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mutolo-gaspare-escl“BANCO DEL VATICANO Y JUECES CORRUPTOS EN LAS MANOS DE COSA NOSTRA”
Entrevista exclusiva al arrepentido Gaspare Mutolo
Por Giorgio Bongiovanni 26 de Abril de 2013
No es la primera vez que en el transcurso de mi trabajo de cronista judicial me encuentro cara a cara con algunos colaboradores de la justicia, los llamados arrepentidos. Personajes que han hecho la historia de la mafia y escrito las páginas más oscuras de la historia de Italia.
Una experiencia que me ha permitido comprender profundamente lo que representa Cosa Nostra para nuestro país, y qué rol ha tenido, desde el atentado de Portella della Ginestra hasta el día de hoy, en la definición incluso de equilibrios políticos y económicos. Algunos colaboradores de justicia se han convertido en arrepentidos por conveniencia, solo después de haber firmado un contrato con el Estado Italiano (un hecho que de todos modos comparto ya que los colaboradores de justicia nos han permitido hacer luz sobre los delitos perpetrados por Cosa Nostra y por quienes eran conniventes con la criminalidad organizada), otros se han arrepentido realmente en el sentido humano-laico, y otros más en el sentido humano-espiritual. La sensación que tuve al reunirme con Gaspare Mutolo, ex mafioso del “mandamento” (territorio mafioso) de Partanna-Mondello, que manejaba parte del gran narcotráfico y era sicario para sus jefes, Saro Riccobono, pero sobre todo el “jefe de jefes” Totò Riina, fue la de estar ante un colaborador de justicia que se ha arrepentido realmente. Un colaborador de justicia que ha contado y que aún hoy sigue contando todo lo que ha hecho o que ha tenido la posibilidad de conocer dentro de la organización criminal más feroz: Cosa Nostra. Quizas haya sido el último arrepentido que se encontró con Paolo Borsellino y que, incluso después de la muerte del juez, realizó importantes revelaciones sobre los representantes de las instituciones conniventes con Cosa Nostra, desde el juez Signorino hasta el número 3 de los Servicios Secretos de Sicilia, Bruno Contrada, desde el Diputado Salvo Lima al siete veces Presidente del Consejo Giulio Andreotti, y muchos otros. De nuestra reunión surgieron novedades escalofriantes e inquietantes que si se llegaran a probar podrían abrir incluso nuevos escenarios de investigación.

La historia de Mutolo dentro de Cosa Nostra comenzó realmente desde hace mucho. Criado en los ambientes criminales palermitanos desde su juventud era conocido por la justicia por ser ábil en los robos y a causa de los mismos había terminado varias veces en la cárcel. “Fue precisamente en una de estas ocasiones – cuenta – que conocí a Salvatore Riina. Eran los años ’64-’65. Es gracias a él que comencé a entender ciertas cosas y a tener una especie de relación con Rosario Riccobono, el jefe de la familia de Partanna-Mondello. Y fue en ese ‘mandamento’ que hice mi carrera criminal hasta convertirme en ‘capodecina’ (que controla a diez hombres).”

¿Cómo fue su afiliación?
Recuerdo perfectamente ese día. Fue en junio del ’73 y fue el mismo Riina quien le dijo a Riccobono que tenían que ‘combinarme’ (rito de iniciación mafioso). Nos encontrábamos en Nápoles, en uno de los campos de Nuvoletta (camorristas napolitanos afiliados por Riina también en Cosa Nostra). Conmigo estaban Saro Riccobono, Emanuele D'Agostino, Stefano Giaconia y otros. Riccobono toma la estampita sagrada y mientras ésta se quema me explica que no tengo que dejar que se apague, pasándola de mano en mano.
Pero la “punciuta” (corte en el dedo índice con un objeto punzante que forma parte del rito de iniciación mafioso) me la hace D'Agostino que era mi padrino. Hago el rito y me convierto en miembro de la familia de Partanna-Mondello. Luego, una vez que estaba dentro de Cosa Nostra sabía que teníamos que estar listos para hacer cualquier cosa y me convertí en parte del grupo de fuego junto a Angelo La Barbera, Salvatore Micalizi, un tal Pecorella, Emanuele D'Agostino,  Salvatore Contorno, Francesco Marino Mannoia. Nosotros estábamos a disposición para todo lo que hubiera que hacer”.

