claudio rojas clPor Claudio Rojas, desde Chile-31 de diciembre de 2019

En el informe entregado el 26 de noviembre por la ONG internacional Human Rights Watch, tras dos semanas de trabajo en terreno en el país, junto con denunciar que “Chile enfrenta una situación de extrema gravedad en el orden público”, y que los efectivos de Carabineros que son los encargados de restaurar el orden público cometen en el desempeño de esta función, “graves violaciones a los derechos humanos”, se recomienda -y con urgencia- una profunda reforma a Carabineros.

El director de Human Rightsb Watch, José Miguel Vivanco, concluyó sobre el contenido de ese informe que en Carabineros existe “una cultura de abusos sin que haya ninguna consecuencia”. Y dio ejemplos: “uso indiscriminado e indebido de armas y escopetas antidisturbios, abusos contra personas detenidas y sistemas de control interno deficientes, facilitaron que se produjeran graves violaciones de los derechos de muchos chilenos”.

claudio rojas clPor Claudio Rojas desde Chile-30 de diciembre de 2019

Los sucesos acontecidos dejan ver que Piñera lejos de ser un demócrata honesto, esta vez dejó ver, sin recato, al dictador, al déspota. La represión con la violación sistemática a los derechos humanos se encuentra

ampliamente testimoniada, pero además sus pretensiones de crear una estructura represiva mayor ocuparon la prioridad de su agenda y la de sus secuaces. Por cierto, que su cuestionado oportunismo para los negocios financieros se vio exacerbado una vez más, mostrándonos otra vez el peligro de la vinculación entre el mundo financiero y lo político. La astucia que lo sostiene, gobernando para una minoría y no para todos, está en la existencia de esa clase política corrupta que ha seguido aceptando su Gobierno y colaborando en la protección de los capitalistas. Fuera de este reducido ámbito, se puede sostener que el Gobierno fracasó y que ya no vuelve a recuperarse. La historia será el mejor testimonio de este ignominioso momento al que asistimos en estos días.

Cansancio, porque han sido dos meses duros. Pero, con evidentes y visibles avances porque todo lo sucedido remite y remitirá esencialmente a la calle, a lo originado abajo y anónimo, voluntariosamente, más allá de los partidos y el parlamento.

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Mario Aguilar, Presidente del Sindicato de Profesores de Chile, líder de Unidad Social

Por Claudio Rojas G. desde Chile -17 de diciembre de 2019

-¿Cuál es el panorama que tú ves a estas alturas de las movilizaciones?

“Bueno, desde que se produjo esta crisis institucional, política y social que vive Chile, ya han pasado casi 2 meses, y obviamente el movimiento en dos meses tiene ciclos, o sea es de tal profundidad el cuestionamiento que hoy hay en Chile a la institucionalidad, al modelo económico, a la institucionalidad política, incluso al ordenamiento social; hasta el modelo de felicidad que nos propone el sistema está cuestionado por la gente. Por lo tanto es una lucha de largo alcance y cuyo objetivo es producir cambios profundos, un nuevo paradigma económico, político y social. Por lo tanto si bien es cierto es imposible sostener marchas diarias de millones de personas, eso no se puede, la vida tiene ciclos como todo”.

claudio rojas clPor Claudio Rojas desde Chile-30 de diciembre de 2019

La ambición de poder, la combinación y entrecruce de los negocios y la política, la incontinencia verbal y una larga lista de hechos en que libraba siempre de leyes e investigaciones. La insistencia en ser aceptado y querido como representante de una nueva derecha incubándose, lejana del pinochetismo duro y hasta protectora de los DD.HH. Todo no sin contradicciones y letra chica como toda su trayectoria. Pero, en medio del derrumbe ético reinante podía pasar, más aún si el modelo era aplaudido y sostenido por la reiteración del endeudamiento y la compra en una circularidad sin fin, mientras se esperaban otros beneficios del “chorreo” en educación y pensiones para ser un país OCDE de verdad.

