17rescateLa mitad de la dirección de Syriza se rebela en la votación del rescate
Manifestantes lanzan cócteles molotov y la policía responde con gases lacrimógenos
El primer ministro Alexis Tsipras  ha comprobado este miércoles el alto precio que ha de pagar por mantener a Grecia atada al euro. La mitad del órgano de dirección de Syriza se ha rebelado contra las medidas que el Parlamento debe aprobar a medianoche para facilitar el tercer rescate, y ha pedido a su líder que lo retirara. Con el ambiente crispado por huelgas y manifestaciones —alguna, como la de esta noche ante el Parlamento, con disturbios—, Tsipras ha medido sus fuerzas ante el partido, cuya facción más radical, Plataforma de Izquierda, tiene previsto votar en contra. Es la oposición quien podría ayudarle a salvar el trámite.

Mientras el común de los ciudadanos echa cuentas de lo que supondrá la inmediata subida del IVA —como mínimo, un aumento de 720 euros al año por hogar—, una de las leyes que el Parlamento griego debe aprobar esta noche para franquear la negociación del tercer rescate, Tsiprashace otros cálculos, los de cuántas bajas ha de costarle aprobar un acuerdo en el que no cree, pero que se ha visto obligado a aceptar, y si, a pesar del respaldo unánime de la oposición, saldrá indemne, con su partido más o menos entero, del pleno más decisivo en décadas, el que este miércoles se pronuncia, como una caja de los truenos, sobre un programa de condiciones draconianas para mantener a Grecia en el euro.
El rosario de dimisiones de altos cargos —dos responsables del Ministerio de Finanzas, entre ellos la viceministra Nadia Valavani, han presentado este miércoles su renuncia “porque es imposible disentir de una medida de Gobierno y pretender seguir en él”— y en las filas de su grupo parlamentario hace presagiar un severo varapalo a Tsipras, y una escisión puede que irreparable en Syriza, pese a las declaraciones de Panayotis Lafazanis, superministro de Reconstrucción Productiva, Energía y Medio Ambiente y líder de la Plataforma de Izquierda, el bastión ideológico radical de Syriza, que ha declarado que él y sus diputados —al menos una treintena— votarán en contra de las medidas pero seguirán apoyando al Gobierno, en un intento de cuadrar el círculo que pocos consideran viable.
Horas después de que el propio Tsipras admitiese en una entrevista televisiva que no había más opciones que este “mal acuerdo” o una salida desordenada del euro, y en medio de un ambiente un tanto crispado por varias huelgas y manifestaciones —participantes en una protesta frente al Parlamento han lanzado decenas de cócteles molotov a la policía, que ha respondido con gases lacrimógenos, obligando a cientos de personas a abandonar la plaza Sintagma—, los comités parlamentarios implicados en el debate (Finanzas, Administración Pública, Producción y Comercio y Asuntos Sociales) han dado luz verde al texto, que ha pasado al pleno con un retraso considerable por la obstrucción formal de la presidenta de la Cámara, Zoí Konstandopulu, contraria ella también al acuerdo y enfrentada a Tsipras.
Pero el aviso más serio al primer ministro no ha venido de su grupo parlamentario, sino del órgano de dirección de Syriza, el comité central, que este miércoles ha rechazado el acuerdo por mayoría absoluta (109 votos de 201, entre ellos cuatro miembros del Gobierno) y ha pedido a Tsipras que lo retire. La declaración rebelde no se ahorra críticas, y acusa a Bruselas de “atentar directamente contra cualquier noción de democracia y soberanía popular". Además, el texto asegura: "El 12 de julio se llevó a cabo un golpe en Bruselas que demostró que el objetivo de los líderes europeos era la derrota ejemplarizante de un pueblo que contemplaba que se podía seguir otro camino más allá del modelo neoliberal de la austeridad extrema".
