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Por Lorenzo Baldo - Foto y Video - 22 de mayo del 2017

Encuentro con los estudiantes del Liceo “Santi Savarino” de Partinico

El título es de los explícitos: "Ciudadanía, legalidad, memoria. Caminos de conciencia, compromiso civil y hospitalidad". Es el día antes del 25º aniversario de la masacre de Capaci y el homicidio del jefe mafioso Giuseppe Dainotti ha despertado del sueño a aquellos que creían en el ocaso de Cosa Nostra. Nadie habla en el auditorio de la escuela secundaria "Savarino", de Partinico (Palermo), mientras don Luigi Ciotti se prepara para captar el sentido profundo de los temas de ese encuentro.

La decana del instituto, Chiara Gibilaro, centra la atención en el proyecto de educación en la legalidad que sin descanso está siendo llevada a cabo por su instituto sobre "Ciudadanía y Constitución". Por su parte, la profesora Dina Provenzano reitera la importancia de una escuela que sea capaz de crear "mentes pensantes" para "dar vida a un movimiento de ideas". Ideas que se plasman en un video que representa las múltiples actividades de la escuela secundaria en el ámbito de una efectiva educación en la legalidad. Una tras otra fluyen las imágenes del compromiso civil vivido día a día.

Las imágenes son comentadas por Angelo, el representante de los estudiantes, quien pregunta inmediatamente al fundador de Libera (Nota: Libera es una Asociación fundada por Don Luigi Ciotti, presbítero italiano y activista social, para luchar contra los abusos de la mafia, ndt) por "la diferencia entre decir y hacer" con respecto a una frase que aparentemente dejó a la mitad: "estamos abrumados por el engaño de las palabras, pero entre decir y hacer...". Don Ciotti lo escucha con atención y toma notas. Uno tras otro, algunos estudiantes pasan al frente para hacer las preguntas. "Es el 'nosotros' el que gana", comienza el presidente del "Grupo Abele" (Nota: Abele es otra Asociación fundada por Don Ciotti, ndt). Quien luego pone de relieve las "enfermedades más terrible", como "la delegación, la resignación y la indiferencia." Don Ciotti no quiere ver más "ciudadanos dependiendo en forma intermitente de las emociones." "El conocimiento es el camino para el cambio", dijo el combativo sacerdote. Que recuerda una vez más lo que define como el pecado de los últimos tiempos: "la falta de profundidad". Pero cuando habla de las 35 principales guerras que ensangrientan el planeta grita toda su rabia. "¡Esto es un holocausto! -afirma con fuerza- como lo es también lo que está sucediendo con los inmigrantes". "Sí, estamos inundados de palabras -continúa respondiendo a la observación de Angelo-. "Muchas palabras que no son más que pura retórica".

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De inmediato los pensamientos se disparan a las estériles pasarelas de estos días, con ocasión del aniversario de la masacre de Capaci donde todos se convierten repentinamente en dispensadores de sabiduría sin la más mínima coherencia de vida. Y es la palabra "coherencia" la que vibra con fuerza en el discurso del fundador de Libera, quien reclama en voz alta: reivindicaciones. "La palabra 'legalidad' ha sido vaciada -hace especial hincapié-. No puede haber legalidad sin igualdad, y sobre todo se debe recordar que la ley es un medio para alcanzar la justicia"."¡En el tema de corrupción estamos en el primer lugar en Europa! No hay que olvidar que la mafia y la corrupción son dos caras de la misma moneda". "Giovanni Falcone tenía razón cuando dijo que la lucha contra la mafia era una batalla de civilización. Y eso es exactamente lo que ha fallado: la civilización...". Don Ciotti espera que "las palabras se conviertan en carne y la vida", recordando que la Constitución "es el primer texto antimafia" y que por eso "debe ser aplicada." "Los mártires no han muerto para obtener una placa -reitera observando a los niños presentes- han muerto por nuestra libertad, por la democracia de nuestro país, por la verdad que algunos quieren silenciar! Esta es una historia de ayer, pero también de hoy". Y es a partir de la historia de ayer, del lejano 1877, que el fundador de Libera traza un hilo que une al pasado con el presente. Hace 140 años, en un diario titulado "La Sicilia Católica" (el órgano oficial de la Curia Episcopal de Palermo), se denunciaba la connivencia entre la "buena sociedad" y el crimen organizado: "¿De qué sirve ser abogado, alcalde, propietario e incluso diputado si tus propiedades y valores sirven para proteger a los malandrines? (...) ¡para lograr algo positivo no se debe transigir con la mafia!". Don Ciotti lee ese pasaje específico para después volver a conectar con la pregunta de un estudiante sobre las negociaciones Estado-mafia. El sacerdote habla del fiscal Nino Di Matteo como de  "un amigo que tenemos en común y que ya ha venido a esta escuela". Desde 1877 hasta hoy la simbiosis entre la mafia y el poder no ha cambiado, sólo ha evolucionado. En aquel periódico de hace 140 años también se decía que: "Todos los criminales tienen sus protectores, sus fuertes influencias, sus amigos inviolables. Y esos protectores a los bandidos los usan, y mucho: para resolver pacíficamente las cuestiones, para obtener lo que en la acción legal no pueden, y en el caso de los diputados, incluso para ser elegidos".

Don Ciotti apunta con el dedo a este cáncer devenido en metástasis: "hoy más que nunca hay una fuerte interacción entre el delito político, el delito económico y el crimen organizado". "Sí, he utilizado deliberadamente el término 'delito político' -subraya- porque es política y es también delito; las bandas están envueltos en estas alianzas que los hacen fuertes". Los chicos se sorprenden por su testimonio. Lo cual lleva hacia atrás las agujas del reloj, a los 17 años, cuando después de conocer a un anciano sin hogar comprende que su camino está al lado de los postergados, de los desheredados, de los adictos, cuando todavía en Italia no se hablaba de las drogas. "Levanten la voz cuando muchos opten por el silencio", afirma Don Ciotti, para hablar a continuación de las misiones de Libera en África "que fue colonizada por nuestros poderosos". "No pueden las multinacionales aplastar la dignidad de las personas", dice con determinación. Recuerda a continuación a los 4.5 millones de pobres de nuestro país, una demostración del estado en que estamos. "Estamos llamados a mirar la cara de todo el planeta", señala luego, para volver a tratar el tema de asumir las responsabilidades. "¡No lo olviden nunca: Dios no es católico, es de todos! El verdadero gran naufragio, muy anterior al de las barcas de inmigrantes -concluye- es el de la conciencia".

Foto © S. F.

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