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Por Saverio Lodato – 5 de junio del 2019

Frente a lo que estamos presenciando, se puede decir – sin blasfemia institucional – que relacionar al actual CSM (Consejo Superior de la Magistratura, ndt) y a la lucha contra la mafia, equivale, ni más ni menos, a poner al diablo y al agua bendita juntos.

Otra que independencia del órgano de gobierno autónomo de los jueces.

Otra que separación de poderes y equilibrio entre ellos.

Hicieron de Montesquieu y de sus teorías, carne de cerdo.

El espectáculo habla por sí mismo.

Cenas y políticos, donde los investigados deciden las nominaciones de los jueces, donde los jubilados seleccionan y eligen a sus herederos de confianza, los que se reúnen y arman su camarilla, y muchos periodistas, porque incluso de ellos es necesario ocuparse, que tiran desde todos lados, magnificando al magistrado "amigo" que rápidamente se alza como el campeón de la información. Tonterías, por donde se lo mire.

Corro, cuadrilla, camarilla, caterva, congregación, pandilla, todos sinónimos que significan lo mismo: la forma de proceder de un sector muy ilustre del CSM que siempre se refugia oportunamente.

Tendrá pan para sus dientes el Jefe del Estado, Sergio Mattarella, llamado en este caso, por fuerza de las circunstancias, al uso de la escoba, más que al rango de persuasión moral. Es un hombre, afortunadamente para nosotros los pobres ciudadanos, que por lo general no se impresiona con facilidad. Veremos cómo se mueve. Porque moverse, tendrá que moverse.

Pero volvamos al tema inicial: ¿de qué lucha contra la mafia puede ocuparse este CSM?

Piensen.

Este es el CSM que debe decidir el destino de Nino Di Matteo, expulsado por un ucase (como solía ser llamado) del fiscal nacional antimafia, Cafiero de Raho, de la recién formada comisión para investigar a las masacres. Que Dios nos la mande buena. Y cuando nos permitimos definir al fiscal del proceso de la tratativa Estado-mafia como el nuevo Giovanni Falcone lo hacemos por una buena razón. Con el debido respeto al resto de la profesión.

También Falcone tuvo que pasar por el yugo de las horcas caudinas de un CSM que lo obstaculizó hasta el último día de su vida.

Pero al menos había una diferencia: aquel CSM de hace tres décadas para joder a Falcone – el verbo nos parece apropiado – tenía al menos el pudor y el buen gusto de inventar "criterios" construidos a medida: antigüedad, territorialidad y documentos que nunca faltan.

En el caso de hoy se procede con mucho menos disimulo. Y eso se debe a que buena parte de la información italiana, relacionada con el destino de los carabineros Antonio Subranni, Mario Mori y Giuseppe De Donno, condenados en primera instancia en el caso de la Tratativa, está dispuesta a vender sus principios.

Y parece decirle al CSM: ¿quieren joder a Di Matteo como en su momento jodieron a Falcone?

Adelante. Miraremos para otro lado. Lo importante es que no se toque a Subranni, Mori y De Donno.

Por supuesto, no todo el CSM piensa así. Hay fuerzas internas que venderán cara la piel y que tienen plena conciencia de que se está bailando en el borde del precipicio. ¿Podrán dar un golpe de timón para "salvar" la navegación?

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Foto de Portada: © Paolo Bassani

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