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Por Aaron Pettinari - 21 de septiembre del 2020

En el día de hoy recordamos a Rosario Livatino, asesinado en una emboscada mafiosa en la mañana del 21 de septiembre de 1990, en el viaducto de Gasena, en la carretera estatal 640, que une Agrigento-Caltanissetta, mientras, sin escolta y en su Ford Fiesta bordó, se dirigía a los tribunales. Precisamente ese día tenía que decidir sobre algunas medidas preventivas que atentaban contra los intereses de la mafia. Por su muerte fueron identificados los asesinos y los jefes que dieron la orden de la organización criminal Stidda. Treinta años después del crimen, sin embargo, el contexto en el que maduró esa decisión aún no está bien definido.

Porque ante la integridad moral y el compromiso con que se conducía el magistrado de 38 años en un territorio tan difícil como el de Agrigento, es evidente lo incómoda que era su figura.

Anoche, en el canal Rai Uno, se transmitió en el Especial de Tg1, la investigación de Maria Grazia Mazzola, titulada "Un hombre justo".

A través de los testimonios de Marco Tarquinio, director del diario Avvenire, del profesor Nando dalla Chiesa, autor del libro "El niño juez", del Fundador y Presidente de Libera, Don Luigi Ciotti, del postulador de la fase diocesana de la causa de canonización, Don Giuseppe Livatino, de los magistrados Ottavio Sferlazza y Salvatore Cardinale y del Director Central Anticrimen de la Policía Estatal Francesco Messina, acompañados de algunos documentos, se reconstruyó la actividad del magistrado durante los doce años que vistió la toga.

Entre 1978 (año en que juró como magistrado) y 1990, en Sicilia se produjo una larguísima serie de crímenes. Fueron los años definidos como los "de la matanza" y en Agrigento hay varios intereses que se vieron afectados por las investigaciones del magistrado.

rosario livatino

Un contexto perfectamente descripto por Nando dalla Chiesa, hijo del general asesinado el 3 de septiembre de 1982. Respondiendo a las preguntas de Mazzola, recordó que esos "fueron los años en que Cosa Nostra, la Camorra, la P2 y el crimen financiero llegaron juntos al IOR. Había un puñado de sujetos ilegales que habían formado una red entre ellos. Y la capital era Palermo. Una ciudad donde se jugaba el destino de nuestra democracia porque todo podía justificarse como un homicidio de la mafia".

Y es en ese contexto en el que investigaba Livatino.

Releyendo algunos pasajes de sus notas emerge en forma clara que Livatino era realmente ese "modelo de magistrado descripto por la Constitución". Así lo recordaron su colega Salvatore Carnevale, Don Luigi Ciotti y Giuseppe Livatino (postulador de la fase diocesana del proceso de canonización).

Un magistrado que creía "en la independencia del juez no sólo en su propia conciencia, sino en su credibilidad".

Y no sólo eso. Livatino tuvo el coraje de decir "No" a la pertenencia del magistrado a sectas y asociaciones secretas, y al mismo tiempo creyó que un magistrado no podía dedicarse a la política. Conceptos reafirmados en un célebre informe leído el 7 de abril de 1984 en el Rotary Club de Canicattì.

Si las sentencias demuestran la responsabilidad del crimen organizado por la muerte del "niño juez", la sospecha de que detrás del hecho había algo más se hace cada vez más fuerte.

Así, gracias al testimonio de Cardenali y a algunas anotaciones escritas en el diario del juez, se supo que en esos años hubo varios contactos entre Livatino y los jueces de Palermo Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

"Hubo varios intercambios de información y documentos –recordó- Fuimos a la oficina de Borsellino y nos entregó documentos sobre la mafia de Agrigento. Y llevamos un documento nuestro, que venía de Canadá, en el que se delineaba la estructura de la mafia incluso antes de que Buscetta hablara de ello. Dicho documento confirmaba lo que dijo Buscetta. Y así se conocieron las relaciones de la mafia siciliana con la mafia calabresa y con la mafia de Montreal. Settecase, en Montreal, se reunía con los mafiosos locales, luego iba a Estados Unidos a reunirse con Castellano. Estamos entre 1985 y 1986. En estas transcripciones de escuchas telefónicas se hablaba de los nuevos líderes de la mafia".

Antes de la sentencia del maxi Processo, en Agrigento, tramitó el juicio de Santa Bárbara. Otro hito fundamental con cientos de años de cárcel para los jefes.

Y no sólo eso. "Surgió un contexto de conexión entre la mafia y la administración pública a nivel local, pero también con políticos, algunos sectores de la vida pública y muchas otras complicidades".

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Testimonio tras testimonio, fue quedando en evidencia que la propia magistratura de Agrigento, en ese momento, era "todo menos sensible en términos de lucha contra la mafia". Y como recordaron los ponentes, teniendo en cuenta que Livatino también investigó a los poderosos Caballeros del Trabajo de Catania, vinculados "a la política que importa", está claro que el magistrado podía "molestar a múltiples intereses: mafia, política, negocios y también a la masonería".

Paolo Borsellino fue uno de los primeros magistrados en llegar al lugar del asesinato. Y en los años siguientes investigó el crimen, tanto que en la agenta azul anotó, el 6 de julio de 1992, el interrogatorio al arrepentido Gioacchino Schembri. Por este último, debería haber ido el 20 de julio a Alemania, pero no tuvo tiempo. El día anterior, de hecho, saltó por los aires en via d'Amelio, junto con los agentes de su escolta.

También en este atentado, así como en el de Capaci, en las masacres de 1993, en el asesinato de Dalla Chiesa y otros crímenes excelentes, falta una parte de verdad. La más importante, la que lleva a descubrir los rostros de los ideólogos externos que se esconden detrás de las mafias, pero que son igualmente responsables de esos asesinatos.

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*Foto de Portada: www.antimafiduemila.com

*Foto 2: www.revistaecclesia.com

*Foto 3: www.cope.es

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