¿Cuántos homicidios cometió Usted para Cosa Nostra?
Muchos. En los años posteriores, con el inicio del triunvirato Bontade-Liggio-Badalamenti, cometimos muchos delitos para todos. Personalmente creo que participé en al menos treinta homicidios, tal vez más. Nunca los conté.

¿Asesinó a mujeres o niños?     
No, nunca. Para nosotros las mujeres y los niños eran sagrados. Luego las cosas se pusieron feas después del ’78. La llamaron “guerra de la mafia” pero fue una masacre en un único sentido en la que fueron asesinados muchos inocentes. Fue asesinada la mujer de Giovanni Bontade, sus hijos que ni siquiera eran mafiosos. Lo mismo con Buscetta. A Mannoia le mataron a su hermana, a su madre, a su tía por el simple hecho que estaba hablando con Falcone. Por no hablar de la muerte del pequeño Di Matteo. Riina llevó a Cosa Nostra a la ruina y yo siempre testimonié incluso frente a él (careo de junio de 1993).
    
¿Por qué usted se salvó con respecto a otros boss?
Yo estaba en la cárcel. Luego, cuando salí, tuve suerte porque había muchas personas que me querían mucho. Tenía amigos como Pino Leggio o un tal Domenico Condorelli, un “hombre de honor” de la familia de Catania. Éste se dejó matar por mí, porque se negó a organizar, junto conmigo, una comida en Gavarrano, en provincia de Grosseto. Gracias a él tuve la certeza de que me querían eliminar. No se si haya sido Riina quien me quería muerto. Siempre pensé que quienes me querían matar eran los Porcelli, que gracias al favor de Riina se había convertido en jefe de la familia en Partanna Mondello, y Giuseppe Giacomo Gambino. De hecho las familias de Catania le decían a Condorelli que “tenían que hacerle un favor a ‘u tignusu’ (Giacomo Gambino)”. Pero yo era un tipo dinámico, me desplazaba continuamente y no lograron asesinarme.

¿Antes de la guerra de la mafia qué tipo de relación tenía con Riina?
Antes de que me desilusionara profundamente pidiéndome que traicionase a Saro Riccobono lo único que sentía por Riina era admiración. Habría sido capaz de tirarme desde un puente por él. Le quería mucho y él me quería a mí. Incluso fui su chofer y varias veces le llevé a Nápoles desde Nuvoletta. Luego (nos encontramos en 1974) me di cuenta de que algo estaba cambiando. Comencé a ver las traiciones que Riina estaba tramando para destruir a Cosa Nostra. Precisamente por la desilusión que sentí de Cosa Nostra fue que decidí hablar con el juez Falcone.

¿Cómo fue vuestra reunión?
Yo sentía una gran admiración por Falcone, era el más inteligente de todos. En Cosa Nostra le considerábamos como el enemigo número uno. Era Diciembre del año ’91 y le mandé un mensaje y él vino pocos días después. Cuando me reuní con él le dije: “Quiero hablar en una forma diferente en relación a Buscetta, Contorno y Mannoia. Yo debo comenzar desde Roma hacia arriba. Desde su oficina hasta la Casación y hasta el Parlamento”. También le hablé del juez Carnevale. Los mafiosos estaban preocupados porque ya no estaba en la Casación. Lamentablemente, al no ser más Fiscal, me dijo que no podía tomarme declaraciones, y fue en ese momento que me dijo que hablara con Paolo Borsellino.  

