OUR VOICE

Por Jean Georges Almendras-23 de marzo de 2020

georges almendrasDentro de los límites territoriales del Uruguay, país del Río de la Plata en América Latina, los uruguayos viven la pandemia causada por el Covid 19 de una manera si se quiere muy particular: a la uruguaya, aunque sin salir de los mínimos protocolos sanitarios mundiales que se están aplicando . El presidente recientemente electo Luis Lacalle Pou vive su primer gran sacudón capitaneando un país que no supera los 4 millones de habitantes, de los cuales 158 están infectados y bajo tratamiento médico, en riguroso aislamiento domiciliario u hospitalario. El mal del momento y del mundo, por estas tierras aún no ha alcanzado niveles de tragedia, como por ejemplo ocurre en Italia, donde los fallecidos ya superan los cinco mil. Entonces, el panorama en el Uruguay, hasta el momento, es otro. Desde el sitial presidencial todavía no se ha impuesto una cuarentena obligatoria (ni mucho menos un estado de sitio o toque de queda, como ocurre en otros países), pero sí se han extremado las recomendaciones para que los niveles de aislamiento se cumplan, exhortándose a las personas a mantenerse en sus domicilios y que no sean protagonistas de aglomeraciones que superen las cincuenta personas. En el buen romance, que cumplan una cuarentena espontánea, y esto efectivamente viene ocurriendo. No obstante, desde el Estado se ha dispuesto la suspensión de espectáculos públicos a todo nivel y la suspensión de clases en todos los niveles de enseñanza, por el momento hasta el 12 de abril, instrumentándose además algunas medidas desde filas de la Intendencia Municipal, como por ejemplo que en bares y restaurantes no pueden haber por mesa más de cuatro personas, y que en los comercios y supermercados se atienda al público con barbijos y guantes y con barreras o cordones indicadores que separen al cliente del vendedor. Los uruguayos, así viven esta pandemia. Por las calles de Montevideo (cuyo aspecto es de una ciudad casi fantasmal, por la ausencia de personas) se advierte un patrullaje policial constante y se oye cómo desde un altavoz se recomienda a los ciudadanos colaborar con las medidas sanitarias y evitar concentraciones. Un helicóptero policial sobrevuela siempre la ciudad y también desde allí se hacen recomendaciones con un equipo sonoro. A nivel del servicio de ómnibus del transporte público disminuyeron notoriamente las frecuencias de las líneas y en las unidades de las diferentes compañías de transporte los pasajeros son escasos: hay horas que los ómnibus circulan prácticamente vacíos, con el personal usando guantes y barbijos, al igual que los conductores de taxis y de vehículos del servicio Uber.

Sonia Bongiovanni y Matías Guffanti entrevistados por “Verdadera Justicia” de Chile

Por Marta Capaccioni-22 de marzo del 2020

Si bien el mundo está luchando por buscar una cura para el virus que es el protagonista de este 2020, el mismo deseo no existe cuando surge el deber de extinguir otros gérmenes ancestrales que infectan a la Tierra día tras día.

"Los virus más peligrosos no son los de la naturaleza sino los que crea el hombre", dijo Matías Guffanti, responsable y coordinador del Movimiento Our Voice en América del Sur quien, junto con la fundadora y directora del grupo Sonia Bongiovanni, fueron entrevistados en el programa de radio dirigido por Claudio Rojas, Verdadera Justicia. "Es el sistema político, el sistema económico, el sistema de injusticia –continuó Matíasel sistema de fuerzas que se está expandiendo como un cáncer en todo el mundo y ante el que debemos luchar como anticuerpos para cambiar todo lo que está sucediendo. Solo el día que logremos detener estos virus podremos decir realmente que ya no hay virus en la Tierra".

Sonia Bongiovanni, fundadora de Our Voice, entrevistada por radio Mantra FM, Argentina

Por Marta Capaccioni-20 de marzo de 2020

"Siempre nos han enseñado que el mundo no puede ser detenido y que, incluso con muchas injusticias, debe seguir y seguir. El coronavirus está demostrando que no es así". Tales fueron las palabras de Sonia Bongiovanni, fundadora y directora del Movimiento Cultural Our Voice, durante una entrevista realizada ayer en la radio argentina Mantra FM. Un pensamiento que, sobre todo en este momento de crisis mundial, nos hace reflexionar.

Finalmente, hemos descubierto nuestra fragilidad como sociedad, nuestro egoísmo como hombres y nuestra precariedad como especie. Como explicó Sonia, ese bombardeo mediático que hoy nos persigue con el coronavirus, también deberíamos exigirlo por las injusticias que nos han oprimido durante años y por las cuales los mártires de nuestro planeta han dado la vida. Por los cientos de familias que mueren de hambre o frío todos los días. Por todos aquellos niños que aún no han escuchado nada más que el sonido de las bombas y aspirado el olor a humo, aquellos niños que aún no han podido ver una pradera verde o agua limpia, que aún no han vislumbrado la belleza de un paisaje, porque los escombros cubren sus ojos y algunas veces su respiración.

A propósito del caso de Fátima Florencia Acevedo

malena Por Malena Sánchez, de Our Voice Paraná, Argentina-10 de marzo del 2020.

Un 8 de marzo lleno de lágrimas, bronca y gritos de justicia. Con concentración y vigilia en tribunales, nosotras no festejamos nada. Nosotras nos despertamos con otra víctima de femicidio en Paraná, Fátima Florencia Acevedo. Estaba desaparecida desde el 1 de marzo y, finalmente, su cuerpo fue hallado en un pozo de 18 metros de profundidad una semana después, el 8 de marzo. Previamente, Fátima se encontraba en la Casa de Mujeres de la Municipalidad de Paraná (a donde jamás regresó) ya que sufría violencia de género por parte de su ex pareja, Nicolás Martínez. Fueron incontables las veces que ella lo denunció por violencia de género y no recibió ningún tipo de respuesta por parte del Estado. "Ya estoy podrida de cagarlo denunciándolo y que la policía no haga nada. Ni la policía, ni el juzgado, ni nadie", había dicho a una de sus amigas en un audio previo a su asesinato. Denunció también que él rompió la orden de alejamiento, que él merodeaba fuera de la Casa de Mujeres y que la amenazó con arrojarle ácido muriático en el rostro, pero de este pedido de ayuda solo recibió la desprotección del Estado indiferente. “Puede ser que cuando termine muerta por culpa de él, la policía, el juzgado y toda la mierda que tienen que hacer algo hagan algo” dijo ella a su amiga antes de ser asesinada por la violencia machista y la complicidad del desamparo estatal.

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