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Our Voice* entrevista a Claudia Loi, hermana de Emanuela – 17 de Febrero de 2018

Durante el breve viaje de nuestro grupo a Cerdeña a finales de enero, donde teníamos concertadas algunas reuniones y actividades relacionadas con el tema de la legalidad, hemos tenido el honor de ir a la casa de Emanuela Loi en Sestu, invitados por su hermana Claudia y su marido Enrico Contini. Gracias a su disponibilidad hemos realizado una entrevista para conocer más a fondo la historia de Emanuela y la experiencia de su hermana Claudia, y darle de esta manera, la misma posibilidad a los lectores.

Me encuentro frente a una imagen y veo la sonrisa de Emanuela, impresa en esa foto, que me conmueve profundamente. Un sonrisa que encierra muchos momentos, que han quedado reflejados en los ojos de su hermana Claudia. Una sonrisa que nos da esperanza y alegría de vivir. El deseo de gritar al mundo que hoy mantenemos vivos dentro de nosotros esos mismos ideales por los que muchos hombres y mujeres como Emanuela Loi han luchado a través de su trabajo. La huella que ha dejado Emanuela Loi junto a sus colegas aumenta cada día más, y llega a las conciencias de muchos jóvenes que gracias a su ejemplo han dado un sentido a su vida, cultivando sus pasiones sin miedo de llegar hasta el fondo.

Ningún tipo de mal podrá jamás detener la fuerza de su espíritu, su determinación, que a través de la defensa de la Verdad y de la Justicia hacia nuestro país ha dado vida a una cadena interminable de esperanza por una sociedad mejor, que esté basada en las ideas de mucha gente que hoy lucha por un cambio, desempeñando su tarea con honestidad.

Emanuela amaba el mar, se identificaba con el rumor de sus olas Cuando miro el mar pienso en las palabras de su hermana Claudia que, como una imagen fija, están grabadas en mi recuerdo y me dan el deseo de ofrecer todo el amor que tengo dentro de mí. Porqué era amor lo que ellos sentían.

Me sumerjo en el mar, y siento el sentido de vivir de Emanuela. Veo de nuevo su sonrisa que no logro borrar de dentro de mí y pienso en cuanto es inmensamente bonito amar una causa, hasta el punto que se convierte en la razón de nuestra vida.

Nosotros, los jóvenes del Movimiento Our Voice agradecemos de todo corazón a Claudia Loi y al marido Enrico Contini por habernos dado el honor de escuchar sus palabras, en memoria de Emanuela. Vuestra humildad, sencillez y fuerza por sonreir a la vida no obstante las dificultades nos impulsa a hacer todo lo que podamos para llegar a esa Justicia que nuestra Sociedad necesita.

Emanuela está Viva: en el recuerdo, en la lucha, en el ejemplo.

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© ACFB

Claudia, ¿puede decirnos como era su hermana?

Emanuela era una chica alegre, gentil, respetuosa, emanaba positividad. Amaba mucho el mar, la natación. Le gustaba bailar, bailaba incluso los bailes folclóricos de Cerdeña, a menudo íbamos a exhibirnos con el grupo de folklore del pueblo.

¿Cómo decidió entrar a trabajar en la Policía de Estado?

Ella aspiraba a ser maestra, de hecho tenía el diploma de magisterio, como yo. Amaba mucho a los niños. En realidad era yo la que soñaba con ser policía. Hicimos juntas los concursos para ser maestras y después para entrar en la Policía. Hacíamos todo juntas, salíamos, teníamos los mismos amigos, íbamos a las mismas escuelas porque nos llevábamos solo un año, ella era del ’67 y yo del ’66. Emanuela superó brillantemente el examen escrito para entrar en la Policía, después la prueba oral y las varias pruebas sucesivas. Se lo tomó casi como “juego” el haber superado la primera prueba. Pasó a la segunda prueba y también la pasó brillantemente. Sucesivamente la llamaron para un puesto como maestra, pero lo rechazó y a ese punto decidió de quedarse en la policía porque empezaba a gustarle ese trabajo. Aspiraba a especializarse, no quería ser solo un simple agente.

