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fao200La FAO difundió el Estado de Seguridad Alimentaria y Nutrición del mundo 2018

Por Margherita Furlan - 11 de septiembre del 2018

821 millones de personas en el mundo pasan hambre. En el 2018 una de cada nueve personas en el Planeta Tierra vive en un estado de total pobreza y abandono. Los datos alarmantes, que empeoraron drásticamente en los últimos tres años, provienen del Estado de Seguridad Alimentaria y Nutrición del mundo 2018 publicado hoy por la FAO. Del documento emergen elementos degenerativos, en particular, en América del Sur y en la mayoría de las regiones del continente africano. Pero no sólo eso.

Alrededor de 151 millones de niños menores de cinco años son demasiado bajos debido a la desnutrición. África y Asia representan, respectivamente, el 39% y el 55% de todos los niños con retrasos en el crecimiento. La decadencia infantil es extremadamente alta en Asia, donde casi uno de cada diez niños menores de cinco años tiene un peso bajo para su altura. Por lo tanto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible Hambre Cero para el 2030 parece estar muy lejos. Entre las principales causas, según el informe anual de Naciones Unidas, está el cambio climático que influye en la tendencia de las precipitaciones y estaciones agrícolas, y en la generación de eventos excepcionales, tales como sequías, inundaciones y desastres naturales. No olvidemos el vínculo entre el calentamiento global y el aumento de la actividad sísmica y volcánica con un impacto devastador en la corteza terrestre [v. importantes estudios universitarios, como "Waking The Giant: How A Changing Climate Triggers Earthquakes, Tsunamis And Volcanoes", de Bill McGuire, profesor de geofísica en University College, Londres"]. El análisis del informe elaborado por la FAO muestra que la prevalencia y el número de personas desnutridas tiende a ser mayor en los países más expuestos a fenómenos meteorológicos extremos. La desnutrición es aún mayor cuando a este último se une un alto porcentaje de la población que depende de sistemas agrícolas sensibles a las precipitaciones y a la variabilidad de las temperaturas. El daño a la producción agrícola contribuye, de hecho, a reducir la disponibilidad de comida, con un efecto dominó que produce aumentos de precios en los alimentos y la pérdida de ingresos que reducen el acceso de la gente a los comestibles. Al mismo tiempo, en muchos países, la desnutrición coexiste con la obesidad. El escaso acceso a alimentos nutritivos debido a los altos costos, la tensión de vivir agobiados por la inseguridad alimentaria latente y las adaptaciones fisiológicas a la privación de alimentos explican por qué estos dos factores, aparentemente opuestos entre sí, se suelen encontrar juntos en la misma familia.

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Es inútil negar que hay un nuevo y salvaje asalto neocolonial por parte del occidente consumista hacia los recursos de la otra parte del mundo, la que siempre ha sido saqueada. Minerales, energía, tierra, agua, sol, viento, hombres, todo es parte de un nuevo saqueo con gran estilo. Tanto es así que en la última década alrededor de 227 millones de hectáreas de tierra en África - que equivalen a 10 veces el tamaño de Italia – han sido vendidas, alquiladas u otorgadas exclusivamente a inversores extranjeros. Sin ningún cuidado por lo que esto implicaba para aquellos que vivían en esas áreas, donde las personas fueron literalmente deportadas incluso con violencia y amenazas. Las razones para la búsqueda de tierras por parte de inversionistas extranjeros son esencialmente tres: producción de alimentos para ser exportados, producción de biocombustibles y especulación con grandes propiedades en vista del creciente interés en las actividades antes mencionadas.

El informe de hoy emitido por la FAO insta a los países miembros de las Naciones Unidas a implementar y aumentar las intervenciones destinadas a garantizar el acceso a alimentos nutritivos y a romper el ciclo intergeneracional de desnutrición. Las políticas, según la agencia de la ONU, deberían prestar especial atención a los grupos que son más vulnerables a las consecuencias dañosas del acceso deficiente a los alimentos: bebés, niños menores de cinco años, niños en edad escolar, adolescentes y mujeres. Pero el informe, que también cita datos peculiares que caracterizan a nuestra sociedad, se olvida de mencionar las estadísticas publicadas el pasado 2 de mayo por el SIPRI, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, según las cuales el gasto militar mundial ha aumentado en el 2017 a 1.739 billones de dólares, con un aumento del 1.1 por ciento respecto al 2016.

"Hace más de mil años algunos vikingos, dirigidos por Erik el Rojo, partieron de Noruega y se establecieron en Groenlandia. Allí fundaron colonias, cultivaron la tierra, criaron animales y construyeron iglesias maravillosas. ¿Por qué casi cinco siglos después todo eso se hundió en el olvido? ¿Y por qué desaparecieron muchos otros pueblos del mundo? La vista de las ruinas de antiguas civilizaciones tiene algo trágico. Pueblos que alguna vez fueron ricos y poderosos han desaparecido, tal vez en el espacio de pocos años, dejando como testimonio sólo algunas románticas rocas dispersas en la selva". Con estas palabras del ensayo titulado "Colapso", el biólogo Jared Diamond trata de averiguar como se produjeron las caídas de civilizaciones del pasado y se pregunta si la sociedad contemporánea es capaz de aprender la lección para evitar desastres similares en el futuro. Las respuestas en la actualidad tienen la urgencia de las elecciones que ya no son diferibles, porque si seguimos contemplando con serenidad las ruinas de los que nos precedieron, posiblemente junto con otras partes del mundo terminemos siendo nosotros los saqueados.

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Info: fao.org

Foto de portada © Imagoeconomica

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