Por Jean Georges Almendras, enviado especial a Chile-30 de agosto de 2019
“Yo soy un trabajador de la música, no soy un artista. El pueblo y el tiempo dirán si soy artista. Yo en estos momentos soy un trabajador y un trabajador que está ubicado en conciencia muy definida como parte de la clase trabajadora que lucha por construir una vida mejor”
Así se expresó, Víctor Jara, apenas un mes y diez días, antes de ser asesinado de 44 balazos, por la dictadura pinochetista en setiembre de 1973. Se expresaba así porque era esa la forma que concebía su talento de músico, compositor y cantor, como trabajador en lucha por una vida digna y por un mundo más justo. Un trabajador en lucha, que por ser así, frontal y puro en sus ideas (que siempre estaban en favor de la vida y de la igualdad) pagó con su vida el confrontarse tan apasionadamente contra el poder y contra el sistema.
Víctor Jara, que hoy, aún ausente físicamente, sigue vivo entre nosotros.
Entre nosotros, los jóvenes de Our Voice y los redactores de Antimafia Dos Mil, que visitamos la Fundación que lleva su nombre, ubicada en una casa de la calle Almirante Riveros al 067, en el Municipio La Providencia.
Mientras nos vamos ubicando en un sector de entrada al inmueble. nos recibe Cristian Galaz, director ejecutivo de la Fundación. Una Fundación cuyos primeros inicios se sitúan exactamente hace 26 años.
“Yo no lo conocí personalmente, pero lo veía cantar, lo veía en las manifestaciones, porque Víctor Jara se transformó en un verdadero activista de los derechos sociales, en una época en que Chile vivía un período muy especial. Todo ese momento lo llevó a estar en la primera escena de un movimiento cultural artístico que acompañaba ese proceso social y político. Él actuaba en lugares muy masivos, pero también actuaba en lugares muy pequeños. La última actuación que tuvo fue por una invitación que le hicieron desde una pequeñita escuela en la localidad de San Bernardo, donde cantó para los alumnos. Eso fue un día antes del golpe de Estado. El estaba en lo más y en lo menos. Para él no había diferencias. Y eso se notaba. Por eso la gente lo ama hasta el día de hoy. El pueblo lo quiere y lo lleva en su corazón”
Víctor Jara, como muchos alumnos y profesores de la Universidad en la que se encontraba, decidió quedarse allí y acompañar a la resistencia, aquel 11 de setiembre de 1973.
“Él pudo no haber asumido el llamado que unos meses atrás se hizo para defender al presidente Allende, pero optó por responder a ese llamado, para finamente, como muchos, sufrir la tortura y encontrarse con la muerte. Víctor era muy conocido y muy querido. Gracias a eso hoy él no es un detenido desaparecido más. Intentaron ocultar su cuerpo y fue la gente la que lo reconoció en el lugar donde fue abandonado, y por esa razón sus restos fueron llevados a la morgue judicial. Hoy ese lugar donde ubicaron su cadáver está señalado como memorial junto a la línea del tren, al costado de un muro divisorio del Cementerio Metropolitano, en el municipio El Espejo. Lo dejaron allí a Víctor, sin vida, y un vecino lo encontró. Después, en la morgue, su cuerpo es reconocido nuevamente por un funcionario, Héctor Herrera, que hoy vive, y que es para nosotros un héroe. Un héroe porque él tenia 20 años y decidió en ese momento hacer algo, que Víctor no sea un cuerpo que fuera a parar a una fosa común. Después, Herrera ubica a la esposa de Víctor, que es Joan Thorn, porque luego adopta el apellido de Víctor, y es Joan Jara. Herrera lleva a Joan a la morgue, para que haga el reconocimiento final. Imaginarán lo que fue ese momento para Joan. Héctor Herrera la acompaña en ese proceso y junto a un amigo querido de Joan, entierran a Víctor, ellos tres. Fue un momento muy duro para ellos tres. Y cuando Héctor cuenta esto siempre se emociona muchísimo. Estas tres personas todavía están vivas, y cuando se juntan para conmemorar, recuerdan todo esto, con mucho respeto. Y lo recuerdan porque se sienten acompañados por Víctor, como nosotros que también acá nos sentimos acompañados por él”.
Cristian Galaz sigue con el relato. Los jóvenes de Our Voice no pierden detalle de cada uno de sus relatos. De cada uno de sus recuerdos. Los jóvenes de Our Voice , además, están sensibilizados.
“No me cabe ninguna duda que si Víctor viviera los hubiera recibido. Y no solo los habría recibido, sino que además habría tocado la guitarra con ustedes, y habría cantado con ustedes. estoy seguro de eso. El habría estado acá. Yo me siento abrumado por tratar de trasmitirles todo sobre él. Pero está aquí. Está entre estas paredes. Y está en lo que él hizo que es mucho más de lo que puedo yo decirles”
"Los invito a recorrer la casa. Hay fotos. Podrán ver una parte de una gran exposición de 44 láminas. Son fotos de dos fotógrafos que registraron a Víctor en tiempos y épocas diferentes, Dos fotógrafos que lo acompañaron en varios momentos de su tiempo. Un tiempo de actor y director de teatro. Y un tiempo de cantor y de músico”
Todos abrazamos la invitación. Todos recorremos las instalaciones. Cada uno viviendo en la intimidad los efectos de todos los relatos y todas las evocaciones que Cristian nos ha compartido hasta hacernos entender que el mensaje que ha dado Víctor, es un mensaje al mundo. Un mensaje que se asemeja con el de Our Voice.
Los jóvenes de este milenio, de Our Voice, se sienten identificados con Víctor Jara. Y no lo disimulan. Sus rostros y sus ojos delatan que hay una comunicación entre ellos y Víctor Jara. Una comunicación que va más allá del arte, porque se trata de una comunicación entre militantes de muchas causas justas y entre defensores de los derechos civiles y de los derechos humanos. Y de la vida. Del amor al trabajo. Del amor al instrumento que tocan. Del amor a la tierra. Del amor al prójimo.
“Bienvenidos entonces. Esta es su casa” insiste Cristian.
Y Sonia Bongiovanni agrega: “Para nosotros es inmenso estar acá. La lucha de Víctor es lo que sentimos nosotros. Yo creo que él está vivo. Es enorme estar acá”
Cristian ha activado una pantalla de televisión. Vemos a Víctor Jara, que con increíble fuerza está presente ahí, con su música, con su canto, con sus palabras. Transcurren los minutos. Fluyen los ritmos musicales y los textos de una poesía eterna, que nos llena de vida, y que nos llena de esperanza.
Atrás, muy atrás en el tiempo y en el espacio, están los asesinos de Víctor Jara, de aquellos días de espanto. Los asesinos a quienes les decimos, que Víctor Jara no ha muerto, porque los muertos son los que dispararon sobre su cuerpo torturado. Los asesinos a quienes les decimos que Víctor Jara ha renacido. Ha renacido para despertar a los jóvenes. Para que amen la vida, el canto y para que sean libres.
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*Fotos de portada-Our Voice
Foto 3 victor- jara- www.eltelegrafo.com
Foto 4 victor-jara www.clarin.com