¿Cómo tomaron la noticia de que Emanuela había superado el concurso para entrar en la Policía?

La familia, yo inclusive, estaba muy contenta. También mi padre estaba orgulloso de que su hija hiciera algo por el bien de la sociedad: para él estos ideales tenían mucho peso, era importante el compromiso para mejorar la sociedad. Pero hubiera preferido que entrara yo en la policía. Yo estaba contenta porque sabía que me habrían llamado también a mí porque yo estaba en la clasificación así que ella me podía describir todo para prepararme para ese momento. Me llamaron dos años después de que entrara Emanuela, después del atentado, pero yo no hubiera sido capaz de ponerme ese uniforme después de la muerte de mi hermana y rechacé el encargo.

¿Cómo reaccionó usted y toda su familia frente a la noticia de que habían trasladado a Emanuela a Palermo?

Después del curso de seis meses en Trieste la destinaron a Palermo. Todos estábamos preocupados en mi familia, porque sabíamos que Palermo era una ciudad riesgosa después de todos los atentados que habían ocurrido pero teníamos la esperanza de que estas desgracias ya no sucederían. Emanuela no nos daba ninguna señal de preocupación. Yo iba a menudo a Palermo, era una joven de 25 años pero veía el ambiente y lo paragonaba con el de Cerdeña, notaba la diferencia. Era una ciudad caótica que no respetaba las normas ni siquiera por la carretera; en los pasos de peones por ejemplo, si no tenías cuidado, te atropellaban, teníamos miedo algunas veces.

¿Nada más llegar a Palermo a donde la destinaron?

Al principio a la Comisaría “Libertà”, después del atentado de Capaci la destinaron como escolta.

¿Qué decía Emanuela de Palermo? ¿Qué les contaba de su trabajo?

También Emanuela al principio hablaba de la diferencia entre una ciudad tranquila como Cagliari y la “movida” Palermo. Nos decía que no veían bien a los policías. Aquí donde nosotros, si ves un uniforme la primera reacción es temor, allí en Palermo en cambio es al contrario. Incluso había personas que contestaban mal a los policías. Emanuela llamaba todos los días a casa, también porque mi hermano acababa de tener un niño y ella le quería mucho. No había teléfonos móviles como hoy entonces llamaba desde las cabinas telefónicas de la comisaría “Le tre torri” con fichas. Cuando llamaba yo aprovechaba para hacerle preguntas sobre el trabajo. Cuando estaba en la comisaría “Libertà” no hacía solo de escolta sino también vigilancia, o en la calle, o iba con la caravana de la policía a las zonas pobres de Palermo. Nosotros no sabíamos que corría riesgos porque no nos hablaba de su trabajo y cuando lo hacía minimizaba las cosas, cuando yo le hacía preguntas se limitaba a decir que todo iba bien y me contestaba genéricamente: “Hoy estaba haciendo la guardia en el hospital a uno que ha cometido homicidios”, pero no me decía ni siquiera el nombre. Muchas veces nos decía que hacía la guardia en via Libertá en la casa del actual presidente Mattarella. Tuvo apenas 15 días de tiempo como agente de escolta, ella nos tranquilizaba continuamente y nos decía que no corría riesgos, que escoltaba a personas “no peligrosas”, no nos había dicho que la habían asignado al servicio de escolta del juez Paolo Borsellino.

¿Entonces no les habló nunca de la mafia?

Absolutamente no, nunca. Después del atentado de Capaci vino a casa, de vacaciones, y se quedó hasta el miércoles 15 de julio. Un día, estábamos sentados a la mesa y hicieron ver en la televisión las imágenes del atentado contra Falcone, su mujer y la escolta. Ella no quería mirar esas imágenes. Cuando le pregunté si conocía a alguno de esos chicos me dijo que conocía el jefe de la escolta Montinaro pero después cambió enseguida de tema.

¿Conocían el fenómeno mafioso?

Si, sabíamos que había peligros, pero nunca hubiéramos podido imaginar que la mafia habría de golpear a nuestra familia.

¿Qué es lo que empujó a Emanuela a quedarse en la Policía?

