15instancia13/02/2017 El debate está previsto para mayo
El juicio a Ilarraz será en mayo y Karlic, Maulión y Puiggari no declararán en forma oral.
El juicio oral contra el cura Justo José Ilarraz por los abusos ocurridos en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo” de Paraná se realizará en mayo próximo y el tribunal estará conformado por la vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú, Alicia Cristina Vivian; el vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concordia, Edwin Ives Leonardo Bastian; y el vocal del Tribunal de Juicios de Gualeguay, Darío Ernesto Crespo. Respecto del proceso, la abogada querellante Rosario Romero indicó que “la causa ahora está en la etapa de admisión de pruebas y testigos por parte del tribunal” y adelantó que la querella no pedirá “nuevos testigos”. “Lo que sí vamos a pedir que vengan testigos que ya declararon, y que lo hagan en forma oral. Tiene mucho valor la etapa oral porque hay más espontaneidad en la persona. Y pedimos que se lean las declaraciones de (Estanislao Esteban) Karlic, (Mario) Maulión y (Alberto) Puiggari”. Con esto, ninguno de los tres arzobispos declarará de forma oral en el juicio.

Estanislao Esteban Karlic, el cardenal que acaba de cumplir 91 años, era arzobispo de Paraná cuando el cura Justo José Ilarraz cumplió el rol de prefecto de disciplina del Seminario Nuestra Señora del Cenáculo, entre 1983 y 1995. En ese tiempo fue cuando se produjeron los abusos a menores que ahora investiga la Justicia.

Ilarraz está acusado por siete víctimas de graves abusos. Los abusó cuando eran adolescentes y cursaban el ciclo básico de la secundaria como pupilos en el denominado Seminario Menor. Como prefecto de disciplina, Ilarraz estaba al cuidado de esos chicos y avanzaba de un modo voraz sobre sus vidas y su sexualidad.

De noche, cuando las luces se apagaban, Ilarraz recorría los pabellones adonde dormían los chicos y los visitaba en su cama: a veces los acariciaba, a veces los besaba, a veces los masturbaba. Lo mismo en las duchas, en su habitación, mientras los invitaba hablar, a tomar mate o a jugar al ajedrez.

Todo eso está escrito en la causa “Ilarraz Justo José Ilarraz s/Promoción a la corrupción agravada”.
Una investigación judicial que empezó en septiembre de 2012 pero que todavía no se ha cerrado. Aunque en el horizonte se abre la posibilidad de que el cura Ilarraz se siente en mayo próximo en el banquillo de los acusados, en un proceso de juicio oral.

La última estación de ese largo proceso judicial ocurrió el 27 de abril de 2015, cuando la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó el planteo, y ordenó avanzar en la investigación de los abusos. El voto decisorio en ese dictamen fue firmado por el ahora renunciado vocal Carlos Alberto Chiara Díaz.

En la instrucción de la causa, sobresale un testimonio relevante, el de Karlic: dijo que Ilarraz reconoció los abusos y que le pidió perdón. Eso declaró por escrito y recordó “haberme encontrado con él (Ilarraz) en Roma, mientras él vivía allí”. Después de su regreso a la Argentina, el cardenal dijo que “no podría precisar (pero se reunió) posiblemente en Buenos Aires”.

El diálogo que tuvieron Ilarraz y Karlic en Roma es la piedra basal de la acusación: “No recuerdo en detalle. En principio, los negaba absolutamente (a los abusos). Más tarde, admitió su responsabilidad y pidió perdón”, dijo el cardenal en la Justicia. “El padre Ilarraz manifestó ante mí su reconocimiento de los hechos, y pidió perdón”, abundó.

La declaración

Ese testimonio bastará. La querellante Rosario Romero dice que pidió la declaración oral de varios testigos que ya lo hicieron por escrito en la causa –se tramita según el viejo sistema acusatorio--, pero no el de Karlic. Entiende que lo que contó en su escrito ante la Justicia es prueba suficiente.

