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Por Jean Georges Almendras, enviado especial a Chile-29 de agosto de 2019

¿Es posible que un movimiento de jóvenes como Our Voice pueda integrarse con otros jóvenes, para luchar juntos, por la causa migratoria en un país como Chile, donde el racismo y la xenofobia hacen estragos en la sociedad? Sí, es posible.

A media mañana del día jueves 29 de agosto, las puertas de la Fundación Epi Centro, de la calle Catedral al número 1053, de Santiago (capital de Chile), se abrieron de par en par para dar paso a una veintena de jóvenes Our Voice, quienes al cabo de casi dos horas de dinámico y enriquecedor encuentro con quienes les dieron una cálida bienvenida, permitieron esculpir, con sus palabras y sus objetivos en común, una jornada de integración que (estoy seguro) perdurará en el tiempo, en el microcosmos de cada uno de los allí presentes, y en el macrocosmos de un país en el que ya no hay dictadura pero que en el que tampoco se vive en democracia, tal como lo expresara Álvaro Larraín al momento de recibirnos. Un recibimiento desacartonado que se fue transformando en un intenso conversatorio que especialmente visibilizó coincidencias a granel. Coincidencias que fueron fortaleciéndose minuto a minuto, con un potencial, verdaderamente indiscutible, inédito y esperanzador por donde se lo mire.

Sentados en círculo, codo a codo, todos tuvimos la oportunidad de hablar, y el tiempo transcurrió con celeridad.

Sentados en círculo codo con codo, los sentimientos más recónditos de cada uno de los que estábamos allí salieron a la superficie. Salieron a la luz pública. Se catapultaron con emoción. Se catapultaron con honestidad. Los jóvenes de Our Voice y todos y cada uno de los integrantes de la Fundación.

Cada uno fue protagonista y pieza medular de una actividad, que podemos definir o calificar (sin temor a equivocarnos) como emblemática y representativa, de un evento que se proyectará en el tiempo, de la mano de los jóvenes de Our Voice y de quienes los escucharon atentamente. Con admiración y con reconocimiento. Porque desde la Fundación lo que se destacó y se subrayó (y se ponderó) fue la juventud de los integrantes del Movimiento. Y en particular la de su fundadora Sonia Tabita Bongiovanni.

“La propuesta que tienen va muy de la mano de la Fundación, porque nosotros somos autónomos y libres como ustedes. Y porque entienden, como nosotros, que las marchas y las movilizaciones son esenciales para visibilizar las luchas sociales” dijo Álvaro Larraín, ingeniero de profesión, y figura principal de la Fundación, la que comenzó a dar sus primeros pasos hace 19 años, aunque formalmente recién lleve dos años de creación.

“El objetivo de la Fundación Epi Centro, es trabajar por la inclusión, la integración, la interculturalidad y los derechos humanos. No podemos discriminar a nadie por su raza, ni por su discapacidad. Integramos a la comunidad migrante, a la comunidad indígena, a la comunidad ciega, a la comunidad negra y queremos un país integrado, un país humano. Debemos olvidarnos del individualismo. Lo importante es que todos estemos bien”

Sobre el Movimiento Our Voice, Larraín afirmó: “Estos jóvenes hacen una labor increíble, increíble de verdad. Sensibilizar a través del arte, todos los problemas que tenemos con esta sociedad neoliberal y asesina, lo encuentro maravilloso, lo encuentro que puede a llegar a todo tipo de público. Me llama mucho la atención la juventud de todos ellos. Hay una semilla que se está sembrando especialmente para el futuro”

Vistiendo los atuendos de la cultura de la nación mapuche, Mikal Neculqueo (Yna el Lonko Lawentuchefe) hija de la poeta Lawentuchefe Lonko Adela Quiñileo, de la Comunidad Tradicional Quiñileo Neculquen, habló sin restricciones sobre las luchas de las comunidades mapuches en Chile y en la región, sin dejar en el tintero, las violencias que se ejercen sobre los dirigentes de las comunidades, que incluyen amenazas de muerte. Una experiencia de intimidación que ella misma sufrió en persona. Violencias de parte de los hombres blancos, violencias de parte de las fuerzas policiales (carabineros). Violencias que se ejercen sutilmente y descaradamente. Mikal Neculqueo no escondió nada “porque estas cosas se tienen que saber, se tienen que hacer públicas”. Y Mikal Neculqueo también opinó sobre Our Voice: “Estos jóvenes constituyen algo positivo. Son algo necesario que se tiene que replicar urgentemente, porque esto de unir las causas, desde la gente joven, desde la gente autónoma, desde los movimientos sociales, es importante. Ojalá se pueda replicarlo en otros lugares, en otros países”.