El interrogatorio del 1 de Julio de 1992 se convirtió en una fecha clave...
Recuerdo muy bien ese día. Vino con el Juez Aliquò. Una reunión que tenía que ser secreta, además porque estaban matando a las familias de otros arrepentidos. Pero en un determinado momento llega una llamada telefónica y me dice: “Voy a ver al Ministro”. Pasaron veinte años antes de que Mancino admitiera que se había reunido con Borsellino. Cuando el juez volvió donde me encontraba estaba muy nervioso, con la cara roja y con los cigarrillos en la mano. Estaba preocupado porque se había encontrado con Parisi y Contrada y me dijo que ya se habían enterado de nuestra reunión. Para él fue un verdadero shock.

Usted dio varios nombres de los miembros de las instituciones que han tenido que ver con Cosa Nostra...
Conté lo que sabía. Hablé del Dr. Bruno Contrada (ex número 3 del SISDE,  Servicio para la información y la seguridad democrática), del juez Corrado Carnevale (Presidente de la Primera corte de Casación), de los jueces Carmelo Conti, Pasquale Barreca, Domenico Signorino (que luego se suicidó en 1992). Yo no tenía nada personal contra estas personas, pero sabía el daño que hacían. De Contrada, por ejemplo, me contaba Saro Riccobono, que  una vez fue interceptado mientras hablaba por teléfono y antes de una redada Contrada le había avisado y así él se había fugado. Sabíamos que era una figura importante.
De Signorino me acuerdo que cuando Falcone investigaba sobre Mannoia nosotros lo sabíamos antes que los periódicos porque él nos lo mandaba a decir. Cuando se suicidó fue un trauma para mí y no me fue fácil superarlo. Riina andaba diciendo por ahí, en los procesos, que yo era “alguien peligroso, porque había jueces que estaban muriendo”. Por suerte también tenía quienes me apoyaban y alentaban a seguir adelante. Entre ellos estaba Pippo Giordano (que en ese entoces era inspector de la DIA y estaba presente en el último interrogatorio que Borsellino realizó a Mutolo el 17 de Julio de 1992). Giordano era un hombre íntegro, incorruptible. En la época del maxi-proceso se hablaba de él, le llamaban “baffo”. Giovanni Di Giacomo fue quien me contó un episodio. Cuando fue detenido y luego arrestado por Giordano, eran los años ’80, llegó a proponerle un paquete con 150 millones de liras y él lo rechazó. “Stu curnutazzu di sbrirro ca un si vosi piggghiare i picciuli, u nu pottimu accattari” (Este esbirro cornudo que no ha querido agarrarse el dinero, no nos lo pudimos comprar, n.d.r.), comentaban entre ellos. Hubiera podido quedarse  el dinero y convertirse en uno de los ‘abordables’ pero no lo hizo. Si hubiera aceptado el dinero su historia podría haber sido distinta. Cosa Nostra se acerca al poder también de esta forma. Aprovechándose de las debilidades. Signorino, por ejemplo, era ‘abordable’porque tenía vicios, era adicto a los juegos de azar. Vicios que también tenía otro Juez: Giuseppe Ayala.  

¿Habla de vicios de juego?
Tanto él como Signorino tenían el vicio del juego. Pedía dinero, compraba droga. Esto lo se por Enzo Sutera, un mafioso de Partanna Mondello que me dijo que un amigo suyo le llevaba la droga al Juez Giuseppe Ayala. También recuerdo que antes del maxi-proceso le mandamos a decir a Riina que contábamos con la forma de llegar a los Jueces. Ellos buscaban dinero y en cambio quizás podían arreglar algún proceso. Por ejemplo de Ayala puedo decir algo que también revelé a otro magistrado. En el maxi-proceso, en el momento de la acusación, para mi pidieron 25 años y para el jefe de mi “mandamento” Giacomo Giuseppe Gambino pidieron solo 10 años. Esto lo veo como un “favor” que Ayala le hizo a Gambino. Poco después los Jueces que me interrogaron me contaron que Ayala había confundido al “u'tignusu” (Giacomo Giuseppe Gambino) con otro Gambino de la Guadagna que de todos modos estaba sometido a un proceso. Pero digo yo ¿cómo es posible confundir a un “jefe de mandamento” con otro de menor rango? Pero no es algo sobre lo que yo insistí porque no considero a Ayala como al alguien peligroso. Era uno que no daba miedo, además porque en el interín había entrado en política. Recuerdo que realizó una declaración, mientras nosotros estábamos en plena batalla con la mafia en el ’92 y ’93. En una entrevista habló de la ley sobre los colaboradores de justicia (mafiosos arrepentidos). Dijo que a esa altura los jueces tenían suficiente material de investigación y que los colaboradores de la justicia podían ir a la cárcel.

