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graviano200Por Giorgio Bongiovanni - 14 de junio del 2017

Sr. Giuseppe Graviano, le escribo después de leer con mucha atención las transcripciones de las conversaciones que ha tenido con su compañero en el patio de la prisión, el miembro de la Camorra Umberto Adinolfi. También leí las respuestas que el 28 de marzo pasado le dio al fiscal de Palermo que vino a interrogarlo. Una vez más, como lo había hecho en el juicio de su compatriota, Marcello Dell'Utri, prefirió permanecer en silencio, haciendo uso del derecho a no responder. Sin embargo, quiso dar un atisbo de apertura, diciendo que "cuando esté en condiciones seré yo mismo quien buscará aclarar algunas cosas que me ha dicho". La causa, dice, se refiere a las "condiciones de salud que hoy en día no me permiten sostener un interrogatorio tan importante y también por el estado psicológico surgido de las condiciones de reclusión que estoy obligado a vivir". "Yo -le dijo también al fiscal- estoy destruido psicológica y físicamente con todas las enfermedades que tengo, porque desde hace 24 años sufro acosos reportados a la fiscalía y la fiscalía no hizo nada. Después que recibí esta notificación, han entrado en mi habitación y puesto todo patas para arriba. Los documentos procesales son arrancados. Me han hecho una resonancia magnética porque mientras camino pierdo el equilibrio y han encontrado una enfermedad que me llevará a perder la memoria, lo cual sucederá dentro de cinco o diez años. Tomo todos los días cinco cápsulas de antidepresivos, sólo de antidepresivos y sufro acoso desde la mañana hasta la noche. Entran en mi habitación y me hacen tres búsquedas a la semana".

Vea, Sr. Graviano, hay algo que usted, Jefe de Brancaccio junto a su hermano Filippo, debe entender: ya no tiene ningún poder. Pertenece a una estructura conocida como Cosa Nostra, es cierto que ha sido el jefe de uno de los barrios más "importantes" de la ciudad de Palermo y, junto con su "jefe de jefes" Totò Riina (Bernardo Provenzano es hoy difunto), indudablemente es culpable de crímenes atroces, ha matado y ordenó la muerte de decenas de personas. Y no sólo eso. Usted se ha encargado de masacres en el Continente, ha matado a niños (sobre todo le recuerdo a Nadia y Caterina Nencioni, de nueve años y sólo 50 días de vida que han perdido la vida en Via dei Georgofili en mayo de 1993) y a pesar de cuanto diga hay pruebas más que suficientes para demostrar su responsabilidad y la de su familia mafiosa de Brancaccio, en las matanzas de 1992. En particular en la de Via d'Amelio.

Usted es perfectamente consciente de los lazos secretos que Cosa Nostra tiene con el Estado italiano y con los poderes fuertes de nuestro país.

Usted es miembro de los altos niveles de la mafia, junto con Riina, Bagarella, Messina Denaro (todavía en libertad) y el fallecido Antonino Gioè, que murió en misteriosas circunstancias en la prisión en el verano de 1992. Y ha estado siempre en estrechas relaciones con sus pares de Calabria, desde De Stefano a Piromalli hasta Nirta Pelle, también llamado Nirta La Maggiore. Un jefe importante que dialogó con los interlocutores de las instituciones, del mundo de los negocios, de las profesiones liberales e integrantes infieles de los servicios de seguridad.

Indudablemente un hombre de poder.

Algunos de éstos son "revelados" en sus propias palabras, interceptadas en la prisión de Ascoli Piceno. Usted, a principios de los años noventa, ha tenido contactos directos, o indirectos, con Silvio Berlusconi, uno de los hombres más poderosos de nuestro país, a través de su "paisano" Marcello Dell'Utri que, lo sabe bien, está cumpliendo la pena después de ser condenado por concurso externo en complicidad con la mafia.

Paseando con su compañero le contó sus "tragedias familiares", sus "dificultades económicas" y toda una serie de enfermedades causadas por estos personajes que lo han abandonado a su suerte. Es decir  que lo dejan pudrirse en la cárcel.

