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Lo mataron en el puesto de control de Jbara

Redactores de Antimafia Dos Mil de Uruguay se suman al repudio ante este crimen

Por AMDuemila – 20 de octubre del 2019

En la noche del 19 de octubre, alrededor de las 19 horas, en los territorios palestinos ocupados, el joven Raed Al Bahre (25 años) de la aldea de Kufr Zebad (en la provincia de Tulkarem) fue brutalmente asesinado por las fuerzas de seguridad israelíes con disparos de fusil. Raed se había acercado al puesto de control de Jbara en Tulkarem para entregar aceitunas a su abuela, que vive más allá del muro en la ciudad de Tira, dejándoselas a los nietos de la misma. El joven, después de entregar el regalo, fue inexplicablemente detenido por algunos soldados israelíes que lo acusaron de sostener un cuchillo en la mano. El ejército le disparó dejando el cadáver en el suelo sin pedir ayuda. Las fuentes revelan que el joven no estaba en posesión de ningún arma. El cuerpo sigue en manos de las autoridades israelíes y la familia aún no pudo verlo. La ejecución a sangre fría de Raed no es un caso aislado sino una práctica generalizada en los puestos fronterizos o durante los controles de la policía y el ejército israelíes. La última víctima fue una mujer en el puesto de control de Qalandiya el 18 de septiembre pasado. El peor de los casos fue el del 21 de marzo de este año, cuando cuatro palestinos fueron asesinados en 24 horas. Según Amnesty International y otros grupos de derechos humanos, solo en el último año hay cientos de casos como éste, en los que el ejército israelí, en territorio ocupado, actúa con un uso excesivo de la fuerza, hasta el punto de asesinar a civiles palestinos desarmados o que no representan una amenaza ni para los soldados ni para nadie más.

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LOS SALVAJES DE UN RÉGIMEN SIONISTA DESPÓTICO SE COBRAN OTRA VÍCTIMA

Por Jean Georges Almendras director de Antimafia Dos Mil Redacción Uruguay

Al conocer la noticia la rabia y la indignación ganaron nuestra redacción en Uruguay. La desazón fue brutal, ante un nuevo hecho de sangre promovido por un régimen sionista despótico que no hace otra cosa que sembrar de horrores la tierra Palestina. La tierra que no les pertenece a los asesinos. La tierra de los palestinos cuya heroica lucha ha trascendido fronteras. La tierra que es regada con la sangre de los hombres y las mujeres que hacen de su lucha diaria, por el derecho a vivir y el derecho a reclamar lo que les ha sido despojado por la infamia de un régimen de líderes criminales (porque no cabe otro calificativo), una forma de vida, militante y combativa. Militante y combativa porque lo que les ha tocado en suerte históricamente, una tenaz e insistente, que sigue siendo una histórica injusticia. Un histórico abuso de fuerza del régimen sionista. Un abuso que cada día nos hace estremecer de dolor. De ese dolor que desgarra nuestra sensibilidad, porque se trata de un pueblo asediado por un poder maléfico, que hace de sus prácticas genocidas y discriminativas, una rutina. Una rutina que la comunidad internacional mira a la distancia y tácitamente la apoya hasta el punto de hacerse cómplice, porque cuando lanza al aire reproches y recriminaciones de una tibieza descarada, parecen literalmente lagrimas de cocodrilo. Del cocodrilo que después de devorarse una vida, llora. Llora cínicamente. Llora hipócritamente.

Y así estamos, ya acostumbrándonos a todos esos horrores que se mecen en la cuna de la criminalidad de un régimen que a espaldas de su pueblo ejerce sobre otro pueblo, el mismo tratamiento que el pueblo judío recibió de los nazis. Y quienes están sentados en los sitiales del poder, de ese régimen pútrido que no conoce de límites ni de Estado de Derecho, manipulan una y otra vez los hechos para justificar las ferocidades que cometen contra los jóvenes como Raed Al Bahre.

Desde el otro extremo del planeta no nos podemos llamar al silencio, ante los recurrentes asesinatos de los justos que no hacen otra cosa que defender sus tierras. Esas tierras que tanto codicia el poder sionista, salvajismo mediante. Ese salvajismo despótico que degrada al Ejército Israelí, literalmente. Y que también degrada a la especie humana, porque esos horrores se hacen a la vista de todos. Con impunidad. La impunidad globalizada. La maldita impunidad que ejercen los que se consideran “dueños del mundo”.

A esos “dueños del mundo” les decimos, desde el otro lado del Atlántico, que el pueblo palestino no está aislado, ni está solo.

REDACTORES

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