En este encuentro estuvo presente también, Marcelino Collío, todo un emblema de una lucha por justicia dentro de la comunidad mapuche chilena. Una lucha tenaz, que lleva adelante para que no quede en la impunidad la muerte de su nuera: la joven militante mapuche Macarena Valdés. Fue hace tres años que apareció muerta, y en la oportunidad, las autoridades dijeron que se había tratado de un suicidio. Pero recientemente se pudo demostrar que había sido asesinada.

“La Fiscalía y el Estado nos han ocultado información. En tres años el Estado ha sido cómplice. Cuando recordamos a Macarena Valdés en el Museo de la Memoria, todos fuimos reprimidos. Nos bombardearon con gases. Somos conscientes que nuestra lucha es justa. Y luchamos por la verdad. A Macarena la mataron y podemos demostrarlo. Y también podemos demostrar que la ley no es igual para todos. No somos iguales ante la ley. Este es un sistema que apuesta a las inversiones extranjeras antes de cuidar la vida de las personas. El asunto es ¿cómo cambiamos la sociedad? Es un punto interesante el de la conciencia. Hay que pensar sobre el tipo de país en el cual queremos vivir. Para nosotros como mapuches es fundamental que nos reconozcan como nación mapuche”.

El improvisado conversatorio siguió su curso. Hablaron otros emblemáticos integrantes de la Fundación: el periodista colombiano, David Arboledo; las activistas Javiera del Campo, Jakeline Rodríguez y Paola Palacios

En sus respectivas intervenciones encararon las diferentes formas de racismo que están instaladas (agazapadas) en la sociedad chilena. Formas de racismo crueles. Formas de racismo que fueron el génesis de la Fundación hace 19 años, como lo explicaba su director y fundador Álvaro Larraín. Formas de racismo y de xenofobia que son fomentadas desde el Estado. Modelos de discriminación que hacen que el color de la piel sea un exclusivo motivo para la agresión física, para la agresión verbal, para la exclusión laboral y para que el hombre blanco mantenga su primacía y su poder, con la más detestable (y repudiable impunidad). Una exclusión que arrasa despiadadamente (y también mata) a migrantes peruanos, venezolanos, haitianos, colombianos. Una discriminación dirigida a hombres, mujeres, niños. Una discriminación (y persecución) sin contemplaciones, en un siglo de democracias y de ostentaciones de civilización, de calidad de vida, de confort. Una discriminación perversa, que va de la mano de modelos económicos neoliberales. Que va de la mano de los intereses de las ricas familias que tienen en sus manos los destinos de Chile. De un Chile “democrático”. ¿Democrático?

El improvisado conversatorio siguió su curso. Y los jóvenes de Our Voice también hablaron. Hablaron de las realidades europeas: de los migrantes que se ahogan en las aguas del Mediterráneo; de los políticos que miran al costado mientras los sufrimientos de los desplazados se multiplican y se expanden; de los gobernantes que cierran puertos y que disponen encierros para quienes se solidarizan con quienes están expuestos a ser devorados por los mares.

Hablaron de las injusticias y agradecieron que se les abrieran las puertas y los corazones, para emprender juntos, esas luchas. Las luchas para romper fronteras, para borrar del planeta las injusticias sociales y para que el ser humano cambie, pero desde el alma.

Hablaron con autoridad moral, porque ellos tienen conocimiento de todos estos dramas. Y porque tienen valores. Hablaron con autoridad moral, porque la tienen y la ejercen, a pesar de su juventud. Y la ejercen en cada representación artística. En cada ensayo. En cada instante de elaboración de un texto a subir al escenario. Hablaron con autoridad moral porque sufren cada vez que escuchan esas vivencias de dolor, de marginación y de discriminación. Hablan con autoridad moral porque se sensibilizan hasta el llanto cuando son parte de estas luchas, codo con codo con otros luchadores sociales. Un llanto de rabia. Un llanto de denuncia. Un llanto que los fortalece para la revolución cultural pacífica. La revolución para crear conciencia entre los jóvenes y para demostrar a los mayores, que estos se equivocaron y que ahora esas luchas están en sus manos. Y que las voces de los jóvenes no están ausentes. Voces para gritar verdades. Para gritar injusticias.

Hablaron y se integraron a una causa: la causa de los migrantes. Los migrantes del mundo que son pisoteados, avasallados y violentados, y a la vista de todos.

A la vista de todos aquellos, que cultivan los egoísmos y los individualismos, pero que se dicen civilizados, aunque en realidad: son cómplices.

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*Foto de Portada: Our Voice.

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