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rivas2Gustavo Rivas, abusador y manipulador.
Rivas se encuentra en un estado de excitación total, de satisfacción. Demuestra que disfruta de su protagonismo mediático siendo el objeto del foco de todas las cámaras. Siente que este es ‘su momento’, el que siempre supo que iba a llegar y en el que viene pensando cómo va a actuar desde la década del 70, cuando abusó de sus primeras víctimas. Como un experimentado perverso, al día siguiente de la publicación de la denuncia de la Revista ANÁLISIS, el abogado comenzó a hacer su mise en scene, esa que seguramente programó, repasó y soñó durante décadas, y lamentablemente los hechos demuestran que Rivas lleva más de 40 años de ventaja a la Justicia, al periodismo y a toda una sociedad que quedó desconcertada ante la crudeza de la información.
Por Luciano Garro (*)


(especial para ANALISIS DIGITAL)

En su vida en general, Rivas no es un improvisado, al contrario: es un letrado brillante, apasionado por su trabajo, memorioso historiador local, caracterizado por su responsabilidad y principalmente por su capacidad intelectual. De esta manera no hay dudas de que va uno o quizás varios pasos por delante de todos.

Seguramente desde el día uno que corrompió a su primera víctima, este perspicaz abogado ya tenía pensado su coartada para mantener impune su intachable vida social. Difícil es imaginar que –sabiendo con varias horas de anticipación que realizarían el allanamiento en su vivienda– Rivas no se haya dado cuenta de deshacerse de las cerca de 300 fotografías impresas con un alto contenido de perversión, ídem con los videos en diferentes formatos y con cada prueba que se rescató. Seguramente cada cosa, cada movimiento, cada declaración ha sido pensada, analizada y reconsiderada a lo largo de estos 40 años de corrupción.

¿Alguien duda que en todo este tiempo Rivas no imaginara que este día podía llegar? Rivas sí lo imaginó, sí lo pensó, sí lo estudió. Porque era un secreto a voces. Y lo tomó con naturalidad, provocador, redoblando la apuesta, posando ante las cámaras, negando, brindando declaraciones desde el balcón parodiando a Romeo y Julieta.

La foto que acompaña esta nota es un claro ejemplo de la actitud de Rivas: luego de burlarse de los medios locales, provinciales y nacionales negándose a declarar haciendo muecas y gestos, se paró de frente al fotógrafo que días antes lo había captado sorpresivamente caminando por la plaza, posó durante varios segundos mirándolo desafiante, para entonces ingresar a declarar.

Todavía lejos está de saberse si son 500, 1000, 2000 o más las víctimas. Hay generaciones enteras de niños de entre 12 y 16 años confundidos y corrompidos. Familias que han removido el pasado con un tema que quizás daban por superado. Hombres que van a negar ser quienes posaron para las cámaras de Rivas y hombres que lentamente optarán por cerrar la etapa declarando ante la Justicia.

Difícil es pensar que Rivas no será condenado. Con las pruebas recabadas, imposible. Por eso es necesario exigir que las partes involucradas –entiéndase Justicia, sociedad, periodismo– estén a la altura de las circunstancias. Porque no es descabellado pensar que haya un funcionario judicial, un docente, un policía o un periodista (o familiares) involucrados entre las pruebas secuestradas, condicionando la realidad y la verdad. Esa verdad que la Justicia tiene la obligación de descubrir. Esa verdad que el periodismo tiene el deber de buscar. Esa verdad que toda una sociedad necesita para poder cerrar uno de los episodios -tal vez- más dolorosos para toda una comunidad con muchísimo orgullo propio.


* Periodista
Foto: Ricardo Santellán

http://analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=259294

 

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