Usted debe entender que Cosa Nostra no es la potencia que cree. Se lo digo a usted, pero son muchos, incluso entre los expertos (políticos, jueces, intelectuales, profesores y periodistas) que en este momento pretenden ignorar esta verdad. Hay quien sostiene que, escondido tras el velo de las palabras, el "tercer nivel" no es más que una fantasía. Incluso Giovanni Falcone, en el punto, hizo algunas declaraciones en un momento en que la lucha contra la mafia estaba en sus albores. Giovanni Falcone y Paolo Borsellino han sentado las bases para derrotar a la organización criminal, pero ambos también habían intuido que había algo más allá de la mafia. Paolo Borsellino dijo: "Tal vez sean mafiosos los que materialmente me maten, pero los que han querido mi muerte serán otros". ¿Quiénes son esos otros? Usted puede decirlo señor Gravano. ¿Quién era el hombre dentro del garaje cuando Villasevallos y sus hombres cargaron el Fiat 126 con explosivos? Incluso Giovanni Falcone, entrevistado por Saverio Lodato en L’Unità después del ataque fallido de Addaura, declaró: "Mentes refinadísimas tratan de orientar ciertas acciones de la mafia. Hay posiblemente puntos de conexión entre los vértices de Cosa Nostra y centros ocultos de poder que tienen otros intereses. Tengo la impresión de que este es el escenario más creíble, si realmente se quieren entender las razones que llevaron a alguien a matarme ... estoy presenciando el mismo mecanismo que condujo a la eliminación del general Carlo Alberto dalla Chiesa... El guión es ese. Basta tener ojos para ver". Usted puede explicar este mecanismo Sr. Gravano, pero debe aceptar que esta estructura de poder no hizo negocios sólo con ustedes. En realidad, no ha hecho otra cosa que utilizarlos, dirigirlos, ejecutar a su conveniencia. Una función que continúa hasta hoy. Les hicieron creer que trataban con pares, que son los padres de Sicilia, si no de toda Italia. Pero no es el caso. Si ustedes son lo que son es sólo porque alguien se lo permite. Estas entidades externas, los servicios de inteligencia del Estado, servicios desviados, la banca, la política, las finanzas, integradas por hombres de poder, con mucho más poder que ustedes, criminales y asesinos, los hicieron vivir en una burbuja para luego tirarlos a la primera oportunidad.

¿La prueba de lo que digo? Que se está pudriendo en la cárcel junto con otros miembros de la cúpula.

La única excepción son aquellos miembros que han colaborado con el Estado, el verdadero. Los que han decidido abrirse y decir lo que saben acerca de esos capítulos oscuros del país, con jueces justos que han heredado las ideas de Falcone y Borsellino.

Por lo que no es cierto que la mafia ha negociado a la par, porque fue sometida y aplastada por los poderes fuertes. Son dichos poderes, italianos y extranjeros (en particular relacionados con los Estados Unidos de América) los que la controlan y utilizan.

Hay un gran negocio financiero que voluntariamente se ofrece a lavar su dinero, pero para hacerlo dicta las condiciones.

Usted mismo afirma haberse sentado con Berlusconi para hacer negocios ("Sí, hace 30 años me sentaba con ustedes ¿no es así? Les he traído bienestar, hace 24 años me sucedió una desgracia, me arrestaron, y empezaron a apuñalarme ¿por qué? Por el dinero, porque a ti te mantiene el dinero"). Si esto ocurrió y usted fue detenido a pesar de la "fabulosa cobertura", está claro que Berlusconi pertenece a un poder más fuerte que el suyo. Y usted sigue atrincherado detrás de ese silencio en deferencia a esa regla contraproducente y fanática de la Cosa Nostra de "no hablar".

Usted dice que su "único pensamiento es salir de la cárcel".

No crea que podrá hacer lo que quiera. Tiene una sola oportunidad. Que es la de contar todo lo que sabe colaborando con el poder judicial. Redimiendo sus crímenes, ayudando a hacer justicia a todas aquellas personas que se encuentran privadas de ella en parte debido a sus obras nefastas. Usted tiene la oportunidad de cambiar su forma de vida para que esos poderosos personajes de rostro oculto puedan ser desenmascarados. Sólo entonces, tal vez, pueda abrazar a sus seres queridos en forma "digna".

En espera de respuesta.

Giorgio Bongiovanni

Director de ANTIMAFIADuemila

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