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matias guffantiPor Matías Guffanti desde Uruguay– 21 de mayo del 2020

Cada 20 de mayo en Uruguay, se lleva adelante la “Marcha del Silencio”. Una manifestación en repudio a la impunidad que continúa más presente que nunca y en pedido de justicia por todos los detenidos y desaparecidos en dictadura de este país, que todavía siguen, por decisión cómplice del Estado, sin obtenerla. Una movilización desde hace 25 años multitudinaria, que se lleva adelante con una polémica consigna: hacer los reclamos durante su recorrido en silencio, como su nombre lo indica. Aunque quienes sostienen esa postura, aseguran que el 20 es el día en que el silencio grita.

Sin embargo, este año fue diferente. En medio del contexto pandémico del coronavirus, el 2020 tuvo que ser una excepción. Sin marcha presencial y con diversas actividades de memoria y reclamos que se realizaron principalmente de manera virtual, las voces se hicieron escuchar en propuestas que variaron desde proyecciones en edificios, intervenciones con las fotos de los detenidos y desaparecidos en dictadura, estampados en banderas y remeras, cantos, marchas más reducidas durante las intervenciones y reclamos leídos al unísono en lugares estratégicos, entre otras cosas.

Actividades dentro de las cuales, el movimiento Our Voice, que se encuentra reunido en este país con varios referentes suyos de Latinoamérica, se hizo más presente que nunca. Con música en sus redes sociales, fotografías artísticas que alcanzaron un impacto masivo y la participación militante en las calles, el reclamo fue principalmente para terminar con esa eterna impunidad que reina en la República Oriental del Uruguay. Y que este movimiento internacional de jóvenes, desde los comienzos en este país, no para de denunciar, tanto durante los gobiernos autodenominados “progresistas”, como así también lo hace hoy en día ante un gobierno de derecha.

Una impunidad decididamente pactada entre gobiernos democráticos y la casta militar. Una impunidad, construida y sostenida en una democracia nacida de nefastas negociaciones, que sobrevuela por encima de cualquier ideología política, siguiendo sus pasos de manera siempre más veloz. Y la cual, al día de hoy, con una Justicia para nada independiente y sometida a las decisiones del Poder Ejecutivo, con viejas leyes que nunca se removieron a pesar de ser denunciadas por organismos internacionales, y gobiernos como el del actual presidente, que propone todavía nuevas leyes para profundizar ese mismo camino político y económico que el Plan Cóndor dejó marcado, se ve fortalecida, institucionalizada y hasta defendida por sus supuestos opositores.

Es una situación, que el movimiento Our Voice señala y denuncia cada vez con más preocupación, a la que se agrega la fuerte acumulación de riqueza por parte de los principales latifundistas, un alto nivel de pobreza e indigencia y un país a las puertas de una inminente crisis económica post coronavirus, que el gobierno de Luis Lacalle Pou propone enfrentar con una línea neoliberal, dentro de la cual las prioridades son: la privatización, el fomento del monopolio de la comunicación, más políticas represivas y el aumento desmedido en la dureza punitiva de la justicia uruguaya a delitos menores.

Pero, aunque el desafío de juzgar a los funcionarios vinculados a la dictadura, todavía hoy en la política, de condenar a todos los responsables de los delitos de lesa humanidad, todavía hoy en libertad, de erradicar para siempre a los partidos construidos desde la corrupción, todavía hoy votados por el pueblo, parezca cada vez más avasallante, el arte y la lucha desde la juventud sigue dando esperanza. Y es justamente desde esa esperanza que los proyectos de Our Voice en Uruguay se multiplican, crecen y se fortalecen, en una búsqueda incesante para conmover las conciencias, y así alcanzar su cometido: aquella justicia social que los revolucionarios soñaron para que un día y para siempre, gobierne en Uruguay.

Una búsqueda conjunta con organismos principalmente de jóvenes, que unidos en los mismos sueños, realizaron un fuerte llamado el pasado 20 de mayo, y que continúan programando actividades durante el mes de la memoria. Para que esa memoria, no sea sólo memoria, sino presente.

Un presente de lucha que no permanece más en silencio y que de diferentes formas grita por la libertad.

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*Fotos: Leandro Gómez (Our Voice)

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