papapino200Recordó el compromiso de don Pino Puglisi: "debemos preguntar ¿qué puedo hacer yo?"

Por Aaron Pettinari - Video - 15 de septiembre del 2018

"No se puede creer en Dios y ser mafioso. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfema con la vida el nombre del Dios-amor. Hoy necesitamos hombres de amor, no hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir el poder. A los otros la vida se les da, no se les quita. No se puede creer en Dios y odiar al hermano, quitarle la vida con odio: el Dios-amor repudia toda violencia y ama a todos los hombres. Por lo tanto la palabra odio debe ser borrada de la vida cristiana; por lo mismo uno no puede creer en Dios y suprimir al hermano.

A los mafiosos les digo: ¡cambien, hermanos y hermanas! ¡Dejen de pensar solo en ustedes y en su dinero, conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo! De lo contrario, sus vidas se perderán y será la peor de las pérdidas. Si la letanía mafiosa es: "No sabes quién soy", la cristiana es: "Te necesito". Si la amenaza mafiosa es: "Me lo pagarás", la oración cristiana es: "Señor, ayúdame a amar". Saben que el sudario no tiene bolsillos - insistió Francisco - no se puede llevar nada".El Papa Francisco, tal como lo había hecho en el 2014 al excomulgar a los mafiosos, volvió a condenar enérgicamente al crimen organizado, recordando en su homilía cuán incompatible con el cristianismo es ser un mafioso.

Una homilía emocionante frente a una multitud de fieles. Casi 80 mil personas que llegaron a Palermo y lo aclamaron a su paso por las calles del Foro Itálico. Durante la misa, el Papa quiso rendir homenaje a todas las víctimas de la mafia y, en particular, recordó el sacrificio y el compromiso de don Pino Puglisi, que se conmemora en el día de hoy: "Esta es la elección: amor o egoísmo – dijo el Santo Padre –  el egoísta piensa en cuidar su vida y se apega a las cosas, al dinero, al poder y al placer. Entonces el diablo le abre las puertas. El diablo está en los bolsillos. Si se está apegado al dinero, ahí está el diablo. Él hace creer que todo está bien, pero en realidad el corazón está anestesiado. El egoísmo es un anestésico muy poderoso".

Luego advirtió: "Este camino siempre termina mal: al final uno se queda solo, con el vacío interior, rodeado solo por los que quieren heredar. Es como el grano de trigo del Evangelio: si permanece cerrado en sí mismo, sólo está bajo tierra. Si se abre y muere, da sus fruto en la superficie". "Aquellos que viven para sí mismos, los que multiplican su facturación, los que tienen éxito, los que satisfacen plenamente sus necesidades parecen estar ganando ante los ojos del mundo – agregó – la publicidad nos martilla con esta idea, la idea de buscar lo ‘propio’, la del egoísmo; sin embargo, Jesús no está de acuerdo y nos lo dice. Según él, los que viven para sí mismos no solo pierden algo, pierden su vida, mientras que los que se donan a sí mismos encuentran el sentido de la vida y ganan".

El recuerdo de Pino Puglisi

Hablando del padre Pino Puglisi, dijo: "Queridos hermanos y hermanas, hoy estamos llamados a elegir de qué lado estar: o vivir para uno mismo, con la mano cerrada, o dar la vida, con la mano abierta. Don Pino así nos lo ha enseñado: no vivió para hacerse ver, no vivió para hacer declaraciones contra la mafia, ni se contentó con no hacer nada malo, se dedicó a sembrar bien, muy bien. La suya parecía una lógica perdedora, mientras la lógica de la billetera aparentaba ser ganadora. Pero el padre Pino tenía razón: la lógica del dios-dinero es perdedora. Echemos un vistazo. Siempre está presionando la voluntad de uno: tengo una cosa e inmediatamente quiero otra, y luego otra más, y más, y más, sin fin. Cuanto más tienes, más quieres: es una pésima dependencia, es como una droga. Los que se llenan de cosas están vacíos. El que ama, en cambio, se encuentra a sí mismo y descubre lo bueno que es ayudar, servir, encontrar la alegría adentro y sonreír para afuera, como lo hacía don Pino".

Luego agregó: "Hace veinticinco años, cuando murió en el día de su cumpleaños, coronó su victoria con una sonrisa, con esa sonrisa que no deja dormir a su asesino por las noches, el cual dijo: 'había una especie de luz en aquella sonrisa'". "El padre Pino estaba desarmado, pero su sonrisa transmitía la fuerza de Dios, no con un destello cegador, sino con una luz suave que viene de adentro e ilumina el corazón – dijo en la misa en el Foro Itálico –. Es la luz del amor, del regalo, del servicio. Necesitamos tantos sacerdotes de la sonrisa, de cristianos de la sonrisa, no porque tomen las cosas a la ligera, sino porque son ricos sólo con el gozo de Dios, porque creen en el amor y viven para servir. Es dando la vida que se encuentra la alegría, porque hay más alegría en dar que en recibir". El Papa entonces preguntó: "¿Quieren vivir ustedes así? ¿Quieren dar la vida sin esperar a que otros den el primer paso? ¿Quieren hacer el bien sin esperar el intercambio, sin esperar a que el mundo mejore? ¿Quieren arriesgarse por el Señor?".

"Don Pino – continuó Francisco – sabía que estaba en peligro, pero sobre todo sabía que el peligro real en la vida es no arriesgarse y sobrevivir con conveniencias, trucos baratos y atajos. Dios nos libre de vivir a la baja, o de contentarnos con verdades a medias. Las medias verdades no sacian el corazón, no hacen bien. Dios nos libre de una vida pequeña, que gira en torno a lo efímero. Que nos libre de pensar que todo está bien si me va bien a mí, el otro que se arregle. Que nos libre de creernos justos si no hacemos nada para luchar contra la injusticia. Quien no hace nada para contrarrestar la injusticia no es un hombre justo o una mujer justa. Que nos libre de creernos buenos sólo porque no hacemos nada malo. Es algo bueno, dijo un santo, no hacer mal, pero es malo no hacer el bien". "Señor, danos el deseo de hacer el bien, de buscar la verdad dejando de lado la falsedad, de elegir el sacrificio, no la pereza, el amor, no el odio, el perdón, no la venganza", invocó el Pontífice.

"No se puede seguir a Jesús con ideas, debemos ocuparnos de hacer". ‘Si todos hacen algo, se puede hacer mucho’ repetía don Pino", recordó una vez más el Papa Francisco. Luego preguntó: "¿Cuántos de nosotros ponemos en práctica estas palabras? Hoy, ante él, nos preguntamos: ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer por los demás, por la Iglesia? No esperes a que la Iglesia haga nada, empieza ya. No esperes a la sociedad, comienza tú. No pienses en ti mismo, no huyas de tu responsabilidad ¡elige el amor!".