Ayala se convierte en protagonista de otro hecho, el día del atentado de Via D’Amelio. Fue uno de los primeros en llegar y uno de los que, ese día, tomó en sus manos el maletín de Borsellino adentro del cual se encontraba la “Agenda Roja”. En el transcurso de estos años dio distintas versiones de esos momentos. ¿Cómo puede ser según su opinión?
Puedo decir que Borsellino llevaba siempre consigo esa agenda roja. Allí se encontraban escritas todas las cosas que podían molestar a la mafia y también al Estado, a la política. Es posible que un personaje ambiguo como Ayala pueda haber creado confusión sobre ese hecho, pero también es posible que simplemente se la haya dejado a alguien más.

En cambio ¿qué es lo que sabe acerca de las relaciones entre la mafia y el Vaticano? ¿Alguna vez oyó hablar de Calvi, de Marcinkus?  
Y… ¿según su opinión porqué esos se visten de negro? Digamos que la Iglesia a nivel nacional y regional siempre estuvo de acuerdo. Por ejemplo en algunos pueblitos quienes mandaban eran el mafioso, el comisario y el cura. En los años ’80 Cosa Nostra realmente tocaba el cielo con la mano. La mafia no tenía problemas y ser mafioso era como tener una garantía. Entre nosotros hablábamos. Sabíamos que el dinero depositado en el banco del Vaticano estaba al seguro porque ahí no hay controles.

¿Con quién habló sobre esto?
Se hablaba. Recuerdo que me lo decía Nino Madonia, (boss jefe de “mandamento” miembro de la Cúpula) pero también se hablaba con otros como Gaetano Carollo, Enzo Galatolo, Salvatore Micalizi (hombres de honor). Sabíamos que el dinero entraba en el Vaticano a través del banquero Roberto Calvi y quedaba seguro. También le conté un episodio al Juez de Roma.  
Había un tal Lena que me habló de un delito que había cometido junto a Flavio Carboni imprimiendo billetes nigerianos que servían para hacer ir a la quiebra a un país. Dicho Lena estaba preocupado porque habían encontrado un intercambio de correspondencia con un cura en relación a un maletín de Calvi, con 600 millones, que era entregado a un cura. Lena intercambió el maletín con los cheques y cuando fue a cobrarlos el cura no los había pagado, y entonces Lena le contestó: “Está bien, no me importa si no los pagas, total los pagará Giulio”, refiriéndose a Andreotti. El dinero se invertía en todas partes, además porque llegaban en cantidades impresionantes, sobre todo gracias al tráfico de droga. Y se invertían en la bolsa, en el exterior, en Italia. Recuerdo que ya en los años ’80 los Madonia nos invitaban a que hiciéramos inversiones en Alemania Oriental porque sabían acerca de la caída del muro. Yo me preguntaba cómo hacían para saber este tipo de cosas. Pero las sabían.

¿Se puede decir que el tráfico de droga representa el negocio más fructífero para las mafias?
Según mi opinión el business de la droga fue el más fructífero. Y aún hoy lo es.
En aquella época, después de los marselleses, estábamos nosotros. Administrábamos el tráfico mundial enviando la droga a todo el mundo. Y todos se enriquecían. En todo esto hay algo que yo definiría como la “garantía”. Mientras sigan existiendo las naciones pobres que hacen revoluciones siempre habrá tráfico de droga. Porque estos países compran las armas produciendo la droga y lo que le interesa a los grandes países industriales es precisamente vender armas.

