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Masacre Vía d’ Amelio, los angustiosos días contados por colegas y amigos de Falcone y Borsellino

Por AMDuemila-23 de marzo del 2020

Llega a la televisión nacional la historia de esa Tratativa perversa que comenzó en los años 90 en nuestro país. Un documental titulado "Paolo Borsellino, la última estación", al que asistieron escritores y magistrados, como Roberto Scarpinato, Fiscal General de la Corte de Apelaciones de Palermo y el periodista Saverio Lodato.

Giovanni Falcone y Paolo Borsellino fueron "dos jueces que en una ciudad y un palacio de justicia como el de Palermo dieron la impresión de ser dos marcianos catapultados por una astronave, en una ciudad y un mundo, el de la justicia, que nunca había querido ajustar cuentas con la mafia", fueron las palabras de Lodato.

A través del testimonio de amigos y colegas, la Rai reconstruyó la historia de Borsellino, en particular la angustia y la prisa con la que vivió esos 57 días que separaron la muerte de su compañero más fiel, Giovanni Falcone, de la masacre en Via d'Amelio el 19 de julio de 1992, lugar donde fue asesinado junto con los cinco agentes de su escolta Agostino Catalano, Emanuela Loi, Vincenzo Li Muli, Walter Eddie Cosina y Claudio Traina.

Después de Capaci tuvo miedo, sí, provocado por la conciencia de que su final estaba cerca, pero al mismo tiempo tenía la necesidad de entender. Entender por qué Falcone, poco tiempo antes de la masacre, había hablado de "mentes refinadísimas y centros ocultos de poder capaces de guiar las acciones de Cosa Nostra". Entender por qué en enero de 1988, incluso la magistratura, a través del CSM, había obstaculizado la candidatura del colega para suceder a Antonino Caponnetto. Entender por qué se intentó a toda costa desmantelar a todo el pool antimafia de Palermo. Entender quién realmente se escondía detrás de esa temporada de masacres que había convertido a Palermo en un barril de pólvora con cientos de muertes, una ciudad empedrada con calles de sangre y un lugar donde no se podía superar el muro de silencio e indiferencia.

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"Falcone tenía visión de futuro, de la evolución de los fenómenos", comentó el ex presidente del Senado Pietro Grasso, mientras que "Borsellino era especial para encontrar cosas que nadie recordaba", dijo el periodista Francesco La Licata. Formaban una pareja perfecta.

Según contaron muchos amigos que estuvieron a su lado después de Capaci, Borsellino tenía los ojos perdidos en el vacío y, la ciudad de Palermo, como explicó el por entonces joven magistrado Roberto Scarpinato, "finalmente se volvió visible y quedó huérfana de sus padres fundadores. Expresaba toda su rabia y pedía que esa temporada no terminara definitivamente. Borsellino me dijo que ese era el futuro que nos esperaba y nos preguntó si elegíamos quedarnos o no, luego dijo 'yo debo quedarme'".

En esos 57 días Borsellino comenzó una carrera contra el tiempo. Y efectivamente quedaba poco tiempo para armar todas las piezas del rompecabezas. Como recordó Lodato, durante una conferencia celebrada en la Facultad de Derecho de Palermo, en la que el público esperaba la ausencia del magistrado, este "llegó tarde y dijo que había entendido de dónde venían los instigadores de las masacres. Sabía que había otros niveles detrás del crimen. Dio un discurso en el que no podía ir al fondo de lo que sabía porque era un magistrado, pero como era amigo de Falcone no quería traicionar su memoria con el silencio”.

El juez entendió que estaba en marcha la malvada Tratativa. Y como se explica en el informe "lo que es seguro es que Borsellino se dio cuenta de que ciertos aparatos del Estado estaban en contacto con emisarios de Cosa Nostra". "Hay un episodio aún más inquietante" y lo revela el arrepentido de la mafia Gaspare Mutolo, son reuniones secretas organizadas en Roma que "revelan a Borsellino por primera vez el tema de servidores infieles del Estado que tratan de hacer negocios con la mafia y que con la mafia tienen un rol de complicidad”.

Luego, aquel 1º de julio de 1992, en el que, durante el interrogatorio al colaborador de justicia, el magistrado se va al Viminale para encontrarse con el nuevo Ministro del Interior, Nicola Mancino. "En esas horas hay algo que perturba al magistrado", quien, como recordó Lodato a través de las palabras de Mutolo, "regresó muy molesto". De hecho, esa noche, le dice a su esposa Agnese que "vio a la mafia en vivo".

¿Qué mafia pudo haber visto Paolo Borsellino dentro de un lugar institucional como el Palacio del Viminale, sede del Consejo y del Ministerio del Interior?

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"Creo que se dio cuenta de algo que realmente lo conmocionó", como declaró Scarpinato “y fue que en la masacre de Capaci no sólo había intereses de la mafia, sino también intereses convergentes de entidades superiores. Por un lado, lo había anotado en la Agenda Roja y, por el otro, se reservaba el derecho de informar a los magistrados de la fiscalía de Caltanissetta. Y creo que fue también por un sentido de protección hacia nosotros que se guardó para sí mismo lo que sabía, porque compartirlo significaba exponernos a sus mismos riesgos. Y tal vez ese fue su error".

Sí, Borsellino había entendido todo. De hecho, unos días después, el 13 de julio, llegó a Palermo el explosivo que haría saltar por los aires a su automóvil. Fue una desconcertante aceleración para intentar enterrar lo que sabía. "Será la mafia la que me matará, pero cuando otros decidan que tengo que morir", le dijo Borsellino, siempre a su esposa, poco antes de la masacre.

Y, aún así, después de 28 años de su muerte "quedan algunas cosas inquietantes por entender: por qué en una conversación secreta interceptada entre el colaborador de justicia Di Matteo, a quien le secuestraron el hijo, y su esposa, se habla de infiltrados externos a esa masacre. Queda por ver quién fue el artificiero. Queda por saber quién era esa persona que no pertenecía a Cosa Nostra y que Spatuzza dijo que estaba presente para supervisar la carga de los explosivos. Queda por entender cómo fue posible que unos minutos después de la explosión de Via d'Amelio alguien hubiera tenido la lucidez de tomar la agenda roja y hacerla desaparecer. Evidentemente, esa agenda roja se consideraba extremadamente peligrosa porque quizás tenía la clave para comprender lo que había detrás de las masacres", como aclaró Scarpinato.

Después de aquel terrible 1992 y ahora después de 28 años, unos pocos, verdaderos representantes y servidores del Estado, continúan buscando la verdad en una aterradora carrera contra el tiempo. Porque el tiempo es la única arma que realmente puede enterrar en el cementerio de una nación la evidencia irrefutable de un Estado que fue en busca de la mafia para traicionar a sus propios ciudadanos.

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Fotos © Shobha

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