Esta vez fue demasiado lejos. Y debió desdecirse, pese a que sus alfiles Blumel y Rubilar salieron a regañadientes a respaldar sus dichos. Dijo que las imágenes que circulan profusamente a nivel mundial, sobre violaciones a los derechos humanos, al menos en parte eran montajes, que eso no había sucedido en Chile. Además, ello coincidió con un informe de inteligencia que en su desparramo e ignorancia involucraba a grupos musicales y deportivos en el majadero propósito de construir ese enemigo invasor e ideológico como inspirador del movimiento de protesta en Chile, que ya cumplió sus primeros 70 días.

claudio rojas clPor Claudio Rojas G. desde Chile-16 de diciembre de 2019

En los últimos meses se ha reconocido que tenemos en Chile más de 500 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, por diferentes razones, realidad que se ha convertido en el caldo de cultivo de la delincuencia común y del narcotráfico. Así, hay miles de jóvenes que deambulan sin ninguna expectativa ni esperanza porque el sistema los entregó a su suerte. No tienen nada que hacer. Juntarse en Plaza Italia al momento de las manifestaciones recientes -decía un adolescente que habita en hogares del Sename, entrevistado por “The Clinic”- es una manera de sentirse parte de algo. De otro modo no tienen nada que hacer. Estos jóvenes se han unido a las protestas porque acumulan rabia y desesperanza, a veces van a descargar la ira de la impotencia; la rabia contra el abuso; los sentimientos del excluido. Ellos han dicho que …no tienen nada que perder, nunca han tenido nada y sólo han conocido el horror en su infancia, nunca tuvieron un hogar; y ahora sienten que aportan algo, pertenecen a algo, y tienen lo más parecido a un hogar en la protesta callejera, cual es el espíritu de fraternidad increíble que existe en las movilizaciones, y, las personas que los cuidan, en el sentido que los alimentan-existen una serie de mujeres pobladoras voluntarias que les preparan comida y aquellos voluntarios de la salud que les proporcionan primeros auxilios médicos cuando los requieren. Muchos de ellos forman parte de la “primera línea”, que son los jóvenes más osados y valientes que impiden que las fuerzas represivas llegan a la inmensa mayoría movilizada, de manera tal que puedan expresarse y protestar sin ser brutalmente reprimidos.

claudio rojas clPor Claudio Rojas desde Chile-26 de diciembre de 2019

Apenas comenzado el estallido social, el gobierno creyó sin entender que impidiendo el alza de los pasajes del Metro, podría contener estas movilizaciones, pero, no fue así. Dado que las movilizaciones fueron aumentando cada vez más, entonces le declaró la guerra al pueblo, diciendo….”Estamos en guerra” contra un enemigo poderoso, supuestamente del extranjero, pues ellos nunca podrían admitirse culpables de algo. Esta fue la excusa para sacar los militares a la calle y a través del miedo buscar la desmovilización de la gente. El fiscal Guerra que investiga los atentados al Metro y los más importantes ocurridos en los primeros días de movilización, dijo categóricamente que “descarta intervención extranjera en ellos”.

Llegó finalmente el día 25 de octubre de 2019, el día de la movilización más numerosa de nuestra historia, donde el gobierno reconoció 1.200.000 personas, pero había más de 2.000.000 de personas sólo acá en Santiago. En esa oportunidad el gobierno tragó saliva y dijo reconocer haber escuchado al pueblo y su mensaje, prometió abordar la agenda social y el cambio de la Constitución. Pero, en realidad siempre su apuesta fue al desgaste de la movilización en el tiempo y la represión cada vez más brutal.

claudio rojas clPor Claudio Rojas desde Chile-12 de diciembre de 2019

En los 30 años de gobiernos democráticos (democracia tutelada), las Fuerzas Armadas y Carabineros no formaron parte, o no los incluyeron, en el proceso de modernización del Estado, ni tampoco tomaron parte en el proceso de reformas y cambios políticos democráticos. Los cambios realizados en las instituciones armadas y en la policía, tal y como lo propone hoy el gobierno de Piñera, en medio de la crisis social que estamos viviendo, fueron para modernizar el material de guerra en el Ejército y, en Carabineros, para militarizar la seguridad ciudadana, modernizar la capacidad de represión, lo que hoy le es útil a un gobierno deslegitimado, con apenas un 4% de apoyo ciudadano, para contener este estallido social y salvar al sistema y al gobierno actual.