Usted tenía esta fuerte relación con el narcotraficante tailandés Koh Bak Kin...  
Le conocí en Sulmona. Le había ayudado dándole lo que tenía mientras estaba por salir de la cárcel. A partir de ese momento creamos las bases para nuestros negocios.
Yo mantenía el contacto con Koh Bak Kin y los demás invertían a través mío. Cada uno ponía lo que tenía, 20 millones, 50 millones, 100 millones. No importaba cuanto. Cuanto más invertías más ganabas. Al inicio la droga (heroina) se mandaba sobre todo a América donde las familias me la pagaban 160 millones (de liras) por kg. Además en Tailandia no había problemas para conseguir la morfina y el producto allí era mejor.

¿Según su opinión, aproximadamente, en esos años, cuántos kg de droga traficó la mafia?
Es algo imposible de cuantificar, de la misma manera que es imposible saber cuánto dinero hemos ganado. Recuerdo que Pietro Vernengo, otro gran narcotraficante, me dijo una vez: “A mi no me interesa la droga, la entierro, pero en dinero”. O como Pino Savoca que había perdido la cuenta, él ponía el dinero en las bolsas de basura y lo enterraba, ni siquiera se acordaba dónde las enterraba. Cuando se habla de secuestros de bienes de la mafia por alrededor de 20 millones de euros parece algo enorme, en realidad son monedas.
    
Volviendo a la actualidad. En estos meses se está celebrando la audiencia preliminar para el proceso sobre la “negociación”. ¿Qué idea tiene usted en relación a esto?
Pactos entre el Estado y la mafia se han hecho varios. Recuerdo por ejemplo que entre los años ’74-’75 se había logrado “el acuerdo” sobre la no existencia del delito de asociación mafiosa. Y ya en ese entonces se decía que si el Estado no acataba se cometerían actos terroristas en toda Italia. Además hay que decir que nos sentimos abandonados cuando llegaron las condenas del maxi-proceso. Continuamos algunos años, luego, con la sentencia de la Casación se interrumpió todo. Ahora está este proceso, pero en todos estos años han ocurrido cosas incluso graves. Como el escondite de Riina que nunca fuera registrado. ¡En 50 años nunca pasó que después de un arresto no se registre la casa del arrestado!

Según su opinión ¿quién asesinó a Falcone y Borsellino además de la mafia?
Este es un enigma. Nosotros teníamos nuestras “conversaciones” sobre Falcone además porque era temido y “admirado” por los mafiosos. Le seguíamos. Varias veces tuvimos todo listo para eliminarle. Incluso Santapaola había enviado los lanza misiles. Sobre Borsellino lo extraño fue el despistaje que se puso en marcha de inmediato a nivel procesal. Yo lo decía que no podía ser que pusieran en manos de Scarantino algo tan delicado como robar el coche, porque él ni siquiera era de Cosa Nostra.

¿Qué piensa usted de la mafia de hoy?
Que está en letargo. Hay un dicho “Càlati iuncu ca passa a china” (Agáchate junco, que pasa la ríada. Pero para tener la potencialidad de los años ’80 todavía tendrán que pasar muchos años.

¿Pero porqué dice que está en letargo? ¿Está esperando aliarse con alguien?
Espera. Está allí. Querría volver a la vieja forma, y de hecho ha habido escuchas telefónicas que lo han demostrado, pero ahora los tiempos son diferentes. Pero su fuerza es el poder económico.

Volviendo a hablar sobre usted ¿si Cosa Nostra hubiera seguido siendo la de los Badalamenti y los Bontade usted habría dado igualmente este paso?
Probablemente no, porque en ese tiempo había una lógica en lo que se hacía. Había una admiración por el poder y por sentirse respetados. Entonces podía ocurrir que uno como yo iba a la casa de los Salvo (los ex cobradores de impuestos mafiosos sicilianos, los hombres más ricos de Sicilia en los años ’70) con estos que tenían que ponerse a disposición. Después de Riina todo cambió y como le dije a él en un careo durante el proceso, se derramó demasiada sangre inocente. Y había que detener este sistema.

