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Por Malena Sánchez,de Our Voice Paraná – 20 de junio del 2020

malena La comunicación y las redes sociales son un arma de doble filo. El feminismo de esta cuarta ola se ve fuertemente militado, como el resto de las luchas, a través de las redes sociales. Los avances tecnológicos de hoy nos permiten un acceso facilitado de la información, un rápido conocimiento de los hechos y una difusión hasta masiva de muchos de ellos.

A principios del corriente mes las redes colapsaron. La polémica fue por la expresión machista utilizada por un Fiscal para definir un abuso sexual en grupo: “desahogo sexual.” Frente a esto, la lógica colectiva fue el repudio, la difusión, la crítica y hasta casi la demonización del Fiscal pronunciador de las palabras. Debo decir que, como feminista, militante y humana, esta clasificación también generó en mi rechazo e indignación. Sin embargo, hace poco se pudo conocer el testimonio de la víctima, que hizo que mi foco de acusaciones se corra del Fiscal (quien sí utilizó la frase totalmente repudiable, más no con las intenciones que se creían) para apuntarlo contra eso que quedó un poco escondido, que es el origen de estos términos: la Justicia patriarcal.

Los hechos

El 21 de septiembre del 2012, el nieto de un ex gobernador de Chubut hizo una fiesta en su casa, en esta provincia. Allí fueron hijos de familias argentinas de mucho poder. En esta fiesta, seis hombres, algunos menores de edad, violaron a una chica de 16 años. Cuatro la violaron mientras uno observaba y otro sostenía la puerta. La víctima fue hallada por una amiga suya. Estaba desnuda y quedó en estado de shock. El dueño, frente a esto, echó a todos y pidió que no cuenten nada. Sí, así de macabro como suena.

Luego de este infierno, la chica abusada intentó suicidarse, pero sus padres la encontraron, por lo que les contó lo sucedido. Esto se difundió en la ciudad, ¡pero la condena social cayó sobre ella! Fue juzgada por su ropa, por sus relaciones y por cuánto salía a la semana. Fue amenazada para que no denuncie, y tan grande fue el acoso sufrido que tuvo que mudarse con su familia a otra ciudad. Mientras, los violadores, todos hijos de empresarios y políticos, no tuvieron ni condena legal, ni condena social.

Cuando todo este caso salió a la luz pública, el periodismo dio a conocer datos y rostros, de los imputados. Ellos son: Tomás Soriano, quien sostenía la puerta, hijo de una familia de empresarios; Joaquín Pérez, el testigo que no ayudó, hermano de un intendente de la provincia e hijo de hombre poderoso de la zona portuaria; Leandro del Villar, nieto de dirigente de la UCR; Ezequiel Quintana, abogado y empresario; Luciano Mallenacci, hijo del propietario de una inmobiliaria conocida en la ciudad de Puerto Madryn; y Roberto Viglione, nieto del ex gobernador, hoy productor de Telefe, y dueño de la casa donde ocurrió todo.

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La denuncia

En enero del 2019, la víctima contó lo que le había ocurrido por Facebook. Más de 60 personas testificaron a favor, ya que era algo de conocimiento en la ciudad. Esto hizo que se abriera una investigación y que el caso fuera denunciado, con el apoyo de organizaciones feministas.

El 3 de junio de este año, el caso, primero clasificado como "Abuso sexual con acceso carnal agravado" fue minimizado a un caso de "abuso simple", justificado como "desahogo sexual" de los violadores. Esta calificación fue propuesta por el fiscal del caso, Fernando Rivarola, dando una pena de 3 años a los imputados. Que un fiscal califique una violación como “desahogo” y baje la pena a los imputados, me parece cínico. Este término, desahogo sexual, incluso tiene sus orígenes machistas, ya que viene de la historia de la prostitución en Argentina: en la década del 1940, los soldados le pedían al gobierno que les enviaran prostitutas. Se han justificado muchas violaciones por la abstinencia sexual de varones, como si desatase en ellos algo incontrolable. Decir desahogo sexual es decir que las mujeres somos objeto de desahogo, que no podemos decir que no, que tenemos que someternos, ser juguetes sexuales. Que violar a una adolescente inconsciente es desahogarse.

