EL DETONADOR DE UNA CRISIS SISTEMATICA
Los gigantes de la especulación de Wall Street saben que el dólar, el arquitrabe de la economía mundial, tendrá que ceder, porque para el estado le es imposible refinanciar la avalancha de títulos de la deuda pública estadounidense que vencerán en pocos meses. Entonces se hace quebrar la alternativa monetaria disponible, el euro y crear una forzosa y extrema necesidad de dólares.
Mientras tanto, con los mecanismos de las “profecías que se auto cumplen”, dominados por ellos a través de espantosas entidades criminales (las agencias de rating), los especuladores deciden los tiempos y las formas de quiebres, sobre los cuales han apostado montañas de dinero con la certeza – a corto plazo – de vencer.
El esquema se asemeja al de la quiebra del 2008-2009. En ese entonces hundían los bancos, sobre los que ellos sabían que pesaban apuestas imposibles sobre deudores insolventes. Ahora también hunden los estados soberanos, que saben que están expuestos a trucos creados por los mismos especuladores y a pirámides de deudas fuera de control. Ahí están Standard & Poor's, Moody's y Fitch a decidir aún cuándo un título debe irse al infierno.
No les importa nada si tienen una pésima reputación o si no son atendibles a los ojos de quien usa la razón para sopesar su “objetividad” en las evaluaciones. Los mecanismos legales están inexorablemente de su parte. El Banco Central Europeo no puede adquirir los títulos españoles o griegos si su rating no alcanza un cierto umbral. Entonces quien decide el rating puede decidir cuando y como hacer caer a pedazos un sistema. Estados enteros.
Y este juego de dueños del universo es conducido por los especuladores no sólo a despecho de lo que hemos llamado reputación, sino incluso a pesar de las investigaciones del Congreso, de la Sec y de la Fed. Tanto para comprender cuáles son los verdaderos “poderes fuertes”.
El anuncio de las caras duras de Goldman Sachs y JP Morgan Chase es que ya no se habla de 45 mil millones de euros para salvar a Atenas, sino de al menos 600 mil millones de euros para salvar al “Club Med” del euro. Una cifra superior a la que desangró las cajas de los Estados Unidos para impedir el colapso total en el 2008, cuando los contribuyentes fueron desangrados por 700 mil millones de dólares, una parte de los cuales terminaron alegremente en los bonos de los “Masters of Universe”.
Con el uso de títulos derivados "credit default swaps" (Cds), la especulación en lugar de asegurarse contra la bancarrota (problema a medio plazo), se apunta directamente para ganar inmediatamente, creando un contagio financiero, del cual no advierte la mínima responsabilidad. Según su óptica por ahora estos serán problemas insolubles de los bancos europeos. Lo recuerda Federico Rampini en el artículo publicado en el periódico «la Repubblica» del 29 de abril de 2010: «Una investigación del Department of Justice acusa a los más importantes hedge fund (Soros, Paulson, Grenlight, Sac capital), de haber acordado un ataque simultáneo al euro, en una cena secreta mantenida el 8 de febrero en Wall Street. Al día siguiente, 9 de febrero, en el Chicago Mercantile Exchange, los contratos futuros que apostaban a una quiebra del euro superaron vertiginosamente los 54.000, un record histórico. Con Goldman Sachs y Barclays, bien en vista en las crónicas sobre las grandes maniobras.»
La gran economía anglosajona está decidiendo que los europeos serán divididos en nórdicos y del Sur. Nosotros, los del Sur, nos chuparíamos el default inmediatamente.
En realidad también Gran Bretaña está sentada en una vorágine de deudas y mentiras contables, que se pospone lo máximo posible, al menos hasta después de las elecciones políticas.
Y en el fondo, irresoluto con los instrumentos ordinarios, está el nudo más grande, los Estados Unidos. Tantos Estados, no sólo los PIGS mediterráneos, para cubrir las deudas y los vencimientos, tendrán que hacer elecciones extremadamente costosas: aumentar los impuestos, desatar la inflación para reducir el peso de la deuda, o de otro modo caer en la bancarrota. Lo que es peor, es que estas situaciones pueden incluso llegar contemporáneamente a los Estados Unidos.
La política será embestida naturalmente por tensiones y novedades de enorme alcance, que destruirán sistemas enteros.