Por Giorgio Bongiovanni – 22 de octubre 2012
La vergüenza y la indignación que sentimos está estrechamente ligada al hecho de que ni Renzi, ni Bersani, así como tampoco otros líderes de esta coalición, colocan en los primeros puestos de su agenda política la lucha contra la mafia. Ante todo esto no se puede por lo tanto creer en lo que se nos presenta como una “novedad” desde el punto de vista político. No se puede por lo tanto creer ni sostener un proyecto político del Pd cuando la palabra mafia es prácticamente oscurecida. ¡No creemos en esta farsa!
Estamos delante de la demostración plástica gráfica de que este partido no es tan diferente del partido de Berlusconi. Y si no veremos elecciones en sentido contrario el Pd confirmará que es un partido al cual, en la mejor de las hipótesis (salvo rarísimas excepciones), la lucha a la mafia no le interesa, la subestima o la desdeña (un error que de todas formas ya es gravísimo de por sí); en la peor de las hipótesis –y tenemos motivos para creerlo- si continuará persiguiendo esta metodología se revelará ser un partido que necesita, como dijo un famoso ministro, “convivir” con la mafia para poder gobernar nuestro país.
La razón de nuestra profunda indignación se debe al hecho de constatar que el más grande partido político del centroizquierda, esa “izquierda” que ha tenido en su seno mártires de la mafia como Pio La Torre y otros, está corriendo el riesgo de caer en el peor error de todos los partidos de poder.
Si el Pd no da señales de un rápido cambio ante el país la desilusión de todos los electores que viven atenazados por la mafia será muy grande. Con la consiguiente hemorragia de votos.
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