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LAS LÍNEAS DIRECTAS DE CASA CIANCIMINO
cianciPor Silvia Cordella y Lorenzo Baldo - 2 de febrero de 2010
El interrogatorio de Massimo Ciancimino no se concluirá el 2 de febrero como estaba previsto. Las audiencias continuarán hoy y el lunes próximo, porque el testigo que está siendo interrogado en el proceso contra el general Mori y el coronel Obinu, acusados de favorecer a la mafia por la fallida captura de Provenzano en el ’95 tendrá que profundizar aún más el capítulo relativo a la negociación puesta en marcha en el año 1992, por los carabinieri del Ros (Nucleo Especial Carabinieri) con Cosa Nostra.
El cuarto hijo del ex alcalde de Palermo, interrogado por el fiscal Nino Di Matteo, ha comenzado reconstruyendo la atávica relación entre Don Vito y Bernardo Provenzano. Una unión que se remonta a los años ’60, cuando el pequeño Ciancimino tenía apenas 7 años y los padres iban juntos de vacaciones a Baida. “Mi padre y Provenzano, a quien yo conocía como el señor Lo Verde, se encontraban frecuentemente, al menos tres o cuatro veces al mes, hasta los años de la presión del pool antimafia de Giovanni Falcone en los años ‘80”. “Desde ese momento fue necesario poner un poco más de atención” y los encuentros se daban más raramente, a menudo eran sustituidos por los “pizzini”. Mensajes que Don Vito y Zu Binnu (Provenzano) se mandaban a través de su hijo Massimo, el cual, a diferencia de los otros tres hermanos mayores, que ya se habían graduado, a pesar suyo, había sido encargado de ésta tarea.
Massimo ha descrito así los períodos de detención de su padre, alternados con periodos de estancia obligatoria en Rotello, Roma y por la prohibición de residencia en Palermo. Desde al año ’84, en el cual el ex alcalde fue arrestado por el Juez Falcone, hasta el día de su muerte, mientras estaba bajo arresto domiciliario (del ’99 al 2002), el joven Ciancimino lo había seguido y acompañado. Por esto se ha convertido en el testigo directo de ese sistema de connivencia entre mafia, política y empresariado que ciertamente ha pasado a través de su casa. En aquella de Via Sciuti en Palermo, donde Don Vito se encontraba con los agrimensores Pino Lipari y Tommaso Cannella y donde existía una línea telefónica preferencial reservada a los diputados Gioia, Lima, Ruffini e incluso a Provenzano y al misterioso hombre de los Servicios Secretos, el señor Franco – Carlo. Y también en la casa de Mondello y de Roma, en Vía San Sebastianello, sede de repetidos encuentros entre el jefe de Cosa Nostra y el mismo Ciancimino durante su detención en el apartamento romano. Encuentros que Binnu (Provenzano) organizaba sin particular cautela, descuidadamente, ya que, como Don Vito le había dicho a su hijo, estaba garantizado por un acuerdo pactado con los hombres de las instituciones entre mayo y diciembre de 1992.
Precisamente en Roma ellos dos tuvieron la posibilidad de hablar de muchas cosas. Más allá de las decisiones de naturaleza política que habían visto a Don Vito en el año ’92 fuera de los juegos políticos, el ex alcalde continuaba siendo informado de las lógicas internas de la organización. Como “consigliori” (consejero) de Provenzano como lo era, por años había emprendido lucrativos negocios en los cuales el Contador de Cosa Nostra recibía su parte. Inversiones en Milán, Montreal y Palermo, así como las ligadas a la sociedad del gas metano del ingeniero Ezio Brancato y del profesor de derecho tributario Gianni Lapis, en cuya empresa Don Vito Ciancimino tenía su 15 % como socio oculto. “Mi padre había entrado en el momento en el cual los dos socios no lograban adjudicarse el contrato para instalar el metano en Caltanissetta”, ha dicho Ciancimino a la Corte presidida por el juez Fontana. La licitación tenía que ser vencida por los exponentes cercanos a los Madonia (clan mafioso), por este motivo, bajo solicitud de Brancato, Lima les aconsejó que se dirigiesen a Ciancimino. Al final, gracias a su intervención, el Gas logró cambiar el destino de la licitación y obtener el contrato, esta vez limpia y lícitamente. Así se estableció que el 2% iría para Provenzano, mientras las obras serían subcontratadas a cargo de empresas ligadas a Cosa Nostra. Un porcentaje que Matteo Messina Denaro rechazó, pretendiendo un superávit de 500 millones de liras por los trabajos efectuados en su territorio, de los que los socios Brancato depositaron solo la mitad. Una circunstancia de la cual los magistrados de Palermo tuvieron confirmación en el año 2006, cuando fueron secuestrados los “pizzini” de Provenzano, en su escondite de Montagna dei Cavalli, donde en una misiva el boss de Castelvetrano le pedía al Tío que “ajustase” la situación “del hijo de su paisano”.
Esa vez Ciancimino no quiso saber nada de pagar. Con su usual modo irreverente hizo llegar el mensaje a Matteo Messina Denaro, que él se estaba “comiendo” su dinero en la capital entre autos y mujeres. Una actitud irreverente que para Don Vito no era inusual. El ex alcalde nunca había tenido particulares atenciones hacia quienes consideraba inferiores a él, la lista de estas personas era larga. Una de éstas era Salvatore Riina a quien no le tenía gran estima por ser demasiado impulsivo y protagonista. Su relación había madurado por un “conocerse obligado”, ya que ambos eran corleoneses que se frecuentaban desde jovencitos. De hecho, Massimo Ciancimino ha subrayado que entre ambos “nunca hubo buena sangre, Riina estuvo solo tres o cuatro veces en mi casa. Cuando llegaba mi padre lo hacía esperar. Primero comía y después lo atendía”. A tal punto que en 1992 Don Vito, luego de haber sido contactado por los Carabinieri del Ros para pedirle a Riina el final de las bombas de Cosa Nostra, llega al jefe de Cosa Nostra a través de la mediación de Antonino Cinà. Ese médico y jefe mafioso de San Lorenzo que Don Vito había conocido entre el ’78 y el ’79, en una reunión con el jefe de mafia Liggio y el mismo Riina, en Sirmione. Entonces el médico de San Lorenzo “tenía que presentar el estado de salud de Liggio para favorecer su situación judicial” mientras Don Vito había estado encargado de encontrar una resolución para la condena del jefe mafioso.
Desde entonces también Cinà había hecho carrera en Cosa Nostra. Haciendo de “puente de conexión” entre Riina y Don Vito para la entrega del famoso “papello”, el médico de San Lorenzo, después de la captura de Totò u Curtu (Riina), se había pasado a la parte de la nueva Cosa Nostra, capitaneada por Provenzano y convirtiéndose años después en jefe mafioso de una de las zonas más importantes de Palermo junto a los boss Nino Rotolo y Francesco Bonura. Ambos entrelazados con los negocios de Don Vito.

 

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