En términos patrimoniales ¿usted a cuánto renunció?
Al menos a diez mil millones. Tenía varios bienes, terrenos, propiedades, el dinero de la droga. No hay nada que no haya dicho sobre mis bienes porque es así como se tiene que comportar un colaborador de justicia. Tiene que decir todo y no tiene que cometer errores. Yo no lo hice, me despojé de lo que tenía y puedo decir que el Estado me ha ayudado. Entre las personas que estuvieron más cerca mío se encontraba el Prefecto Manganelli, que hoy ya no está con nosotros. Era realmente una buena persona incluso fuera del rol que tenía. Y no digo esto porque haya muerto sino por todas las cosas que hizo. Si hoy he cambiado completamente mi vida, junto a mi familia, ha sido también gracias a su ayuda. Fui el primero que obtuvo el cambio de identidad y mis hijos salieron del programa de protección. Yo no, pero vivo honestamente gracias al fruto de mi trabajo. Desde 1983, cuando estaba en la cárcel (y el boss Liggio firmaba los lienzos que él hacía), me dedico a la pintura. Una forma de expresar lo que tengo dentro de mi (en Roma ya realicé una muestra con 30 lienzos).

Estas palabras de Mutolo, en la entrevista de hoy, serán ampliamente desarrolladas en el libro de Anna Vinci que será publicado en el mes de septiembre por la Editorial Rizzoli y que proyectará a Mutolo nuevamente a escena. Una ampliación, una verdadera historia desde el interior de la mafia, la superación de lo todo lo dicho y repetido hasta ahora, en libros y artículos, y que nosotros seremos entre de los primeros en adelantar.

ACLARACIONES:
En relación al Juez Giuseppe Ayala, Gaspare Mutolo no es el único colaborador de justicia que ha realizado declaraciones. También Giovanni Brusca, interrogado el 25 de Julio de 2007, declaró ante los Fiscales de Caltanissetta: “en referencia al argumento de los atentados tengo que decir que en los años ’86-’87, al regreso de la estadía obligatoria transcurrida en Linosa, mi padre me explicó que la organización había entregado a dos magistrados 500.000.000 de liras, precisamente al Dr. Signorino y al Dr. Ayala, para que se encargaran de arreglar los procesos por mafia que estaban en curso. Por lo que me dijo mi padre quien se encargó del asunto fue Giuseppe Giacomo Gambino que tenía contactos con las altas esferas de Palermo. En el entorno de Cosa Nostra se rumoreaba que el Juez Ayala era cercano a los ambientes mafiosos. Creo que de dicho hecho pueden estar al corriente también Cangemi Salvatore (Cancemi, fallecido en el 2011, n.d.r.) Calogero Ganci, Francesco Paolo Anselmo (Anzelmo, n.d.r.), Salvatore Cocuzza (Cucuzza, n.d.r.) y quizas también Franco Di Carlo. No recuerdo si hice referencia a dicha circunstancia anteriormente, obviamente si no lo hice fue a causa de la enorme cantidad de recuerdos relativos y a mi bagaje de conocimientos. En relación a la figura del Juez Ayala, tengo que decir que después de la sentencia emitida en primer grado en el primer maxi-proceso en el que fui absuelto, y en la espera del juicio de apelaciones solicitado por la Fiscalía, me encontré hablando con Ezio Vanni Calvello, hijo del príncipe Calvello, a quien le hablé de mi absolución y de la apelación. Él me reprendió porque no se lo hice saber antes porque en ese caso se podría haber contactado a Ayala ‘para resolver los problemas’.” Estas declaraciones constan en un expediente sobre el Juez Ayala que posteriormente fue archivado en el 2008 (R.G.N.R. mod. 45); en el mismo expediente se citaba a otros colaboradores de justicia que llamaban en causa a Giuseppe Ayala.

Ayala en defensa de Salvo Andò
El 27 de Octubre de 1997 Giuseppe Ayala, que en ese entonces era Senador y Subsecretario de Justicia, fue llamado a declarar por la defensa de Salvo Andò en el Proceso por compra de votos “Andò – Santapaola”.

