Por Andrés Volpe, de Our Voice – 29 de abril de 2020
La justicia argentina ha demostrado ampliamente que cuando quiere puede. A sala vacía ante las restrictivas medidas en el marco de la pandemia global, el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, en manos de Roberto Falcone, Mario Portela y Martín Bava, condenó el pasado lunes a cadena perpetua a veintiocho genocidas por delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura militar, además hubo siete penas de entre 7 y 20 años, y cinco absoluciones, sentencia que estuvo bastante cerca de lo que pedía la fiscalía. Esto fue el resultado de dos años de audiencias y más de 300 testimonios. Histórico y particular fue el proceso ya que la inmensa mayoría de los imputados recibieron su condena desde sus casas y el Tribunal Oral Federal leyó su veredicto delante de pocos defensores, algunos querellantes y los fiscales. El juicio giró en torno a 272 casos de secuestros y torturas, 133 de dichos casos son de personas que permanecen aún desaparecidas y en otros 27 casos se comprobó que fueron asesinatos ya que sus restos fueron encontrados. Este proceso permitió ver el marco completo de cómo se manejó la represión en la sub zona 15 ya que se unificaron varias causas, represión que fue ejecutada sistemáticamente en los centros clandestinos conocidos como “Base Naval” y Cueva”. Además incluyeron hechos de otros centros, que se encontraban en el partido de general Pueyrredón y sus alrededores, y que involucraron a las tres Fuerzas Armadas, la Prefectura y la Policía bonaerense.
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