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“Tardía readmisión al grupo de las masacres”

Por Sebastiano Ardita-26 de octubre del 2020

Este es Nino Di Matteo. Concursa el 1º de agosto de 1991, viste la toga por primera vez el 24 de mayo de 1992, en la capilla ardiente de Giovanni Falcone tras la masacre de Capaci. En Caltanissetta comienza una guerra sin cuartel a Cosa Nostra, investiga los atentados e interroga con dureza a Totò Riina poco después de su detención. Eso lo recuerda bien desde aquel día. Regresa a Palermo y conduce las investigaciones más delicadas contra la organización mafiosa más poderosa y conocida del mundo. Excava, arresta, atrapa asesinos, jefes locales y jefes de distrito. Es de Palermo. Sabe que la verdadera fuerza de Cosa Nostra es ubicarse dentro del Estado y desde allí garantizar, ocultar, suavizar, absolver e informar.

Comienza el histórico proceso por la tratativa entre los jefes de Cosa Nostra y hombres de punta de las Instituciones. Totò "u Curtu", el carnicero, lo condena a muerte. Quiere que lo maten como a un atún. Esto no es una broma, porque nunca había sucedido que su orden de muerte cayera en oídos sordos. Cuando el juicio está a punto de comenzar es atacado desde el Quirinale de la manera más abierta y frontal: con un conflicto institucional. Mientras está aislado, condenado a muerte por la mafia, atacado, se le abre un expediente disciplinario -por una hipótesis nunca antes cuestionada por nadie- del que será absuelto con la fórmula más amplia. Un mafioso se arrepiente y dice que han llegado los explosivos para matarlo. Solicita ir a la Dirección Nacional Antimafia, pero el CSM, increíblemente, le niega el acceso, prefiriendo a colegas que no tienen -¡ni nunca podrán tener!- su experiencia y sus títulos.

Cuando se dan cuenta de que su exclusión es escandalosa, intentan trasladarlo con un procedimiento extra ordinem por razones de seguridad. Renuncia y finalmente, con grave e inaceptable retraso, supera el concurso ordinario y llega a la DNA. Se une a un grupo de trabajo que debe impulsar las investigaciones sobre los autores ideológicos externos de las masacres.

Da una entrevista en la que no revela nada y es expulsado de ese grupo de trabajo.

¡Dije de inmediato que un hombre con una historia como esta no podía ser excluido de dicho grupo como si fuera un niño indisciplinado...!

Ahora la Fiscalía Nacional lo ha readmitido en el grupo, aunque se encuentre en otro lugar.

Es una buena noticia, pero tardía. Si no había revelado nada, no se trataba sólo de su derecho a defenderse, sino también del derecho de los ciudadanos italianos a saber, a conocerlo, a escucharlo. Es un derecho que debe ser establecido formalmente.

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*Foto de Portada: © Imagoeconomica/ Sebastiano Ardita, a la izquierda, y Nino Di Matteo.

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