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Por Jean Georges Almendras- 10 de abril de 2019

Una plaza emblemática (Plaza Libertad). Una plaza (elegida de tiempo atrás como símbolo de la lucha por la democracia, y de la lucha contra la dictadura militar uruguaya) del centro de la ciudad de Montevideo, sobre la Avenida 18 de Julio, ha sido el escenario elegido, desde hace ya unos cuantos años (cuatro aproximadamente), por los jóvenes del Movimiento Our Voice, para decir a la ciudadanía, y a todo volumen –sin silencios ni  cortapisas- que cuando hay viviendo en las calles uruguayas familias con niños,  jóvenes, y ancianos y a ancianas, deberíamos mirarnos a nosotros y decir que de todas esas soledades, de todas  esas desesperanzas, y de todos esos sufrimientos, todos somos responsables.

Pero el común de las personas no quieren verlo así. Ni mucho menos aceptarlo. Ni tampoco tomarse la molestia de procesarlo en la intimidad. Porque por hacerlo  capaz uno corra el riesgo de dañar las mieles de la calidad de su vida  o lo que es peor,  uno corra el riesgo de recorrer  los áridos caminos del  mea culpa debido a  la diversidad de  injusticias sociales pululando en el mundo, y hasta pueda cambiar de opinión o de visión.. Un mea culpa que tarde o temprano  puede llevar a  erosionar el sagrado individualismo y el sagrado (y confortable) hogar en el que se uno se encuentra. Por aquello, de que pensar en el prójimo, puede sernos altamente contraproducente, porque la solidaridad desinteresada  (y es ley del sistema que nos rige y nos condiciona)  a uno no le reporta ganancia alguna.

En definitiva, partiendo de esa premisa, entonces, llegar a pensar desde nuestra visión de periodistas libres, y desde el mundo de los jóvenes Our Voice (Nuestra Voz),  que todos somos responsables de las personas en situación de calle, del Uruguay o de cualquier punto del planeta, puede resultar verdaderamente una locura o una blasfemia mayúscula y especialmente conspiradora, para criterio de los adoradores de  la sociedad de consumo,  para los adoradores del capitalismo imperante y para los cultores del egoísmo.

Pero lo jóvenes de Our Voice rompen  con todos los esquemas en la sociedad en la que viven. Y lo hacen con coraje y con fuerza, porque lo que hacen les sale del alma. Porque por ser jóvenes su alma es pura. Porque por ser jóvenes, sus valores éticos y de justicia social son sólidos y convincentes. Y coherentes con sus ideas y con la sensibilidad de la juventud militante  de nuestros convulsionados días de este milenio, cargado de degradaciones ciudadanas y de hipocresías.

Por esa razón, periódicamente, los jóvenes de Our Voice, los adolescentes y los niños de Our Voice y los ciudadanos libres, que se suman a su causa, se hacen presentes en esa plaza de Montevideo para dialogar con los montevideanos y  para decirles (de todas las formas posibles, a través del Arte)  que  todos esos seres humanos durmiendo en las calles de la capital del Uruguay, todos somos responsables.

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Responsables junto al Estado, de que no tengan una vivienda (como lo reza en la Carta Magna, más conocida como Constitución de la República); de que tengan un plato de comida  o  un mínimo de calidad de vida. Porque esa responsabilidad es de todos nosotros. Nosotros, que pagamos los impuestos; nosotros, que  tenemos un trabajo seguro; nosotros, que somos honestos; nosotros, que los marginamos porque son pobres; nosotros, que podemos bañarnos  todos los días y nosotros, que podemos comer alimentos tres veces al día; nosotros, que nos decimos santos (y no sé si lo somos);  nosotros, que nos declaramos humanos, educados  y civilizados.

Nosotros, que nos queremos tanto y que nos distanciamos tanto de los que no son como nosotros. Nosotros, que no estamos mal olientes y  que no tenemos dentaduras desagradables o vestimentas y calzados usados y sucios.

Nosotros, que nos pensamos decentes. Nosotros, que en realidad somos los irresponsables,  porque no asumimos ser responsables.

Y ellos, los jóvenes que se quedan horas en la Plaza (llueva o truene)(haga calor o haga frío), nos atenazan con la verdad más irrefutable. Con una verdad que nos pone contra las cuerdas. Con una verdad  que habla de  nuestra responsabilidad  respecto a esas almas solitarias, desesperadas o resignadas.

 Como es un hecho también  de que esa verdad de la que hablan los jóvenes en la Plaza Libertad, habla de que somos irresponsables. Muy irresponsables. Porque no tomamos la responsabilidad de esas vidas a la deriva. Vidas humanas “tiradas” en las calles. No cosas,  , tiradas en las calles.

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Con remeras blancas, con las letras de Our Voice impresas, los jóvenes:  tocan guitarras y tocan tambores; reparten panfletos con sus ideas y con los argumentos de sus ideas; hablan con los transeúntes; reparten leche caliente o bocadillos a quienes en situación de calle se acercar a ellos, buscando, además  del alimento o un vaso de agua o un café o leche calientes, principalmente, el  afecto. Si acaso la atención m por efímera que sea, de otro ser humano que le de dignidad y que lo trate con respeto. Aunque sea por una sola vez.

En aquellas noches de “Todos Somos Responsables”, porque así se llama la actividad, los jóvenes trasmiten vida, trasmiten amor, trasmiten esperanzas, trasmiten luz y trasmiten fortaleza. Para que a través de esa fortaleza, los desplazados de nuestra gran sociedad, se sientan acompañados. Se sientan vivos.

Los jóvenes de Our Voice, estuvieron en la Plaza Libertad, en la noche del martes 9 de abril. Estuvieron una vez más, recordando a  todos (insistiendo)  que nuestros deberes ciudadanos y con la vida misma, no terminan en las puertas de nuestras casas, sino todo lo contrario: se abren desde ese lugar y caminan hacia adelante. Hacia afuera. Allí, donde se encuentran los excluidos. Donde se encuentran los pobres. Donde hay soledades y donde hay necesidades de las cosas más elementales para vivir el día a día.  

Todos somos responsables de los pobres, que matemáticamente nunca faltan en las sociedades modernas. Todos somos responsables de los  pobres que desde las calles nos señalan con el dedo aún sin levantar el dedo.

 Esa noche de abril, los jóvenes de Our Voice, como tantas otras veces, estuvieron en la Plaza Libertad de Montevideo , junto a redactores de Antimafia Dos Mil, y entre ellos el Director de Antimafia DuemIla, Giorgio Bongiovanni, como así también colaboradores de Italia, Argentina, Paraguay, México y Uruguay.

Esa noche de abril, los  jóvenes de Our Voice, como tantas otras veces, estuvieron en la Plaza Libertad de Montevideo, hablando de verdades y compartiendo segundos, minutos y horas, con aquellos que no figuran en las nóminas del establischment.

Esa noche de abril, como tantas otras veces en el ayer y como ocurrirá siempre y cada vez que el sistema devorador de hombres esté vigente y erguido, los jóvenes de Our Voice estuvieron  incomodando a los egoístas, a los indiferentes, a los tibios, a los cobardes, a los capitalistas, a los consumistas, a los autoritarios, a los déspotas, a los ricos, a los pobres que se creen ricos  y en definitiva, al Poder.

Al Poder, que también es responsable de las soledades y de las desesperanzas de quienes viven en las calles.

Gústele o no gústele,  al Poder.

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*Fotos de José Guzmán

REDACTORES

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