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31porinfInforme especial
El delito no para de crecer. Clarín visitó el cuerpo de investigaciones que se ocupa de la gran mayoría de los casos en el país. Mirá los videos.
•    Leo González Pérez
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En un edificio bajo, en una esquina del barrio de Saavedra, funciona el Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía General de la Ciudad de Buenos Aires, la “primera trinchera en la lucha contra la pornografía infantil en la Argentina”, según lo presentó uno de sus funcionarios.

Trincheras como esta parecen ser cada vez más necesarias, ya que, según le dijo a Clarín Luis Cevasco, fiscal general de la Ciudad, entre 2014 y 2015 los casos relacionados con producción y distribución de pornografía infantil en Internet se incrementaron, en la Capital Federal, en un 165 %; y se toma como punto de partida 2013 el crecimiento fue de alrededor de 1.600 %.
A su vez, en los últimos dos años hubo al menos 15.000 casos en todo el país (unos 20 cada día en promedio), según datos del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía de la Ciudad. Esa misma fuente señala que cada vez más casos del delito de distribución de pornografía con menores de edad están ligados directamente a abusos sexuales. Es decir que entre los pedófilos (quienes consumen pornografía infantil) haya cada vez más pederastas (quienes incurren en abuso sexual infantil).
La gran mayoría de los casos de grooming (intentos de contactar por Internet a menores con fines sexuales) y de distribución de pornografía infantil que llegan a la Justicia argentina lo hacen a través de la ONG estadounidense NCMEC (The National Center for Missing & Exploited Children).

En EE.UU. y so pena de fuertes multas si no lo hacen, todos las empresas de Internet (Facebook, WhatsApp, Microsoft, Google, etc.) están obligadas a informar a NCMEC sobre el material pornográfico que detecten y que involucre a menores. A su vez, por un convenio, la ONG le hace llegar al Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía de la Ciudad los casos originados en la Argentina, adonde cada reporte es investigado y derivado al juez que corresponda.
“A diferencia de lo que ocurre en otros países, como EE.UU., por ejemplo, acá nosotros investigamos la totalidad de las denuncias. De todos los reportes que llegan se realizan actuaciones y se derivan a un juez”, explican en la Fiscalía de la Ciudad.
Pero, ¿cómo se logra identificar a quienes producen o distribuyen material pornográfico que implica a menores? Clarín visitó el Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía General de la Ciudad para averiguarlo. Allí, Enrique Del Carril, director del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía y Mariano Manfredi, jefe de la Unidad de Investigaciones Tecnológicas de ese cuerpo, contaron cómo es ese trabajo.

Se trata, explicaron los funcionarios, de una tarea en equipo en la que el objetivo es recurrir a todos los recursos tecnológicos y humanos legítimos disponibles para dar con la identidad del delincuente y poner a salvo a las víctimas, siempre que sea posible. Pero además, la meta es que todo el procedimiento de identificación cumpla los requisitos legales como para que sea incuestionable en un juicio.
En el Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía trabajan alrededor de cien personas, de las cuales unas 20 forman parte de la Unidad de Investigaciones Tecnológicas.
La rutina de la lucha contra la pornografía infantil comienza cada madrugada, cuando con gran regularidad el NCMEC envía el reporte diario con los casos de circulación de pornografía infantil detectados en la Argentina. Esa ONG puede saber que las imágenes se originaron aquí por el número de IP que utilizó el pedófilo. (El IP es un número que se asigna a cada conexión a Internet y a cada país le corresponde un grupo de esas cifras).

