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Por Giorgio Meletti – 6 de diciembre del 2019

La increíble carta de Luciano en la que niega que la familia se haya ocupado alguna vez de la gestión de Autostrade: "Contra nosotros hay una campaña de odio"

La situación no es seria pero es gravísima. Si los automovilistas tomaran en serio los delirios autoabsolutorios de Luciano Benetton, ya no usarían los 2.800 km de autopistas dados hace veinte años en concesión a la familia de los suéteres. No sólo se rechaza cualquier tipo de responsabilidad, algo verdaderamente irresponsable, sino que incluso afirman que nunca han sabido nada sobre lo que sucedió dentro de Autostrade per l'Italia (Aspi). Los viaductos que colapsaron y las docenas de muertes fueron por culpa de "algunas manzanas podridas". Lo escribió literalmente en la carta quejumbrosa y amenazante enviada a casi todos los periódicos italianos y publicada con prominencia y sin derecho a réplica, tal como se debe hacer con uno de los principales inversores en publicidad. El dueño del negocio ordena que se detenga "la campaña del odio" desatada por Luigi Di Maio, "quien señala que la familia ha coludido al decidir, deliberadamente, ahorrar en inversiones para mantenimiento". Solo hay una admisión: "Asumimos la responsabilidad de haber avalado a una gestión que demostró ser ineficiente".

En verdad (señalamos esto al experto en relaciones públicas muy bien pagado para corregir los errores), las opciones están respaldadas por una sola letra "v", la que avala los viaductos que luego colapsan. Habiendo dicho la gramática, pasemos a la sintaxis. Benetton quiere hacer creer que eligió a los directivos, nunca se ocupó de saber lo que estaban haciendo y después de veinte años descubrió, porque lo dijo el poder judicial, que no eran adecuados. No se sabe si reír o llorar. El holding Atlantia, que controlan los Benetton (es decir, controlan como si fuera todo suyo) con el 30% de las acciones, ha recaudado en los últimos diez años entre 5 y 6 mil millones de dividendos de Aspi, un monopolio natural que la "administración inadecuada" ha hecho más rentable que Google. Benetton analiza el papel de la "familia", no en la gestión de un pequeño negocio sino de las autopistas, de las que depende la seguridad de millones de personas.

La pregunta surge espontáneamente: ¿qué función social de los señores Benetton hemos retribuido pagando los miles de millones de euros que terminaron en sus bolsillos en lugar del mantenimiento de la red? Por lo que dice el fundador, parece que el dinero se le debe a él porque es Benetton y los italianos no valen nada, una idea feudal del capitalismo en la que el propietario como tal tiene derecho a exigir impuestos. Benetton dice: "Ningún miembro de la familia Benetton ha manejado Autostrade", por lo tanto, "las noticias de estos días sobre controles omitidos, sensores de fallas no renovados o informes falsos, nos golpeó y sorprendió en forma grave", por lo cual, "como familia Benetton nos consideramos la parte lesionada". Sería bueno poder atribuir el caos de estas frases a la edad avanzada y a la distracción de los correctores expertos en relaciones públicas, e ignorarlas. Pero sería irrespetuosa e inverosímil la idea de que al timón del capitalismo italiano tenemos personas mentalmente idas. Entonces Benetton debe ser tomado, desafortunadamente, en serio.

Comencemos, por lo tanto, recordándole que la parte lesionada son los 43 muertos del puente Morandi y sus familias, junto con las 40 muertes del viaducto de Acqualonga (Avellino, 2013) de las cuales el Sr. Luciano parece no haber tenido noticias aún. Hace seis meses Benetton, entrevistado por La República, calificó al colapso de Génova como "desgracia impredecible e inevitable" y avaló a Giovanni Castellucci, el directivo que cobardemente nunca menciona: "Estoy seguro de la buena fe de los gerentes de Autostrade". ¿Y cómo podía estar seguro si no sabía nada? Por decir, el libro de Giorgio Ragazzi, Los Señores de las Autopistas, se publicó en el 2008 y ya estaba todo escrito: ¿lo leyó Benetton o se lo resumió el especialista que le dijo que eran "todas maldades"? Pero fue por las acusaciones con respecto a los peajes demasiado altos y la convención "privilegiada" con el Estado que se superaron a sí mismos: "Nos miramos a la cara y obviamente le hicimos la pregunta a los directivos de la compañía". Le preguntó a Castellucci: "¿Cómo están los peajes?" Y el desafortunado respondió: "bajos".

Un niño de ocho años se hubiera preguntado: "Si los peajes fueron bajos ¿cómo se obtuvieron esas ganancias por las cuales Castellucci recibió de 5 a 6 millones al año para dirigir un monopolio sin mercado y sin competidores? ¿Quizás ahorrando en mantenimiento?".

¿Es posible que un gran empresario de 84 años nunca hubiera tenido la misma duda? Cuando el Parlamento aprobó por ley la concesión escandalosa que al gobierno ahora le gustaría revocar, Autostrade acababa de rociar a todas las partes con más de un millón de euros. Señor Luciano, ¿sabía esto o lo descubre ahora junto con las otras travesuras de las manzanas podridas? Hace dos meses, cuando se dieron cuenta de que estaban atrapados, dieron caza a Castellucci (cubriéndolo con oro) para montar la mentira de las manzanas podridas, como si en los 18 años en que le dieron "plenos poderes" (palabras del jefe de la familia) hubiese obtenido todos esos beneficios en forma oculto.

Pero Benetton continúa haciendo el ridículo para no pagar impuestos: "Por lo que parece la organización Autostrade ha demostrado no estar a la altura". Ha llegado Sherlock Holmes.

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Extraído de: Il Fatto Quotidiano del 2 de diciembre del 2019

Foto original © Imagoeconomica

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