Dentro de sus límites ella quería hacer algo útil, positivo por su país. Me decía que estaba muy contenta cuando con la caravana iban a las zonas pobres de la ciudad y acogían a los niños que estaban por la calle y que vivían situaciones muy delicadas. Se entretenían a hablar con ellos con la esperanza de que estos niños un día pudieran llegar a cambiar y vivir de forma diferente.

¿Cuándo vio por última vez a Emanuela?

Cuando vino en julio del 1992 se fue de vacaciones con su novio a la playa como todos los años, a San Teodoro, y después volvió a casa. El último día que la vi fue el miércoles anterior al atentado que sucedió el domingo.

¿Emanuela les llamó a casa el día del atentado?

No, ni tampoco el día antes, de hecho estábamos preocupados porque ella llamaba todos los días normalmente. Mis padres estaban preocupados, pero pensaban que dependía de los turnos de trabajo. Cuando llegó la noticia del atentado contra el juez Borsellino aumentó nuestra preocupación porque Emanuela seguía sin llamar. Cuando sucedió el de Capaci llamó enseguida a casa para tranquilizarnos y decirnos que estaba bien. Entonces esperábamos que hubiese ido a la playa y que quizás no sabía lo que había ocurrido. En ese momento yo estaba en Riva del Garda con una amiga, estaba escribiendo una postal para mandársela a Emanuela a Palermo y no me acordaba de la dirección exacta, entonces llamé a casa para preguntárselo a mi madre y ella me dijo que colgara rápido porque estaban esperando una llamada de Emanuela. Me dijo que había habido un atentado en Palermo. Empecé a preguntar a todos por la calle, algunos me lo confirmaron, seguí llamando a casa de mi madre y ella me insistía en que colgara y me colgó ella.

Regresé enseguida al hotel con mi amiga y empecé a ver las imágenes en la televisión y a escuchar las noticias. Hablaban de la posibilidad de que hubiese una mujer entre las víctimas. Después de dos horas, en el telediario de las 19:00, dijeron públicamente los nombres de las víctimas. Nada más escuchar el nombre de Emanuela me desmayé. Vinieron a buscarme unos policías y después de pasar por la comisaría me llevaron a varios aeropuertos para ver si había un avión disponible para ir a Cerdeña. No permitieron que mi amiga viniera conmigo. Sola en un avión vacío, enorme, con destino a Olbia. Después me escoltaron hasta Sestu. Al día siguiente partimos con mi familia para Palermo junto al alcalde de Sestu, al novio de Emanuela y a mi primo. Yo no sentía que Emanuela estaba muerta, tenía la esperanza de que nos llevaran al hospital para verla, seguramente estaba herida pero viva. Mamá quería que fuéramos a comprar un vestido de novia para ponérselo a Emanuela en el ataúd, porque en Cerdeña es costumbre si se muere una hija joven. Pero nos hicieron esperar mucho tiempo y no pudo ir a comprarlo. Nos llevaron directamente al Tribunal donde estaba la sala velatoria con todos los ataúdes en fila.

¿Cómo encontró la fuerza de reaccionar, de seguir adelante?

He encontrado la fuerza en la fe. La mafia en mi familia no ha matado solo a mi hermana, sino también a mi padre, que era nuestra fuerza, un hombre lleno de salud antes de la muerte de Emanuela. Después empezó a estar mal y murió de dolor. Empezó a tener fiebre, pero seguía yendo siempre donde quiera que le llamasen para recordar a Emanuela, también a Sicilia, en los procesos o manifestaciones. Le consolaba que se recordara a su hija. Murió en el hospital con fiebre muy alta y con un diagnóstico desconocido. Yo no he tenido su misma fuerza, después de tantos años no he sido capaz todavía de volver a Palermo. Mamá se enfermó después de la muerte de mi padre y se murió también ella a la misma edad, sesenta y siete años. Ahora para mi están todos ahí arriba juntos y felices, siento que no están muertos, viven con nosotros y un día nos volveremos a ver.

¿Qué piensas del ejemplo que ha dejado Emanuela hoy?