Las consecuencias de esta arremetida policial, como lo han comprobado Amnistía Internacional, Human Rigth Watch, La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y el INDH de Chile, son tremendamente graves. Carabineros ha violado los derechos humanos de manera generalizada y sistemática, cometiendo delitos. El gobierno oculta estos hechos, hizo caso omiso de los informes de violaciones a los derechos humanos y continúa entregando un respaldo incondicional a los mandos superiores de Carabineros, para “cumplir con su misión“, aumentando la represión y los abusos día a día. Este manto de impunidad ha quedado de manifiesto en las declaraciones públicas de los altos mandos policiales, haciendo énfasis en la protección de sus fuerzas, argumentado, como lo hizo el Director General de la Institución, que “a nadie voy a dar de baja, aunque me obliguen, no lo voy a hacer”.

claudio rojas cecilia bartholinEl joven que fue aplastado por dos tanquetas sufrió fractura de ambas caderas.

Por Claudio Rojas y María Cecilia Bartholin P. desde Chile -19 de diciembre de 2019

El 18 de octubre estallaron las protestas en Chile y se instaló una polarización exacerbada pocas veces vista en el país. Unos ven la muerte de un estado donde otros ven un renacer, unos viven las manifestaciones masivas como un festín mientras otros sufren un caos dirigido por encapuchados que retan a los Carabineros y delincuentes que saquean todo a su paso.

Vándalos, provocadores, violentistas, son solo algunos de los calificativos con los que se les ha descrito a quienes son parte de las movilizaciones ciudadanas desde la primera línea, esa que se mira cara a cara con Carabineros y que con capucha, antiparras y piedras, enfrenta el accionar represivo de las fuerzas de orden.

Hoy hace 61 días desde que el pueblo se ha movilizado y una de las cosas que se rescata es precisamente el habernos reencontrado como pueblo, y el habernos podido expresar de diferentes formas, aunque sea rayando la ciudad. Todos vienen de diferentes partes de Santiago, de Ñuñoa, de Peñalolén, de La Granja, de La Florida, etc., comunas pobres y de clase media, cuyos habitantes no se encontraban, hoy se juntan y luchan juntos contra la represión del Estado.

claudio rojas clPor Claudio Rojas G. desde Chile-2 de diciembre de 2019

Son muchos los análisis e interpretaciones que han surgido durante estas más de cuatro semanas de agitación social, algunas muy interesantes por la perspectiva innovadora de los esquemas interpretativos de los sucesos, que da cuenta de lo distintivo del Chile del siglo XXI con respecto a otras épocas, y otras que insisten desde una mirada más funcionalista, en ver el fenómeno de revuelta actual como reventones sociales que ya han sucedido en la historia del país con acciones y desenlaces que siguen un patrón común.

Lo primero, es relevar en un primer análisis, el rol altamente protagónico que han asumido en las protestas los adolescentes y jóvenes provenientes de distintas realidades sociales y culturales en cada uno de los rincones del territorio donde éstas se han expresado, con un reclamo de demandas estructurales reconocidas como transversales por el resto de la sociedad. Su unidad en la diversidad nos ha mostrado que para ellos las barreras de la desigualdad social se diluyen cuando de asumir protagonismo generacional se trata, esto particularmente frente a un régimen que durante más de 40 años los invisibilizó como ciudadanos calificándolos como una “juventud problema”.

Para el sistema neoliberal el joven es valorado socialmente sólo si responde al perfil de “joven exitoso”: el joven que asuma la trayectoria trazada en lo educacional y laboral, que lo lleve a ser un adulto consumidor de los bienes que el sistema mismo produce. Y por el contrario, el que no sigue este patrón, se convierte en un paria, vulnerable a las drogas, al alcohol, a la violencia y al delito.

Desde los años 80 en adelante, los jóvenes fueron vistos como el gran problema de la sociedad neoliberal, frente a lo cual los gobiernos de turno debían preocuparse para prevenir su incursión en el delito y la violencia, sin siquiera imaginarse que los jóvenes podrían aportar a la sociedad si se les brindaba las oportunidades.

Sin embargo esta vez, el escenario ha mostrado un fenómeno distinto en esta relación de la sociedad y sus jóvenes. De alguna manera esa mirada enjuiciadora (calificadora) del accionar juvenil por parte del mundo adulto, sufrió una ruptura con la primera y las siguientes acciones de evasión en el Metro, por parte de grupos de adolescentes.

