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Pero la sentencia es clara

Por Giorgio Bongiovanni – 5 de noviembre del 2019

El domingo, el magistrado Nino Di Matteo, que habló en el programa de Lucia Annunziata "Mezz'ora in più" transmitido por Rai3, una vez más recordó a todos los italianos que el senador de Forza Italia, Marcello Dell'Utri, brazo derecho de Silvio Berlusconi y cofundador de Forza Italia, fue el mediador de un pacto entre las familias mafiosas y el Cavaliere, que duró al menos hasta 1992. Una cifra que no es el resultado de la imaginación porque surge de una sentencia definitiva de la Corte de Casación que condenó a siete años de prisión a Dell'Utri por concurso externo en asociación mafiosa. Por su parte, Di Matteo, hoy miembro del Consejo Superior de la Magistratura y en el pasado protagonista como fiscal de juicios importantes sobre las masacres y sobre la tratativa Estado-mafia, recordó exactamente que en la sentencia de primera instancia de este último proceso (donde Dell'Utri, acusado junto con mafiosos y oficiales de las fuerzas de seguridad, fue sentenciado a 12 años por atacar al cuerpo político del Estado) se sostiene que el ex senador desempeñó el papel de intermediario entre Berlusconi y la mafia también en 1994, cuando el empresario ya se había convertido en primer ministro.

Y nuevamente enfatizó que es necesario investigar acerca de la "posibilidad de que exista responsabilidad de entornos y personas que no son de la mafia. Porque sabemos mucho sobre las masacres, pero no lo sabemos todo" y que, desafortunadamente, "este país sufre un déficit de conocimiento y memoria sobre ciertos hechos". De hecho, son "continuamente ignorados por la mayoría de la opinión pública y también por una parte de la política. Cuando se habla de 'acusaciones sin una pizca de evidencia', hay una base proporcionada por las sentencias que se olvida. Y las investigaciones son imprescindibles".

A la luz de estas declaraciones, el habitual "clan forcista", desde Mulé hasta Gasparri, pasando por Gelmini, Schifani y Ruggieri, volvió a gritar "escándalo", "mitomanía", "propaganda vergonzosa" y "acusaciones infundadas".

Reacciones violentas, venenosas, grotescas e incluso ridículas por parte de parlamentarios que pertenecen sobre todo al equipo de Forza Italia y que, les guste o no lo que dicen las sentencias, es un partido que fue fundado por un hombre de la mafia.

Todo está escrito en las sentencias. Cuando ciertos personajes atacan violentamente a magistrados como Nino Di Matteo, quien no ha hecho más que recordarlas, están utilizando el mismo lenguaje de negación que algunos jefes de la mafia como Totò Riina usaron para negar la existencia de Cosa Nostra o eliminar cualquier acusación que los preocupaba.

A los magistrados que lo interrogaron les decía que era un "contador" y que "se ganaba la vida" haciendo recibos de sueldo para albañiles y empleados de una empresa de construcción.

Así hoy los forcistas negadores dicen que su líder no tiene nada que ver con la Mafia.

Importa poco, a su modo de ver, si hay sentencias que lo afirman. Poco importa si hay otros ulteriores elementos que llevaron a la reapertura en Florencia de las investigaciones sobre los autores intelectuales externos de las masacres de 1993.

No les interesa. En su arrogante, grotesca y ridícula altivez defienden hasta lo último al líder de un partido que ha llegado a los créditos finales. Y probablemente lo hagan precisamente para evitar su extinción en el escenario político, junto a un partido que ha alcanzado sus mínimos históricos después de haber gobernado el país durante veinte años.

Sin embargo, muchos están abandonando a Berlusconi. Y si en el pasado, como han declarado decenas y decenas de colaboradores de justicia, Cosa Nostra se comprometió en primera persona votando a Forza Italia, hoy podríamos decir que incluso la propia mafia no quiere tener nada que ver con el ex primer ministro. La sospecha legítima surge cuando se leen las declaraciones del jefe de Brancaccio Giuseppe Graviano, interceptado en prisión, donde no se refiere solo a la "cortesía" que se le pidió en el momento de las masacres.

"Al señor Crasto le hago pasar una mala vejez", dijo el jefe estraguista en otro pasaje de la conversación de 2016 con la dama de compañía Adinolfi en la que, según los investigadores, se hace referencia a Berlusconi. "Hace treinta años me senté contigo, hace 25 años me senté contigo ¿verdad? Te traje bienestar, me arrestaron hace 24 años y empiezas a apuñalarme". Y de nuevo: "Sabes que me dieron 24 años, mi familia está destruida... abandonada, les dan dinero todos los meses. Te esperé hasta ahora... y me estás haciendo morir en la cárcel sin que yo haya hecho nada". "Pero pedazo de crasto – continuó despotricando Graviano – vaya a saber cómo estás en el gobierno. Hiciste cosas vergonzosas, injustas..."

Todo italiano honesto, al leer estas conversaciones que se agregan a las declaraciones de arrepentidos y a otras investigaciones, debe pedir en voz alta que se arroje luz sobre hechos que no son "viejas historias" sino puntos oscuros que han marcado la historia de nuestra república.

Pero evidentemente para quienes se encuentran en el abismo de la propia historia política estas cosas no tienen valor.

Seguramente no le interesa al ridículo Maurizio Gasparri que, después de tantos cambios políticos y de haber pasado de la orientación post-fascista del Frente de la Juventud al MSI, pasando de la Alianza Nacional al PDL, ahora es un senador de Forza Italia que continúa lanzando vergonzosas afrentas y defendiendo personajes "siniestros" como el general Mario Mori (condenado en primera instancia por la Tratativa Estado-mafia) por cuyas acciones incluso las sentencias de absolución en los juicios que lo involucraron arrojaron grandes sombras.

Pero evidentemente a los forcistas no les gusta leer sentencias. La esperanza es que tarde o temprano los cientos de miles de electores que todavía votan por ellos puedan abrir los ojos y, democráticamente, sancionar el final de un partido en el que, tarde o temprano, sus miembros tendrán que tomar conciencia de que entre sus padrinos fundadores había un sujeto filo mafioso.

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Foto originale © Imagoeconomica

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