los hijos, plantamos el olivo), se ríen de las tonterías  de los “expertos” de “Cosa Nostra” que todos los días se despiertan para garantizarle a todo el mundo que la mafia ya no existe. Y a los que una comisión parlamentaria de investigación antimafia, un poco farsante, llama a declarar en audiencias públicas.

Los norteamericanos siguen vigilando como si no pasara nada, interceptando llamadas telefónicas, escudriñando en las cuentas bancarias, sin dejarse rozar en lo más mínimo por el áspero garantismo itálico que, si pudiera, pondría dentro de un hermoso museo a todo el aparato investigativo  logrado a duras penas por las fuerzas policiales luego – y a costa – de atentados y de grandes delitos.

 Ahora hay una pregunta que surge en forma espontánea: ¿qué habrían hecho los investigadores del FBI al día siguiente de la muerte de Bernardo Provenzano, considerado durante medio siglo el cargo más alto de la oligarquía de Cosa Nostra?

¿Se habrían dejado impresionar por la palabrería  de los abogados y por el llanto griego de los que calificaban al arresto de Provenzano como una de las páginas más oscuras de nuestro Estado de Derecho? ¿Le habrían dado el carné de guía turística a los hijos del jefe mafioso para llevar a los turistas extranjeros por Sicilia para descubrir el “punto de vista” de la mafia sobre la historia de estas décadas sangrientas? ¿No habrían ni siquiera pestañeado si su Presidente del Senado hubiera abierto los brazos coram populo (frente a todo el público) para declarar con tristeza que el jefe de todos los jefes, al morir, se había llevado a la tumba los secretos y las llaves de su patrimonio multimillonario? ¿O le habrían abierto de par en par las puertas de la televisión al hijo de Riina para que publicitara su “libro”?

En cambio eso ocurre aquí, en el país de Arlecchino.

Nadie levanta la voz. Nadie afirma por escrito, salvo raras excepciones, que una mafia que no dispara tiene que ser perseguida igualmente (...), más o menos como en Norteamérica están persiguiendo literalmente, desde su punto de vista, a las familias de los Gambino, de los Genovese, de los Lucchese y de los Bonanno. Lamentablemente nuestra lucha en contra de la mafia no es seria como la que llevan adelante los norteamericanos.

Nosotros negociamos. Nosotros hacemos pactos. Nosotros nos tomamos nuestro tiempo. Nosotros retrocedemos frente a los santuarios de las riquezas ocultas y de los capitales mafiosos. Nosotros le damos un golpe a la “botte e uno al timpagno” (a la tinaja y otro a la tapa).  Mandamos a la picota  a esos Fiscales – el caso de Nino Di Matteo habla por sí solo – que no hacen la reverencia ni se quitan el sombrero frente a los Poderes aparentemente Ocultos”

El hecho es que nosotros, en Italia, seguimos plantando el olivo para los hijos de los hijos.

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La columna deSaverio Lodato
Fuente:  http://www.antimafiaduemila.com/rubriche/saverio-lodato/61643-l-antimafia-non-e-una-cosa-seria.html
*Foto de Portada: www.abc.es

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