Sin embargo, y sin justificar la existencia del término, el fiscal Rivarola se refiere a “desahogo sexual doloso”, es decir, habla de “accionar doloso” para agravar pena, no para quitar responsabilidad. Que el caso pase a “abuso sexual simple” fue con pleno consentimiento y aprobación de la víctima, quien dijo que es su decisión lo alcanzado por el fiscal, porque no quiere reabrir el caso, que es lo que se tendría que hacer con una acusación más grave, ya que no están las pruebas suficientes. También dio su consentimiento en tener un juicio abreviado, dijo ella, que es lo que le daría la oportunidad de sanar: la víctima quiere “darle un cierre decisivo al hecho para seguir viviendo”, no quiere caer en la re victimización de un juicio oral.

Su decisión fue acompañada de especialistas y su misma psicóloga dijo que no está en condiciones de un juicio oral y exponerse al público, lo que sucedería si el Juez rechaza el juicio abreviado. Cuestionar la decisión de la víctima no es viable porque es ella quien deberá vivir los pasos de un juicio oral o abreviado. Sin embargo, la decisión de ella no se conocía, por lo que el juicio abreviado generó malestar social. Ante esta presión social, el Juez Marcelo Di Biase, rechazó el pedido de juicio abreviado por no tener “suficiente información de los hechos” vulnerando así el derecho de la víctima a ser oída y a que su opinión sea considerada. Por esto mismo, la Fiscalía de Chubut apelaría su decisión.

El Juez también dijo que la víctima tuvo reparación económica por lo que su decisión estaba condicionada. Esto, dice la Fiscalía “omite que el derecho a la reparación de la víctima surge de tratados internacionales para su protección. Ignora que el estado argentino se ha obligado a propiciar que los agresores reparen económicamente a las víctimas “ y concluye: “La sentencia impugnada del Juez, sin perspectiva de género, cosificó a la víctima con un estándar de moralidad basado en estereotipos patriarcales y machistas absolutamente repudiables, dejándola en un total desamparo, re victimizándola y desoyendo su opinión. La decisión se ha basado en argumentaciones aparentes y falaces que desatienden la normativa nacional e internacional que rige la materia”.

El asunto tuvo muchas controversias y confusiones. El término “desahogo sexual” es inaceptable, pero el fiscal Rivarola no es ni creador ni único pronunciador de este término, y aunque sea repudiable la forma de referirse a los abusos sexuales, fue utilizado con fines de agravar la condena.

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Lo que hay que cuestionar en este caso es la Justicia no solo clasista y selectiva, sino también patriarcal, sin perspectiva de género, que en estas situaciones sale a la luz y deja ver su cosmovisión patriarcal de los abusos sexuales. Frases como “desahogo sexual” naturalizan la violencia y atrasan. Es un eufemismo de la violación, y la frase no está en ningún Código, pero es utilizada en el Derecho con frecuencia, claramente formulada por varones hace años, como si se ahogasen si no violan, como si fuésemos su salvavidas. Como si nuestro rol de mujeres fuese estar a disposición de los hombres, y para nosotras el sexo tiene que ser doloroso, humillante y sin consentimiento, pero para ellos, cuando quieran, donde quieran y con quién quieran (¡aunque esa persona no quiera!).

La violación no es un acto de placer, es un acto de dominación y de poder, y las palabras tienen un peso muy grande. Es necesario deconstruir este tipo de ideas y creaciones para tener una Justicia con perspectiva de género, para que las mujeres podamos tener contención, seguridad y apoyo. Para que hablar no signifique ser revictimizadas. Para que haya leyes y procesos más justos para nosotras.

Que la lucha de tantos años siga, firme, crítica y precisa, para llegar a un mundo libre de violencias machistas.

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*Foto de portada: www.todoporhacer.org
*Foto 1 y 2: www.opisantacruz.com.ar

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