csm-plenumLA SANTA INQUISICIÓN DEL CONSEJO SUPERIOR DE LA MAGISTRATURA
Por Giorgio Bongiovanni - 9 de Agosto de 2013
Nuestro País cuenta con una institución que debería defender y tutelar la independencia de los magistrados serios y honestos, pero en cambio se trata de un sanedrín que sistemáticamente sigue emitiendo hipócritas sentencias que los castigan. Esta institución se llama Consejo Superior de la Magistratura. Hay un dicho evangélico que viene al dedillo en este caso: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, pero tragáis el camello!” (Mateo 23, 23). Hoy quienes ocupan los más altos escaños del CSM no son representantes de la independencia de la magistratura, sino más bien fieles servidores de hombres de poder (Berlusconi y otros). Sus miembros siguen encarnizándose con muchos “mosquitos”, para luego fingir que no ven ante los más que preocupantes “camellos” que tragar. Precisamente como los “escribas y fariseos” de hace dos mil años.
¿Qué está haciendo el actual Consejo Superior de la Magistratura, y qué es lo que no están haciendo los miembros honestos del mismo? Es una noticia de los últimos días que el CSM ha abierto un expediente contra el Juez a cargo de la presidencia de la Casación Antonio Esposito, quien pronunciara la sentencia de condena para Silvio Berlusconi por fraude fiscal. Luego Esposito fue acosado de numerosos ataques por haber concedido una entrevista al periódico digital “Il Mattino” (póstuma a la sentencia), en la que el magistrado habría anticipado las motivaciones de la misma.
En realidad se limitó sustancialmente a decir la verdad oficial de la sentencia Mediaset. Se dice que esta entrevista habría sido manipulada: a nosotros no nos interesa. En todo caso lo que más da qué pensar es la cobardía y la hipocresía de la línea adoptada por el Consejo Superior de la Magistratura, que en el último año nos ha acostumbrado a ver muchos mosquitos que se cuelan y demasiados camellos que se tragan.
Por ejemplo, cerró un ojo cuando el Presidente de la República (además que del mismo CSM) Giorgio Napolitano manifestó la intensión de querer ayudar a un tal señor Nicola Mancino (en el curso de algunas llamadas telefónicas que fueron interceptadas y posteriormente destruidas) en ese entonces indagado por falso testimonio y hoy acusado por el mismo delito en el proceso judicial por la negociación Estado-mafia. Un Consejo Superior de la Magistratura, seriamente interesado en la tutela de la justicia y de su independencia de los demás poderes, habría tenido que someter a una investigación al Jefe del Estado por haber cometido un acto tan antiético y poco profesional. Napolitano tendría que haber colgado el teléfono en lugar de escuchar el pedido de ayuda de Mancino, por el que intercedió también, como prueban las escuchas telefónicas, el ex consejero del Presidente Loris D’Ambrosio (fallecido en julio del año pasado) y con el ulterior apoyo del Fiscal General de la Casación Gianfranco Ciani. Ciani, por pedido del Jefe de Estado a través de una carta, accedió a las solicitudes de Mancino, convocando al ex Fiscal Nacional antimafia Piero Grasso para pedirle su apoyo, pero Grasso no dio una respuesta positiva. El Consejo Superior de la Magistratura se habría tenido que activar para investigar al Procurador Ciani ¿y en cambio qué es lo que hace? No solo no cuela el mosquito, sino que se traga un enésimo camello que difícilmente pueda pasar desapercibido ante la opinión pública.


Hoy, con la apertura de la medida disciplinaria contra el Juez Esposito, el CSM parece querer prestar atención a los ataques que se desataron por parte de una cierta política que defiende a capa y espada al condenado Berlusconi. Dicha medida, incluso ha sido acelerada, al convocar con urgencia a la primera comisión del Consejo Superior de la Magistratura para el próximo 5 de Septiembre.
A la luz de todo esto es evidente que la verdadera función del CSM actual es la de echar a los magistrados que luchan concretamente contra la mafia (como por ejemplo el ex magistrado Antonio Ingroia), poner bajo investigación a los Jueces a cargo de los procesos judiciales más controvertidos (como por ejemplo al Fiscal de Palermo Nino di Matteo) cuyas conductas no coincidan con la línea de pensamiento general. Incluso el Fiscal en Jefe de Palermo, Francesco Messineo, por el simple hecho de haber participado con su prestigiosa presencia en la sala de audiencias del proceso judicial sobre la negociación Estado-mafia, le fue aplicada una medida disciplinaria, corriendo el riesgo de ser trasladado por una incompatibilidad (en cambio dicha medida fue archivada con la acusación de violación del secreto instructorio).
El CSM prefiere realizar movidas más cercanas a la política – el mismo vice presidente Michele Vietti siempre consideró como “inoportunas” otras tomas de posición similares por parte de algunos magistrados – en lugar de tutelar la independencia de la magistratura.
Por lo tanto tendría que ser necesaria, además de la reforma electoral (indispensable para la elección de parlamentarios honestos que reemplacen a los políticos corruptos que actualmente están en el Gobierno) una reforma del Consejo Superior de la Magistratura. Es fundamental que esta institución sea dirigida por magistrados que han defendido nuestra patria dando lo mejor de su profesionalidad en la lucha en contra de las criminalidades organizadas, que han hecho de la magistratura un verdadero organismo para defender de los delincuentes y mafiosos a nuestra Constitución y al País.

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