Quien es Salvo Andò
Socialista, ex Ministro de  Defensa en el Gobierno de Amato fue reenviado a juicio el 24 de Noviembre de 1994 por el Juez Instructor Antonino Ferrara a pedido de los Fiscales Mario Amato y Nicolò Marino después de haber obtenido la autorización del Parlamento para proceder el 20 de Abril de 1993. La acusación es de compra de votos con el clan catanés del boss detenido Benedetto Santapaola. La investigación surgió de las declaraciones del arrepentido Claudio Severino Samperi según el cual Andò habría mantenido relaciones con los grupos mafiosos ligados con Santapaola a cambio del apoyo cuando eran las elecciones locales y nacionales, al menos a partir de 1984. A propósito de las supuestas reuniones entre Andò y el exponente mafioso, los magistrados escriben en la solicitud de autorización: “Samperi hacía referencia a reuniones que se habían desarrollado entre el diputado Andò y Santapaola, quien en aquella época ya era prófugo, cuando le hicieron la pregunta específica respondió que Santapaola se había decidido a apoyar al parlamentario a cambio de la promesa que le fuera hecha por este último de favorecerle a él y a los miembros de la organización, agregando, sin embargo, que el diputado Andò no cumplió plenamente con las promesas hechas, provocando de esa forma malestar en Santapaola”. Y se citan supuestos contactos que habría tenido Alfio Spadaro, encargado de la oficina de prensa de la Secretaría política de Andò, con un testaferro del grupo Santapaola: se habla de un intercambio de fax con los empresarios sospechados de ser los “nombres de comodo” y también de  actividades económicas mantenidas por Spadaro. Samperi en sus declaraciones habló también de las modalidades con las cuales el clan de Santapaola habría asegurado el apoyo al diputado Andò, “distribuyendo capilarmente, barrio por barrio en base a la presencia del grupo en el territorio, facsímiles electorales del parlamentario”. De hecho, dijo el arrepentido: “Cada responsable de los diferentes grupos de la organización tenía que encargarse de hacer propaganda en el territorio de su influencia sobre el nombre de Andò”. Además la policía habría descubierto, siempre gracias a las declaraciones de Samperi, un papelito en un chalet de Mascalucia. Los magistrados recuerdan que en dicha casa se había encontrado “un papelito, de cartulina, con el membrete de la “Cámara de Diputados”, redactado a mano con la inscripción ‘cordiales saludos, Salvo Andò’.”

Otros dos arrepentidos habrían acusado también a Andò: Carmelo Grancagnolo y Giuseppe Ricciardello. Una versión análoga dio, el 23 de Noviembre de 1994, en una declaración en el aula bunker de la cárcel romana de Rebibbia, el boss arrepentido Giuseppe Pulvirenti “u Malpassotu” que especificó como “Andò no cumplió con las promesas” que había hecho. También el arrepentido Francesco Pattarino también habló de numerosos políticos que habrían sido usados para “favores” recíprocos entre los diferentes clanes de Siracusa y de Catania. El interés del clan Santapaola hacia Andó, según Pattarino, tendría que ver con el “apoyo” brindado al grupo por parte del exponente socialista. Siempre en el proceso Salvo Andò (sobre compra de votos) el 29 de Mayo de 1997 Giovanni Brusca habló de la estrategia de Cosa Nostra para atacar a la corriente de Claudio Martelli, culpable de haber “traicionado” las supuestas promesas hechas a la mafia, habría incluido además la muerte, en el ’92, del ex Ministro de Defensa Salvo Andò. Brusca dijo también que oyó hablar de Andò a Eugenio Galea, yerno del boss arrepentido Giuseppe Pulvirenti, que el mismo arrepentido afirmó haber sido entre el ’89 y el ’93 el “portavoz” de Cosa Nostra entre Palermo y Catania. En dicha ocasión se habría hablado de la posibilidad de quitar del medio algún personaje importante dando el nombre de Andò.
Orazio Pino, arrepentido, representante de la familia Pulvirenti en Misterbianco – siempre al declarar en el proceso por compra de votos contra Salvo Andò – dijo, ante los Jueces de la Sección Tercera del Tribunal de Catania, que Cosa Nostra que “había hecho votar a todos por él, incluso a los prófugos”, tenía intenciones de “hacerle cosas feas” al exponente socialista por no haber mantenido las supuestas promesas. Siempre según lo dicho por Pino, Andò habría contado con el apoyo del clan de Piddu Madonia. “Fue el cuñado del boss Gianfranco Santoro quien me dijo que apoyaban a Andò y que su contacto era el asesor socialista de la Municipalidad de Catania, Fratantoni”.