Lo mismo opina de las declaraciones del arzobispo emérito de Paraná, Mario Maulión, y del actual arzobispo, Juan Alberto Puiggari. Ni Karlic, ni Mauión ni tampoco Puiggari van a ser citados por la querellante Romero.

Karlic ordenó una investigación diocesana y después declaró por escrito que Ilarraz le reconoció los abusos. Esa prueba basta, dice Romero.

En la Justicia, además, Karlic negó que el viaje de Ilarraz a Roma, en 1993, haya sido para sacarlo del centro de la escena tras la denuncia en su contra. “Durante mi episcopado envié a hacer estudios a Roma y a otros lugares de estudio a unos 20 sacerdotes. El envío del presbítero Justo Ilarraz a Roma en 1993 se enmarcó dentro de ese programa de formación del clero diocesano para la docencia en el Seminario y el desarrollo de tareas pastorales. Él fue a estudiar Misionología en la Universidad Urbaniana, para promover la actividad misionera en la arquidiócesis cuando regresara, y su envío tuvo lugar dos años antes de que se hicieran las denuncias”, contó.

Respecto de la sanción que se le impuso al cura acusado de abusos, el cardenal señaló que “al presbítero Ilarraz se le puso como pena la prohibición de estar en el territorio de la arquidiócesis, ejercer el ministerio en ella y tener contacto con los seminaristas. Esta medida se tomó como consecuencia de que se dieron por acreditados los hechos denunciados, que fueron además admitidos por el presbítero Ilarraz ante mí y de los cuales me expresó su arrepentimiento”. Al respecto, apuntó: “Lo determinante para la sanción fue la admisión del presbítero Justo Ilarraz de su responsabilidad en los hechos denunciados y su pedido de perdón”.

Esa declaración, completa, será leída en las audiencias que habrá durante el juicio, adelanta la querellante Romero. “La causa ahora está en la etapa de admisión de pruebas y testigos por parte del tribunal. Nosotros no pedimos nuevos testigos. Lo que sí vamos a pedir que vengan testigos que ya declararon, y que lo hagan en forma oral. Tiene mucho valor la etapa oral porque hay más espontaneidad en la persona. Y pedimos que se lean las declaraciones de Karlic, Maulión y Puiggari. No lo vamos a citar, porque ellos se pueden amparar en prerrogativas que admite la ley, y volver a declarar por escrito”, explicó.

El tribunal
En mayo será la fecha para el juicio oral de la causa Ilarraz. El tribunal que entenderá en el juicio quedó conformado por Alicia Cristina Vivian, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú; Edwin Ives Leonardo Bastian, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concordia; y Darío Ernesto Crespo, vocal del Tribunal de Juicios de Gualeguay.

Precisamente, Vivian, Bastian y Crespo deben resolver la admisión de pruebas y nuevos testigos que presenten las partes –Fiscalía, defensa y querella--, y ese trámite es el que ocurre ahora. Una vez que concluya esa etapa, y de no haber nuevos planteos de parte de los defensores de Ilarraz, se podrá fijar fecha para el juicio oral.

“La Cámara tiene que dictar ahora un auto de admisión de pruebas”, indicó Romero en declaraciones realizadas a El Diario y agregó: “Es una resolución por la cual el tribunal dice qué prueba se admite y cuál no. O hace lugar parcialmente a una determinada prueba. No siempre hacen lugar a toda la prueba. En estos juicios, con expedientes tan voluminosos suelen rechazar prueba. Lo que sucede que a veces las partes reproducen cuestiones que ya han sido tratadas, o resueltas”.

El tribunal que juzgará a Ilarraz quedó conformado a principios de noviembre último. Fue después de que el último juez de la causa, el titular del Juzgado de Transición Nº 2, Pablo Zoff, elevara la causa a juicio el 17 de agosto de 2016.

