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11drogabarriosMAS DENUNCIAS POR VENTA DE DROGAS EN LOS BARRIOS
 En la Región se abren cada vez más causas por este motivo. Elaboraron, en base a la cantidad de denuncias, un mapa de las zonas calientes de la droga en La Plata. Alarma
EN LOS HORNOS, EN 2009, LA POLICÍA DESBARATÓ UNA BANDA INTERNACIONAL Y SECUESTRÓ MÁS DE 2400 KILOS DE MARIHUANA Es difícil obtener una imagen nítida del mundo de la venta ilegal de drogas. Es un territorio volátil, que se mueve casi como un organismo vivo, con carácter; como esas hidras mitológicas de múltiples cabezas a la que cada vez que se le cortaba una, otra renacía, en el mismo lugar, más fuerte que la anterior. El lucro es el motor y la brújula. La droga fluye siempre hacia los grandes centros de consumo y cuanto más viaja mayor es su valor. Esa ecuación fundamental determina también las características del mercado ilegal en nuestra Región, que como una oscura mancha, avanza y se transforma. El dato se cristaliza en la dura estadística: sólo en los últimos tres años, en la Ayudantía Fiscal de Estupefacientes de La Plata tramitaron más de seis mil causas vinculadas a la venta de droga. En esa unidad se centralizan las denuncias de las catorce localidades que integran el Departamento Judicial La Plata; un área en la que viven 649.613 habitantes, según datos del INDEC en 2010. Los ayudantes fiscales Mariana Ruffino y Hugo Tesón, al frente de esa unidad de investigación, reconocen que, mes a mes, «el número de causas sube de forma sostenida». Basta como ejemplo que en el último turno fiscal ingresaron 140 denuncias en dos semanas. El grueso de ese torrente de actuaciones proviene de La Plata y sus alrededores. Es que a pesar del riesgo que puede implicar, los vecinos de distintos barrios platenses se animan, cada vez más, a señalar la existencia de posibles “kioscos” de venta de estupefacientes. También las cifras de la Estadística Criminal de la provincia de Buenos Aires lo reflejan: en 2012, en el sistema 911 recepcionaron 772 llamadas referidas a posibles puestos de tráfico ilegal de estupefacientes en inmuebles de La Plata. Cada una de esas denuncias -la mayoría anónimas, para proteger al vecino- fueron remitidas a la Justicia para avanzar en la investigación. Y eso que la Ayudantía Fiscal platense tiene competencia para intervenir sólo en los casos que podrían englobarse bajo el rótulo de venta «al menudeo». Son los delitos de «tenencia para consumo personal», «tenencia simple» (aquella en que la cantidad no es escasa, pero no se puede probar la intención de comercializar) y facilitación a las unidades penitenciarias. El narcotráfico a mayores escalas es competencia de la Justicia Federal, aunque no se recuerdan procedimientos de trascendencia que, a ese nivel, se hayan realizado en La Plata desde 2011, cuando en 6, 43 y 44 se incautó un cargamento de cocaína que en el mercado europeo se valúa en 20 millones de euros. En otros departamentos judiciales de la provincia, como en el de San Martín o Mar del Plata, la unidad de investigación de estupefacientes tiene la categoría de Fiscalía. A pesar del caudal de causas, en La Plata esa dependencia funciona como una Ayudantía Fiscal. Y si bien cuenta con muchas facultades, como promover la investigación penal preparatoria o tomar declaraciones, tiene limitaciones evidentes: es una unidad con cinco empleados, depende del fiscal de turno y ni siquiera cuenta con un auto oficial disponible. Pese a esos inconvenientes, sostienen que cerca del 80 por ciento de las causas que se inician con detenidos terminan en una condena. No hay cifras recientes del número de procedimientos, material secuestrado o detenidos en La Plata por delitos vinculados a la droga. Por ahora está disponible la estadística oficial que engloba a todo el territorio bonaerense. Esos números señalan que el año pasado se realizaron en la provincia 22.899 procedimientos por venta de droga, en los que se secuestraron 1.582 kilos de cocaína, 3.301 microdosis de LSD, 65.393 unidades de paco y 11.000 kilos de marihuana. También, indica, se desbarataron 21 laboratorios clandestinos. Otro dato: al final del año pasado había 2950 detenidos en unidades carcelarias bonaerenses, vinculados con el tráfico de estupefacientes. RUTAS Y MODALIDADES El mundo de la venta ilegal de droga funciona también como un iceberg: casi siempre, cuando un hecho sale a la superficie muestra apenas una parte de su volumen total. El perfil del mercado ilícito en la Región tiene, en sus contornos, las mismas características que moldean el negocio a escalas mayores. Es que la descentralización y la dinámica son aspectos típicos del tráfico ilegal en la Argentina y así se configura también en nuestra zona. El imaginario colectivo tiene, en la figura del Cártel, al gran estereotipo de la organización delictiva jerarquizada, que controla el negocio en extensos territorios. Sin embargo, en nuestro país medianas organizaciones -la mayoría de las veces sin vínculos entre sí- manejan buena parte del negocio. Estas bandas (a diferencia de los cárteles) suelen mantener un bajo perfil como una forma de proteger su actividad. ¿Cómo llega la droga a La Plata? Se supone que casi siempre lo hace por vía terrestre. En 2009 hubo un caso, no obstante, en el que un grupo de narcotraficantes escapó en una avioneta tras tirotearse con la policía en el aeroclub de la localidad de San Miguel del Monte, donde se secuestraron unos 400 kilos de marihuana. En general, los cargamentos de cocaína y marihuana que provienen de los países de Bolivia o Perú cruzan la frontera y siguen la vía terrestre que pasa por Jujuy, Salta o Rosario, y luego va directo al Gran Buenos Aires, capital federal o La Plata. De Brasil y Paraguay