El 21 de Noviembre de 1996 también tenía que declarar, como testigo de la acusación en el proceso contra el diputado Andó, Maurizio Avola quien se valió de la facultad de no responder, declarando que “no se sentía cómodo” con el Presidente del Tribunal Antonino Cardaci. Incluso el ex ministro de trabajos públicos de Cosa Nostra Angelo Siino habló de Andò. O mejor dicho, de una supuesta reunión que tuvieron en Catania el boss Giuseppe Ercolano (cuñado del jefe mafioso Nitto Santapaola) y el ex Ministro Andò. Según Siino, Ercolano le dijo que una vez, mientras discutía con Andò, llegó un coche de la policía y ambos “se escondieron en un escondite secreto que Ercolano había hecho construir debajo de la escalera que se levantaba hidráulicamente”. Siino lo indentifica (Andò n.d.r.) también como “uno de los verdaderos gestores del negocio agro-alimenticio”. Además, las declaraciones de Siino fueron transmitidas por la DIA de Palermo a la Fiscalía de Catania luego del interrogatorio del 26 de Agosto de 1997, realizado por los Fiscales Sustitutos Gioacchino Natoli y Luigi Patronaggio. Siino habló de una supuesta reunión que tuvieron el boss Nitto Santapaola a quien le había pedido que “manejara las licitaciones en la Provincia de Catania”. También el confidente Luigi Ilardo, sobrino del boss Giuseppe “Piddu” Madonia lo identificó como “cercano” al clan de Nitto Santapaola.
El 6 de junio de 2000 la Sección Tercera Penal del Tribunal de Catania absolvió a Salvo Andò, porque el hecho no persistía, de la acusación de compra de votos con el clan de Santapaola. El Fiscal Nicolò Marino concluyó la requisitoria definiendo el delito como probado, pero que cayó en prescripción.

En lo que se refiere al Juez Corrado Carnevale, a quien la prensa definió como “mata sentencias”, fue acusado de concurso externo en asociación mafiosa y luego en 2002 fue absuelto definitivamente por la Casación. Fue admitido nuevamente en la magistratura y en 2003 gracias a una medida prevista por la ley de ‘finanzas’ del Gobierno de Berlusconi, pudo recuperar los años perdidos, a pesar de que en el 2001 ya hubiera llegado a la edad para jubilarse. En Noviembre de 2008, con otra norma que formaba parte del decreto sobre las sedes en dificultad, se le permitió a los magistrados, que habían sido suspendidos injustamente por procesos penales que habían concluido con la absolución que ocuparan cargos de la magistratura, a pesar de que tuvieran más de 75 años, edad máxima para la jubilación de los mismos. Rebautizada como “Lodo Carnevale”, la ley provocó una serie de recursos administrativos. El Consejo de Estado, con una reciente sentencia, dio razón definitivamente al Juez. Así es como Carnevale seguirá siendo Presidente de la Sección de la Casación hasta el 2015, cuando cumpla 85 años. No se puede dejar de recordar que el Juez Carnevale, indignamente descalificado como hombre y como magistrado, definió a Falcone y Borsellino como “los dos diosesoscuros de la magistratura”, faltándoles el respeto incluso después de su muerte.

Fuente:
http://www.antimafiaduemila.com/200805013828/articoli-arretrati/inchiesta.html)

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