Lo explicaba con otras palabras, en la manifestación contra el acuerdo convocada por la tarde ante el Parlamento, Jristos Kasimis, asesor del ministro Lafazanis y dirigente de la Plataforma de Izquierda: “No es sólo la Plataforma la que está en contra, sino muchísimos más en Syriza, como ha demostrado la votación del comité central, por lo que intuyo que serán bastantes los diputados que lo rechacen. Este memorándum es tres veces peor que el primero, así que no podemos aceptarlo porque además va contra la voluntad del pueblo. Por eso única alternativa es una salida del euro, aunque digan que no existe una hoja de ruta para hacerlo. Tsipras luchó mucho [en Bruselas], lo sabemos, pero fue derrotado”, explica, descartando que esta división pueda provocar la ruptura del partido. “Nadie querrá irse de Syriza si se aplica el programa electoral, pero el camino está claro: salir del euro”.
El propio Tsipras ha reconocido ante su grupo parlamentario que había agotado todas sus capacidades negociadoras y hasta la última posibilidad de solución en la cumbre de Bruselas. “Negociamos lo mejor que pudimos, que nadie dude de la intención y el esfuerzo del Gobierno de hallar una solución aceptable (…) Pero estoy abierto a cualquier alternativa realista que haya podido pasar por alto”, ha dicho, instando a sus diputados a mantener la unidad del partido. “O estamos todos juntos esta noche [por la votación] o mañana tendré muy difícil seguir siendo primer ministro”, ha añadido, según varios medios locales, aunque la víspera había descartado la posibilidad de convocar elecciones mientras no se firme el acuerdo definitivo del tercer rescate, de 86.000 millones de euros para los tres próximos años. En la reunión de la bancada de Syriza, según fuentes próximas al partido, se han producido duros enfrentamientos verbales entre el conciliador vicepresidente del Gobierno, Yanis Dragasakis —partidario del acuerdo con Europa—, y el halcón Lafazanis.
Muchos en la facción mayoritaria de Tsipras ven inevitable no ya la ruptura del partido, sino la convocatoria casi inmediata de elecciones. “Este Gobierno no tenía opciones, porque no ha sido un proceso de negociaciones sino de humillación”, explica el historiador y votante Ángelos Vlacos. “La de Tsipras fue una decisión dramática que hará madurar de forma dolorosa al partido. Con su responsabilidad, ha ganado preponderancia moral, aunque tengo claro que habrá elecciones en unos meses. Syriza no va a ser el mismo partido después de hoy, pero si la convicción y la responsabilidad de Tsipras convencen a los ciudadanos, el partido podrá desligarse de sus elementos más radicales e ideológicos —que tal vez creen su propio partido—, y arrastrar a mucha gente que cree, como buena parte de la oposición, que Tsipras es el único capaz hoy de sacar esto adelante”.
La presidenta del Parlamento pide “rechazar el chantaje”
Polémica y quisquillosa en las formas y en los procedimientos, la presidenta del Parlamento griego, Zoí Konstandopulu, representante del ala radical de Syriza, ha instado este miércoles a los diputados a rechazar el “chantaje” de la Unión Europea, pocas horas antes de la votación del principio de acuerdo que facilitará la negociación del tercer rescate con los socios a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (Mede). “Este Parlamento no debe firmar el chantaje de los prestamistas”, ha arengado Konstandopulu, a quien muchos en Grecia —y en Syriza— critican sus guiños leguleyos y las garantías formales que siempre ofrece al grupo parlamentario de los neonazis de Aurora Dorada (17 escaños).
Según Konstandopulu, que desde el primer momento se ha posicionado en contra de un nuevo rescate que implique más medidas de austeridad, es un deber de los parlamentarios griegos evitar que se materialice ese pacto “innoble” entre el Gobierno de Atenas y sus acreedores internacionales. La presidenta —la tercera autoridad del país tras el presidente de la República y Tsipras— ha retrasado la tramitación, por la vía de urgencia, de las acciones prioritarias demandadas por los socios.
En la votación parlamentaria que aprobó la convocatoria del referéndum, el 27 de junio, Konstandopulu protagonizó un incidente con la bancada conservadora, que le criticó duramente que abandonara su asiento para tomar la palabra desde el estrado de oradores como simple diputada de Syriza, tras de lo cual pretendió seguir presidiendo la sesión. Los conservadores abandonaron el hemiciclo como protesta, y el propio Tsipras tuvo que llamarle la atención. Konstandopulu se disculpó.
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