Enrique Del Carril, director del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía General de la Ciudady Mariano Manfredi, jefe de la Unidad de Investigaciones Tecnológicas de ese cuerpo. Néstor García.
Con esta información recibida, lo primero es revisar el material como para determinar la prioridad de cada caso.
La mayoría de las fotos y videos son de los que circulan por Internet hace tiempo. Para estos casos, el Cuerpo de Investigaciones solicita a las empresas proveedoras de acceso a Internet (ISP) los datos necesarios para saber desde dónde (desde qué domicilio) se produjo la conexión investigada. “Los ISP en general tienen buena predisposición para entregar esta información, pero aunque asombre, en el país hay más de 5.000 ISP y muchos, del interior, muy chicos, desconocen los procedimientos”, contaron en la Unidad de Investigaciones Tecnológicas.
Tener el domicilio desde donde se originó la circulación de la pornografía infantil es un gran paso, pero muchas veces no es suficiente. “Trabajamos con el objetivo de dar con una persona responsable, el lugar desde donde cometió el hecho no nos alcanza”, dice Manfredi.
Otro recurso para desentrañar quién está detrás de fotos y videos de pornografía infantil es solicitar datos a la red social o servicio online en el que el material se compartió. Cada una de estas empresas pide ciertos requisitos para brindar esta información, pero decenas de ellas, incluidas las más grandes, tienen relación directa con los investigadores y son una fuente importante de datos.
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Si bien la información de los ISP y de los sitios de Internet puede ayudar mucho, suele demorar (en algunos casos más de un mes) y existen casos que son urgentes. Son aquellos que muestra una violencia extrema y también los que indican que el menor está en ese momento al alcance del victimario.
“Los casos con imágenes de violencia extrema para nosotros son de alta prioridad, porque quien distribuye ese tipo de material es alguien peligroso”, explica Manfredi.
“A la vez, cuando se detecta que las imágenes fueron registradas en el país, son caseras o tienen alguna otra señal que indique que el chico permanece al alcance del abusador, el caso adquiere prioridad uno y todo el equipo se pone a trabajar para identificar al agresor y localizarlo”, contaron los investigadores.
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En esos casos todos los recursos disponibles se ponen en juego. Sin importar horarios de trabajo ni feriados, todo el equipo se compromete con el objetivo, cuentan los funcionarios. En la pasada Semana Santa, por ejemplo, el Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía de la Ciudad y el personal del juzgado N° 10 en lo Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del juez Pablo Casas, trabajó para concretar horas después la detención de un sospechoso de distribuir imágenes de los abusos que habría perpetrado contra una hijastra.
Para los casos urgentes existe a nivel nacional un dispositivo de acción disponible las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Si se tiene acceso a un perfil del pedófilo o pederasta en una red social, por supuesto se lo investiga. “Si el perfil fue dado de baja a causa del material que compartió, no importa, hay modos de conseguir datos sobre las personas que tuvieron contacto con ese perfil y así, a partir de las relaciones, a veces se puede llegar a algún indicio”, detallan los investigadores. Obviamente, la información propia que un pedófilo pone online es falsa, pero aún así, podría entregar alguna pista.
Cada foto, cada cuadro de un video es observado detenidamente. Una característica física de la víctima o del agresor, una prenda de vestir, un mueble, un almanaque colgado en la pared, cualquier pequeño elemento (por sí o cruzado con otros) podría aportar un dato y abrir una pista. Todo se revisa.
Manfredi y Del Carril citan casos en los que todo el equipo pasó horas revisando perfiles de Facebook buscando a una nena que tenía un lunar muy particular. O a un pedófilo que tenía una arruga muy pronunciada en el rostro. En un reciente caso, fue un logo y parte de un nombre indígena en una hoja de papel que aparecían en una foto –parcialmente y no del todo en foco-- lo que los llevó a localizar un comercio y así identificar la probable zona en la que se estaba produciendo pornografía con una nena de once años.

Unas 20 personas trabajan en la Unidad de Investigaciones Tecnológicas de la Fiscalía General de la Ciudad.
Cuando se logra dar con un nombre, aunque sea tentativo, no habrá base de datos que se deje de revisar. Desde las de informes crediticios a cuentas en todas las redes sociales, buscadores y servicios de mensajería.
La aplicación de tecnología se combina con diferentes técnicas de trabajo grupal. En la febril búsqueda de una identidad se suceden las reuniones del equipo para interpretar, contrastar, descartar. “Nos asignamos roles para sugerir hipótesis y cuestionarlas; para tratar de deducir qué puede indicar un número que aparece en una dirección de e-mail y también para cuidar que nuestro accionar no pueda ser impugnado luego en un tribunal”, señalan los funcionarios.
Toda ese trabajo llega a su fin cuando se tiene el material listo para ser entregado al juez que seguirá el caso.
Sin embargo, aún en los casos exitosos en los que la tarea fue intachable, no es fácil que todo termine en una condena. Las penas que marca la Ley por distribución de pornografía infantil son bajas y muchos casos terminan en una “solución alternativa”, explican en la Fiscalía de la Ciudad.
Ya con el grabador apagado se hablará de la carga emocional que soportan quienes deben tener contacto cotidiano con imágenes perturbadoras; también, de la satisfacción que otorga tener éxito en el trabajo y de la frustración de que esa tarea a veces no se complete en la instancia judicial. Habrá quien hable sobre la necesidad de jueces con conocimientos sobre el tema y dispuestos a llevar adelante los allanamientos y las detenciones. “Jueces con pelotas”, lo pasará en limpio.
http://www.clarin.com/sociedad/Tecnologia-investiga-Argentina-pornografia-infantil_0_1550845110.html

 

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