llega también marihuana. Las drogas sintéticas, en cambio, provienen de Europa, pero son mucho menos populares y más difíciles de elaborar. De los expedientes judiciales se desprende que, en porcentaje, hay tantas mujeres como hombres involucrados en causas vinculadas a la venta de droga Aquí hay especialmente pequeños distribuidores dedicados a la venta minorista, aunque no existen estimaciones de su número. Pueden ser clanes familiares o grupos de amigos que deciden “poner un kiosquito” de venta de droga en la ventana de la casa, muchas veces propiedades tomadas. El vinculo previo entre los involucrados aporta, además, un condimento fundamental para desarrollar la actividad: cierta “garantía de mutua confiabilidad”. Eso explica parte de la proliferación de puntos de venta ilegales y la multiplicación de llamados vecinales a la Policía alertando sobre esa situación. En base a las denuncias recepcionadas entre los meses de Enero a Julio de 2012, el Departamento de Planeamiento y Mapeo Criminal dependiente del Ministerio de Seguridad elaboró un informe que trazaba las “zonas calientes” de los posibles puntos de venta de droga en la Región (ver mapa aparte). Entre las zonas críticas aparecen algunos sectores de los barrios de Altos de San Lorenzo, Villa Elvira, Villa Alba, Hernández, Los Hornos, El Churrasco, Villa Catela, El Peligro y El Mondongo, además algunas zonas del casco céntrico. La radiografía de la droga en la ciudad muestra un esquema de disgregación y proliferación. Y también de alta rentabilidad. En general, la droga que pasa por La Plata puede tener dos destinos: o ser un punto en la ruta hacia grandes centros de consumo (como Europa o Asia, donde la cocaína por ejemplo se vende a un precio mucho más alto que en Argentina) o convertirse destino para la comercialización local. La cocaína que circula por nuestras calles suele ser de baja pureza, debido a que lo más común es que el vendedor la “estire” o “corte” para la venta al consumidor. ¿Cómo se distribuye la droga por los barrios platenses? Hay múltiples modalidades. Están los “delivery” que llevan la sustancia a domicilio: se han verificado casos de vendedores a pie, en moto, en remís o en taxi. El “pasamos” en la vía pública es característico, igual que los “kiosquitos” de venta de droga que se montan en domicilios. Hay falsos locales que, tras su fachada comercial, esconden el tráfico ilegal. Y, a principio de año, se desbarató una banda que usaba a travestis para distribuir cocaína, al margen de la que circula en bares y locales nocturnos. DEMORAS PERICIALES La investigación de sustancias ilícitas en la Región debe sortear sus propios obstáculos. Fuentes judiciales confirmaron que hace alrededor de un año que no funciona en la Ciudad el cromatógrafo oficial. Es un aparato básico para investigar drogas ilícitas (entre otros múltiples usos): se utiliza para realizar test orientativos que determinan en una muestra el porcentaje de droga pura y las dosis umbrales de la sustancia. Esa pericia es esencial: los investigadores no pueden elevar a juicio una causa sin realizar el estudio, ya que se corre el riesgo de que el expediente sea rechazado en cualquiera de las siguientes instancias procesales. El costo de la reparación rondaría entre los 15.000 y los 20.000 pesos, según estimaron fuentes judiciales. Ante esa situación, explican, actualmente las muestras se envían al laboratorio de la Gendarmería Nacional en el edificio Centinela, en la avenida Antártida de la capital federal. Todo eso lleva su tiempo y se traduce en demoras. Fuentes judiciales estimaron que si antes, con el cromatógrafo en funcionamiento una causa podía ser elevada a juicio en dos meses, actualmente puede llegar a tardar hasta seis. A menudo, explican, en el transcurso de ese lapso, los acusados reciben beneficios de arresto domiciliario, mientras se desarrolla el proceso en su contra. «Desde sus casas muchos vuelven a hacer lo que venían haciendo, vender drogas», aseguran los propios investigadores. En ámbitos judiciales y policiales los designan -casi con resignación- como “socios vitalicios” o “abonados permanentes”. Hay quienes ponen en cuestión el criterio de algunos jueces, por ejemplo, en cuanto a los elementos que requieren para otorgar una orden de allanamiento o una intervención telefónica, a veces incluso más rigurosos que con otros delitos. Esas pruebas pueden ser filmaciones, seguimientos de movimientos de compra y venta o la figura del “comprador previo”. Las intervenciones telefónicas son eje de una de esas controversias. Hay que considerar que habitualmente, quienes controlan la venta de sustancias ilícitas en un territorio “no tocan la droga y manejan el negocio por teléfono”. Las escuchas podrían ser un camino para llegar hasta ellos. Sin embargo, los que manejan la actividad desde las sombras pueden, o bien cambiar frecuentemente su número o utilizar líneas a nombre de otros. “Hay casos en los que se solicitan intervenciones, pero como la línea no está a nombre del sospechoso sino de un tercero, hay jueces que no las otorgan”, explican fuentes judiciales. Múltiples componentes configuran el complejo entramado en el cual la venta de drogas ilegales avanza y se transforma. Detrás hay dos verdades que, a esta altura, ya parecen de Perogrullo: este negocio subterráneo crece en todas sus escalas y su funcionamiento -como advirtió la semana pasada la Iglesia- no sería posible si no contara con la connivencia de actores en distintas esferas del poder. Y así, como una hidra mitológica, las cabezas del narcotráfico vuelven a crecer, más fuertes, cada vez que se las corta.
http://www.eldia.com.ar/edis/20131110/Mas-denuncias-venta-drogas-barrios-tapa0.htm

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