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Ni los propios jóvenes que cometieron tal acto imaginaron que esta vez no vendría la reprimenda del mundo adulto por tal falta cívica cometida. En contrario, ni ellos mismos, ni el resto de los jóvenes, ni la institucionalidad política alcanzaron a dimensionar el impacto simbólico que esta acción de desobediencia civil tuvo en la sociedad chilena que cual olla a presión estaba necesitando de un detonante para hacer explotar toda la rabia, impotencia y frustración acumulada por décadas de tantos abusos y atropello a la dignidad humana. Y esta vez, también sorpresivamente, esta rabia se descargó al unísono, masivamente y casi a gritos, contra toda la elite económica y política que a través de la "política de los acuerdos y en la medida de lo posible" construyó este país a su medida, incrementando cual más, cual menos, de manera descarada y ostensible, sus ganancias y privilegios, mientras se saqueaban los recursos naturales del país y se pisoteaban los derechos más elementales de la mayoría de la población trabajadora en distintas esferas del diario vivir.

Por primera vez en más de 40 años, los jóvenes han sentido que sus actos son valorados por una ciudadanía transversal que estaba en el límite del reventón, esperando quizás que alguien o algo rompiera el cerco de la impunidad abusiva que ha prevalecido todos estos años, observando desde la pared del frente cómo cada día las propias instituciones que son las que crean, administran e imponen las leyes y resguardan el orden, son las mismas que desfalcan los fondos públicos, roban, evaden impuestos, lucran y como si esto fuera poco, se burlan desde sus paraísos de poder de las penurias de la clase trabajadora de este país. Por tal razón los jóvenes que hoy han retomado conciencia de su rol en la sociedad y se han apropiado de ese protagonismo anteriormente negado, no se van a retirar tan fácilmente a su lugar de interdicción donde el sistema los ha puesto, porque no sólo esta experiencia histórica que hoy están viviendo los ha hecho sentirse útiles frente a una sociedad que los discriminó e invisibilizó, sino porque los acontecimientos ocurridos en los últimos días, les ha devuelto nuevamente la dignidad de sentirse alguien, logrando una valoración social que había sido usurpada por la institucionalidad del modelo vigente, al cual ven como el principal obstaculizador de su desarrollo como actores relevantes en la construcción de un país distinto donde ellos quieren ser partícipes en primera línea.

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Son las situaciones de crisis profundas en las sociedades las que dan lugar a los cambios y son las nuevas generaciones las que expresan los gérmenes de lo nuevo.

Serán las nuevas generaciones, las que tendrán que ir construyendo el nuevo país del siglo XXI, libre de los valores patriarcales, autoritarios, elitistas, adultocéntricos, xenófobos y racistas, que nos caracterizaron como sociedad desde las raíces fundacionales de ésta.

Estas masivas manifestaciones auto convocadas en cada territorio de norte a sur del país, con mayoritaria presencia de jóvenes, apoyadas con entusiasmo y solidaridad desde el exterior por otros cientos de jóvenes, nos están mostrando que estos decidieron construir historia tomando las banderas del cambio. Los que fuimos parte de las generaciones de los 60 y 70 vemos con complacencia hoy como los jóvenes vuelven a tomar la posta después de dos o tres generaciones, unidos en una diversidad de juventudes que comparten el rechazo a este sistema que los ha excluido y los ha anulado como actores. Jóvenes de distintos colores, distintos estratos sociales, identidades sexuales, con capuchas y sin capuchas, que se observan diariamente copando las calles y barrios del país unidos por un solo sentimiento que se expresa en el "basta ya de abusos , no vamos a retroceder hasta alcanzar un mejor país donde valga la pena vivir”.

Pero por otro lado y como era de esperar, este mismo protagonismo juvenil alzado en protestas masivas generalizadas contra las bases mismas del sistema capitalista neoliberal, ha sido como era de suponer, el blanco del ataque de las fuerzas represivas del régimen, las que han actuado contra las y los jóvenes, adolescentes, e incluso niños con una brutalidad inusitada sin lograr con esto que se atemoricen, por el contrario, tal pareciera, que se han agigantado en valentía en la lucha callejera contra las fuerzas represivas. Como respuesta, el régimen no ha trepidado en sacar los primeros días los militares a las calles y en enfrentar con todo el contingente policial disponible, las protestas masivas con todo el instrumental represivo para combatir la lucha urbana. Como en los años 70 y 80, las principales víctimas de la represión han sido las y los jóvenes que están día a día enfrentando en primera línea a las fuerzas represivas en las calles durante las jornadas de protestas en todas las ciudades y pueblos de Chile.