La conformación no fue inmediata por cuanto una primera decisión incluyó jueces de Garantías en ese tribunal, disposición que fue reprochada por los defensores de ILarraz. Así, se resolvió que sólo fueran camaristas. Una disposición del 25 de octubre, firmada por el camarista Alejandro Grippo, ordenó requerir al Superior Tribunal de Justicia (STJ) que designe un camarista para integrar el tribunal que debe juzgar a Ilarraz. Ese camarista se sumaría a dos jueces de Garantías.

Tres jueces de Garantías habían manifestado su no objeción a conformar el tribunal. Se trató de los jueces José Eduardo Ruhl, titular del Juzgado de Garantías N° 2; Humberto Oscar Franchi, titular del Juzgado de Garantías N° 3; y Mauricio Marcelo Mayer, del Juzgado de Garantías N° 4, todos de Paraná.

De los tres, explicó Grippo, se debían escoger dos, y el tercero debía ser un camarista, cuya designación quedó en manos del máximo órgano judicial de la provincia.

Pero el abogado Juan Ángel Fornerón, defensor de Ilarraz, cuestionó esa medida e interpuso un recurso de reposición contra lo resuelto por Grippo respecto de la integración del tribunal que debe juzgar al cura. Reprochó la intención de integrar el tribunal con jueces de Garantías, cuando lo correcto sería hacerlo con camaristas.

En el entredicho intervino el fiscal coordinador Rafael Cotorruelo, quien opinó a favor de hacer lugar al recurso de reposición de Fornerón, y dijo que de acuerdo a la Ley Orgánica de Tribunales, corresponde integrarlo con camaristas.

Así pues serán sólo camaristas quienes juzgarán a Ilarraz, y ninguno de Paraná.

La línea argumental de la acusación

En el pedido de elevación a juicio de la causa, el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull toma como base la investigación que mandó a realizar Karlic en 1995, no bien conoció los casos de abusos en el Seminario.

En ese año, Karlic ordenó recibir las denuncias de seminaristas que acusaban al cura de haberlos abusado. Y el 18 de diciembre de 1996 dispuso que “con las declaraciones que se suceden en torno al comportamiento del presbítero Ilarraz en la época que fuera superior del Seminario Menor queda revelado el daño producido a personas e instituciones” y ese daño “es consecuencia de la conducta del presbítero Justo José Ilarraz ya que cuatro testimonios de forma unánime así lo afirman”.

El 19 de marzo de 1997 Karlic firmó una nueva disposición en relación a Ilaraz, consecuencia del “resultado de la indagaciones realizadas por el Tribunal Ordinario del Vicariato de Roma”. Dispuso que Ilarraz “transcurra en oración y meditación según los ejercicios espirituales ignacianos (un modo de oración orientado según el método de San Ignacio de Loyola) por el curso íntegro de un mes en una casa religiosa que le será indicada en tiempo debido”.

Es una de las tantas pruebas que junto con otras muchas testimoniales el fiscal Ramírez Montrull agregó a su voluminosa presentación en la que pidió la elevación a juicio de la causa Ilarraz. El fiscal consideró en su escrito como elemento probatorio el juicio diocesano que realizó Karlic en 1995.

Además, ponderó los resultados de las pericias psicológicas hechas a las víctimas como una prueba relevante. Los peritos consideraron que el relato de las víctimas resulta “verosímil y no presenta indicadores que permitan suponer tendencia a la fabulación como así tampoco que el relato se encuentre influenciado”. Y apunta: “La situación traumática vivida, y en definitiva la corroboración de los hechos se ve constatada por la gran afectación psicológica”.

Ramírez Montrull dio por probados los abusos, y que estos ocurrían en la habitación asignada en el Seminario al cura, que era prefecto de disciplina y además director espiritual de los adolescentes que entonces cursaban la secundaria como pupilos. También, da cuenta de las incursiones de Ilarraz en los pabellones de los adolescentes en horario nocturno, cuando estos ya estaban durmiendo. Una de las víctimas “refiere que fue abusado en el pabellón mientras los demás seminaristas dormían”. A la sucesión de esos hechos lo refrenda el testimonio de testigos.
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