Mi hermana nos ha dejado un mensaje sencillo: cada uno tiene que hacer su parte cotidianamente, cumplir con su deber y si encuentra dificultades no volverse atrás. Tenemos una consolación en medio de tanto dolor, la de saber que muchos jóvenes recuerdan a Emanuela porque no dio un paso atrás a pesar de que sabía el riesgo que corría. Saber que hay tantas escuelas dedicadas a ella; el libro que fue publicado el año pasado y que lo leen mucho en las escuelas, ya ha inspirado una obra teatral llevada a escena por toda Italia.

Lo más sorprendente es que después de veinticinco años se habla cada vez más de Emanuela, está viva y está presente en todos los sitios. Nosotros vamos donde quiera que se hable de ella; siempre hay una escuela, una plaza o una calle que inaugurar con su nombre, o una conferencia sobre la legalidad a la que tenemos que participar. El dolor todavía es muy fuerte. En estos días además hemos revivido todo con el film televisivo dedicado a ella: “La escolta de Borsellino – Emanuela Loi”, ha sido como volver atrás en el tiempo, a ese 19 de julio. Muy traumático para mi, también fisicamente.

¿Qué piensan de lo que pasó ese día? De las personas que están buscando la verdad. ¿Qué piensan del magistrado Nino Di Matteo y de los magistrados del pool que ahora se están ocupando del proceso Tratativa Estado-Mafia?

El primer pensamiento sería de indignación, de protesta, no hemos podido llegar hasta el fondo de esta tragedia más grande que nosotros, pero queremos dar nuestra contribución concentrándonos en dar testimonio, en el recuerdo de Emanuela. Queremos contribuir a despertar las conciencias para que pueda nacer algo de bueno de este dolor. Intentamos reaccionar suscitando algo que sea positivo. Están también aquellos que llevan adelante la denuncia de un hecho criminal mafioso y están comprometidos desde ese frente, como estos magistrados y hay quien trabaja desde otro frente intentado estimular a la gente para que sean ciudadanos honrados, nosotros intentamos hacer esto. Tenemos que rebelarnos en contra de lo podrido que hay en esta sociedad. Y además es una gran responsabilidad porque si lo decimos tenemos que ser los primeros en dar el ejemplo. Tenemos que intentar ser coherentes con lo que decimos.

¿Qué diría a quien como Emanuela siente esta pasión de defender a los justos, a quien quiere emprender su mismo camino?

Que hagan lo mismo que hizo Emanuela, que sean libres y que sigan siempre adelante con sus ideas y sus elecciones de vida y cuando encuentran dificultades que no se echen atrás sino que las afronten y las superen con valor.

¿Podría dar un mensaje a los jóvenes?

A los jóvenes quiero decirles que intenten dar cada uno su propia contribución por el bien común. Que no se dejen arrastrar por ejemplos negativos, sino que sigan siempre los positivos. Si cada uno, dentro de sus límites, hace su propio deber, el mundo será seguramente mejor. Si los hombres no cambian el mundo no cambia. El cambio inicia en cada uno de nosotros.

¿Cómo veía las figuras de Falcone y Borsellino?

En Palermo no hay solo mafia. Tenemos que pensar que ha habido y hay muchas personas valientes como Falcone y Borsellino que lucharon para eliminarla. Y de todas formas la mafia no está solo en Palermo sino en toda Italia. Los dos jueces querían cambiar a Sicilia y nuestro país dispuestos incluso a arriesgar su vida. Personas como Falcone y Borsellino podían nacer solo en Palermo. Tengo la certeza de que antes o después se descubrirá la verdad sobre estos atentados.

Nosotros creemos que también a través de vuestras palabras y del ejemplo de mucha gente honrada el recuerdo de Emanuela y de todos los mártires de la justicia quedará vivo para siempre. Es también nuestra esperanza, la de nosotros los jóvenes, que se llegue a descubrir la verdad sobre aquellos terribles atentados. Gracias Claudia. Llevaremos siempre dentro de nosotros vuestro testimonio.

*Sonia Bongiovanni, Lorenzo Capretta y todo el Movimiento Our Voice.

Sestu, 31 de enero 2018

Visita: ourvoice.it

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