Han sido nuestros adolescentes y jóvenes los mayoritariamente heridos por perdigones y balines, son estos los que han quedado con sus globos oculares reventados, sus espaldas y piernas heridas. Han sido los jóvenes quienes han sido abusadas(os) sexualmente, golpeados(as), torturados(as) y algunos asesinados(as), sin contar con los miles que han sido arbitraria y violentamente detenidos.

El gobierno con sus aparatos represivos se está ensañando con los que aparecen protagonistas de estas protestas. La brutalidad de las fuerzas policiales ha sido sin límites (y así sigue siendo, hoy) sabiendo que su actuación está en la completa impunidad.

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*Foto de Portada: Leandro Gómez, del Movimiento Our Voice / Antimafia DosMil

*Foto 2: www.trendsmap.com 

*Foto 3: www.diarioeldia.cl 

maria ceciliaPor María Cecilia Bartholin P. desde Chile-20 de diciembre de 2019

Una nueva forma de movilización sin violencia, donde los ciudadanos, pueden instruirse de lo que se quiere en este estallido social, sobre la Asamblea Constituyente, sobre los Derechos Humanos, sobre los Tratados de Libre comercio de nueva generación, en fin de todo lo que le afecta directamente como pueblo es el llamado “Campamento Dignidad”.

Se encuentra ubicado entre el Edificio de los Tribunales de Justicia donde están los tribunales de alzada y que representa el Poder Judicial y el Edifico del ex Congreso nacional que representa el poder legislativo. El día Jueves 19 de diciembre de 2019, le tocó el turno a la temática de los TLC; a ésa fecha este acampe llevaba 10 días y cada día se han realizado paneles de distintos temas: un nuevo sistema de pensiones solidario, recuperación del agua como derecho social y recuperación de otros recursos naturales y especialmente la Asamblea Constituyente y del por qué es necesario un cambio de Constitución. Estaban en el panel, de izquierda a derecha: Camila Montecinos, Ingeniero Agrónomo, integrante de la CLOC, La Vía Campesina y Anamuri; María Cecilia Bartholin, de Antimafia Chile; Esteban Silva Cuadra, Sociólogo, Presidente de la Fundación Constituyente XXI; Lucia Sepúlveda, periodista y pertenece a Rap Chile y todos ellos participan de la Plataforma Chile Mejor sin Tratados de Libre Comercio.

Por Matías Guffanti y Daiana Rondan (dibujo) integrantes de Our Voice– 23 de noviembre de 2019

En honor a Daniela Carrasco, mimo y artista callejera de Chile.

Paremos el mundo, nos están matando.

Frente a las muertes, las torturas y las violaciones a los pueblos indígenas, movimientos sociales y la sociedad en general, tenemos que tomar una medida extrema, no violenta y colectiva desde cada uno de nuestros lugares. Gritemos unidos contra las injusticias y enfrentemos a los responsables.

Abandonemos las discusiones partidarias y defendamos la vida por sobre todas las cosas. Es nuestro deber exigir la condena de los opresores, sean de donde sean y representen lo que representen.

La vida de niños, jóvenes, mujeres y hombres inocentes de nuestros pueblos están primero.

¡Alcémonos como ciudadanos del mundo y despertemos! ¡No hay tiempo!

La política en pos de intereses ajenos a la sociedad se sostiene en nuestra inacción, la corrupción se sostiene en nuestro silencio. Los dictadores sanguinarios están en el poder, pero caerán y temerán nuestra fuerza. Tenemos que romper el silencio, exigir justicia y volver a reconstruir nuestros derechos aplastados por los que más tienen.

Humanicemos todos nuestros espacios y organicemos acciones concretas por los que ya no tienen voz.

En nombre de los mártires de nuestro tiempo. ¡Manifestémonos unidos y luchemos! Luchemos por la justicia y la paz deteniendo el mundo entero, porque nos están matando!

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