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Por Jean Georges Almendras-6 de diciembre de 2018

Si algo hay que remarcar, respecto al juicio oral en contra del Lonko Weichafe Facundo Jones Huala en Chile es la presencia de integrantes de comunidades mapuches chilenas a las puertas del Tribunal Oral en lo Penal de la ciudad de Valdivia, sobre la avenida Francia en claro (y muy bien definido) comprometido apoyo a la autoridad mapuche de la Lof Resistencia de Cushamen, de la provincia de Chubut en la Argentina.

Desde  los primeros momentos del juicio, en su apertura del día martes 4 de diciembre, la concentración de mapuches  ha sido una constante. Como una indiscutible y admirable demostración de solidaridad. Como una manera muy directa de expresarse en libertad, dando un mensaje a la sociedad, de que el tema no es meramente una situación personal (del Lonko Facundo Jones Huala)  porque el juicio oral en sí mismo tiene un sentido que va mucho más allá del proceso y del tecnicismo jurídico.  Es un juicio a toda una nación mapuche. A todo un pueblo mapuche. A los pueblos originarios de Chile y Argentina, en definitiva, lo que no es poca cosa.

En las últimas horas, la presencia a las puertas del tribunal de significativas figuras de la nación mapuche chilena, como Héctor Llaitul,  vocero de la Coordinadora Arauco Malleco y de Marcelo Catrillanca, padre del joven mapuche asesinado recientemente, pautan nítidamente (como decíamos en nuestra crónica pasada a propósito del juicio) que  este proceso no pasa inadvertido para las comunidades mapuches de la región.

Periodismo alternativo y periodismo del estableschment están allí.

Los unos seguramente para informar sobre cada una de las instancias que se van registrando durante el proceso, con una visión muy precisa. La visión  ( y la conciencia) del periodismo que no debe ser complaciente ni debe ser lacayo de un sistema que criminaliza a los pueblos originarios desde el antes.

Los otros con una visión no tan coherente. No tan libre. Porque el único cometido para esa prensa es ser servil y esclava de una sistema, para hablar o escribir sobre este proceso con los ojos de la indiferencia y con los ojos de la complicidad con una política racista, que no hace otra cosa que desvirtuar la verdad.

Estamos ante un proceso legal, de un sistema judicial sobrado en barbaridades jurídicas y en malas intenciones: basta ver los casos más emblemáticos de los últimos meses y dúas, que son propiamente una brutal demostración de parcialidad y de inmunidad (impunidad) para quienes vistiendo uniformes de la autoridad o ropajes de administradores de justicia, no hacen otra cosa que ejercer rimbombantemente la injusticia. Casos emblemáticos como el de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y recientemente el de la joven menor de edad Lucía Pérez, entre muchos más.

Estamos todos siendo testigos de un proceso judicial que se mece en la cuna de la acción política, con fines netamente especulativos e inmorales, desde todo punto de vista.

En las audiencias de pasado miércoles y de este jueves, desde el Ministerio Público no han salido más que tecnicismos buscando inducir las preguntas para lograr determinadas respuestas, particularmente durante las instancias de interrogatorio de los testigos y de las víctimas.

Todo con el único cometido de que el espectáculo montado por un gobierno autoritario culmine con un dictamen ejemplar. Ejemplar para ellos, para los gobernantes carentes de todo escrúpulo. Pero  para nada ejemplar para las comunidades mapuches, que una vez más vivirán el avasallamiento más infame, en las narices mismas de una opinión pública víctima del terrorismo mediático, compañera inseparable de los intereses económicos que hay detrás de las persecuciones a los pueblos que reclaman sus tierras, usurpadas por los Benetton, los Lewis y los terratenientes locales.

Durante una de las pasadas audiencias se suscitó un episodio con unos fotógrafos al punto que el Presidente del Tribunal Carlos Flores desalojó a la prensa por unos minutos pero la situación no pasó a mayores y la audiencia se desarrolló sin demás inconvenientes.

Hasta el momento el único inconveniente, que se hace descarado, es cómo desde el Ministerio Público se busca afanosamente centrar la atención en los hechos y en la emocionalidad de las víctimas. Víctimas que fueron significativamente (y descaradamente) orientadas por el Fiscal y los querellantes para que la verdad se distorsionase a la vista pública.

Pero el tiro les salió por la culata porque en determinado momento las contradicciones de los testigos fueron notoriamente abrumadoras, siendo por lo tanto testimonios que al final favorecieron más a la parte acusada que a la parte querellante y del Ministerio Público.

Al momento de salir a la luz pública éste escrito, seguramente estaremos siguiendo las instancias  la cuarta audiencia del día viernes. Y seguramente a las puertas del Tribunal Oral en lo Penal, sobre la avenida Francia, estarán ellos: los mapuches de ropas y atuendos de su cultura y de sus antepasados, con espíritu militante, tal como los mismos antepasados lo habrían hecho en los días de resistencia, de épocas donde la justicia y el poder, siempre tomados de la mano, hacían de las suyas.

Como hoy. Hoy, que los pueblos originarios ya no están solos.

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*Foto de Portada: www.resumenlatinoamericano.com

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