Por Saverio Lodato – 5 de noviembre del 2019

El honorable mafioso. El mafioso con inmunidad parlamentaria. Matteo Messina Denaro Primer Ministro. San Matteo, ora pro nobis.

Que Cosa Nostra escriba a sus prisioneros en papel con membrete de la Cámara de Diputados.

Y que los reclusos sean trasladados de una prisión a otra según sus deseos.

Algunos tontos se jactan de hablar cara a cara con los prisioneros mafiosos, esperando su arrepentimiento y que la chispa del amor se encienda en ellos.

Por Saverio Lodato -3 de Noviembre del 2019

Escuché a Nino Di Matteo, invitado por Annunziata en Rai 3, con bolígrafo y papel en mano. Pertenece, Di Matteo, a esa rara categoría de invitados a la televisión acostumbrados a guardar silencio antes de hablar, hostiles a la batuta, reacios a las frases dichas ligeramente sólo para aumentar la audiencia, para crear los escándalos del día, para acuñar consignas a corto plazo, para obtener aplausos o para titulares efectistas.

Durante un cercano cara a cara con la entrevistadora Lucia Annunziata, nunca eludió las preguntas, nunca recurrió a la fórmula de "eso no lo puedo decir debido a mi función", nunca habló con la nuera para que la suegra entienda, como es costumbre de la gran mayoría de los que quieren ir a la televisión, independientemente de si tienen algo que decir o no.

Por Saverio Lodato-21 de agosto del 2019

Parece que el otro día, en el Senado, Matteo Salvini no se tomó selfies mientras hablaba Giuseppe Conte, decepcionando a su gente por primera vez. Y se podría decir que en el fondo, al final del juego, fueron suficientes las fuerzas de un primer ministro con sentido común para encadenar al genio de la lámpara soberana y populista que amenazaba con la devastación y el caos. En el Senado, y todos lo hemos visto, cuanto más hablaba el primer ministro, más se desinflaba y se encogía el genio hasta el punto de ser conducido de regreso al rencoroso subsuelo que lo había evocado.

El primer ministro, siempre solo, lo golpeó en la cabeza, presentándole una factura muy alta, sin perdonarle una, alineándolo en términos institucionales, constitucionales, políticos, éticos, religiosos, siempre con muy buenos modales, incluso afectuosamente.

El genio, nacido de la lámpara soberana y populista, no sabía dónde sentarse, si llorar o reír, si mantener la boca abierta o cerrada, si mover la cabeza o doblarla, si estrechar manos o morderse las uñas, si agitar o aplacar los ánimos de sus pretorianos; balbuceó, tartamudeó, perdió el hilo, fingió contestar el teléfono, intentó componer un gesto liviano pero dando, sin embargo, al mundo, la impresión de que no saber dónde encontrarse, como si se dijera: "¿Qué estoy haciendo aquí?".

Al final del juego, se puede decir que Matteo Salvini ya no era ese gran fascista que muchos describían. Y es por mérito de Giuseppe Conte, sólo de él, que desde hoy Matteo Salvini no sea un espantapájaros, incluso para los mocosos que juegan en la calle.

Y aquí, ahora, el discurso se pone serio.

Y complicado.

La gran mayoría de los parlamentarios, incluidos los de la Liga del Norte, no quiere volver a votar porque con este claro de luna incluso las encuestas podrían resultar ser mantas demasiado cortas para defender la silla. Y así estamos, y se entiende.

Todos quieren que la legislatura no tire el balde antes de lo previsto. Y justo aquí, hace sólo unos días, nos referimos a la "política de los abandonados".

En vísperas del choque en el Senado, debe reconocerse a 5 Estrellas por haber encontrado al menos una adhesión anti Salvini. Grillo y Casaleggio impusieron la línea de supervivencia, a la que los senadores habrían seguido en el recinto. Decimos línea de supervivencia, porque estamos hablando de un partido que fue el primero en Italia, pero que hoy sabe muy bien que ya no lo es.

El PD se dividió, y dividido quedó.

Prueba de esto es que, mientras el cirujano Conte trabajaba a corazón abierto, Matteo Renzi y Nicola Zingaretti se daban empujones para ingresar al quirófano.

A tal propósito.

Ahora parece que la línea de Zingaretti finalmente está prevaleciendo en el PD. Y consideramos que esto es algo bueno, dado que una enésima babel en el PD interrumpiría de raíz el ya complicado parto de otro gobierno (pronto sabremos cuál). Si se nos permitiera una modesta sugerencia a los dirigentes del PD, los invitaríamos a que no se aventuren demasiado en la "ilegitimidad electoral" de este gobierno amarillo y verde que acaba de descomponerse.

Eviten las apariciones en televisión.

Aprendan de Conte a hablar con hechos en la mano, no con la ayuda de teclados.

Mantengan un perfil muy bajo, en cuanto a las declaraciones públicas.

Caminen de puntillas ante los italianos. Que aquellos que los observan entiendan que, si regresan a un gobierno, saben muy bien que es un milagro.

Y sorprendan, eso sí, con grandes efectos especiales, grandes propuestas, grandes programas, grandes compromisos, grandes nombres; nombres, nos atrevemos a decir, de muy alto perfil. Pronto veremos si entendieron la lección.

Habiendo dicho eso, Giuseppe Conte no les gusta a los que están trabajando para el nuevo gobierno, incluidos, aparentemente, los de 5 Estrellas. Es un hecho Y es una pena.

Veremos si el Jefe de Estado, Sergio Mattarella, tendrá en cuenta su dolor de barriga o le dará una nueva oportunidad al primer ministro que, solo, puso en su lugar al genio de la lámpara soberana y populista.

El profesor Luciano Canfora, refiriéndose al discurso de Conte, dijo que desde hacía años no se escuchaba en el Senado a alguien de tan alto perfil y estilo. Modestamente, suscribimos.

Ciertos comentaristas de la gran prensa, por otro lado, ven a Conte como humo en los ojos.

¿Por qué? Es fácil de entender: porque siempre ha sido un hombre de 5 Estrellas. Durante catorce meses se burlaron de él llamándolo Señor Nadie y ahora él, aunque parezca una broma, derrotó solo al fascismo, sin tener que recurrir a proclamas, firmas o grandes llamamientos. Le debemos a Conte la expulsión de Siri y haber dado vuelta el caso "Moscopoli", desaparecido de las primeras páginas. No es poco. Conte, con su sola presencia, renueva las aguas de ciertos charcos en los que otros, en cambio, se revuelcan maravillosamente.

Un sentimiento común, déjenme decir, que parece resumir Emma Bonino cuando le reprocha a Conte su "arrepentimiento tardío" en el gobierno. Sí.

¿Bonino, quien junto con Marco Pannella, apoyó a todos los gobiernos de Berlusconi, sin una sola palabra de "arrepentimiento"? Que se arrepienta Bonino en lugar de buscar la mancha en los ojos de Conte. Hay un tiempo para todo.

Y quizás el Partido Demócrata, si quiere cambiar el registro, debería comenzar a renunciar a ciertos miembros de la procesión, como Bonino, que nunca han beneficiado a su imagen frente a los italianos.

Habrá mucho trabajo por hacer para Nicola Zingaretti.

Los italianos mirarán el espectáculo.

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