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Por Nicolás Fernández de Our Voice de Córdoba-27 de mayo de 2019

La mayor insurrección popular del siglo XX: El Cordobazo. Ocurrida los días 29 y 30 de mayo de 1969, no debe ser tomada únicamente como una efeméride más. Sobre todo cuando tratamos a la historia como elemento clave para tratar la consciencia colectiva de la sociedad, para que esta cambie y nos lleve a un pleno Estado de derecho. Pintura de un soñador dirían los férreos activistas del derecho y la cultura de la legalidad.

Es crucial remontarse al golpe cívico-militar -eclesiástico- de 1966, que impactó en el ámbito universitario cordobés produciendo la muerte transitoria de la autonomía universitaria. Esto provocaría en el estudiantado un plan de lucha que los uniría con los diferentes sectores del movimiento obrero, eternos aliados hasta el día de hoy, bajo el lema: “obreros y estudiantes, unidos adelante”. Jóvenes profesionales que se dan cuenta que su suerte y futuro está ligado al pueblo, gran diferencia con respecto al pensamiento dominante actual.

Ante este marco de deterioro de los derechos de los universitarios, la Federación Universitaria de Córdoba, decide responder con una huelga por tiempo indeterminado que se prolongaraá durante largo tiempo.

La noche del 7 de setiembre del ´66 miles de estudiantes convocados se movilizan por la zona céntrica de la ciudad cordobesa, entre ellos Santiago Pampillón (obrero y militante estudiantil). La policía cordobesa recibe órdenes de reprimir y se produce una batalla campal que abarca varias manzanas de la ciudad. En una de las corridas Santiago Pampillón tres proyectiles lo alcanzan en la cabeza, a quemarropa. El responsable es un oficial uniformado y el ataque mortal se registra sobre la Av. Colon 350 frente a la reconocida galería Cinerama. Hasta el día de hoy el crimen sigue impune. Este suceso enardeció al movimiento obrero-estudiantil, materia pendiente a repensar por la sociedad Argentina: la doctrina Bullrich presente en todos los puntos de la línea de tiempo.

Características propias de un gobierno como lo fue el de Juan Carlos Onganía (que asumió por coerción en 1966). Características que precarizan, suprimen, disuelven derechos laborales y libertades de la clase más desprotegida y vulnerable de la sociedad, llevaron a un profundo rechazo.

Es vital hacer un paréntesis aquí para transmitir las palabras del fiscal en jefe de Catania (provincia de Sicilia, territorio de Cosa Nostra) en una entrevista realizada para Antimafia Duemila: “Es evidente que cuanto más ricas son las mafias, más pueden comprar, sobornar a funcionarios, administradores, empresarios y otros. La introducción en la economía italiana, que sufre una crisis de liquidez, de un capital tan grande es evidente que condiciona al libre mercado. De esta manera, todos los empresarios honestos que no están dispuestos a llegar a un acuerdo o a un compromiso son eliminados. Así se droga al mercado y se cambian las reglas del juego, también en términos de seguridad y protección de los trabajadores”. En resumen la mafia afecta directamente a los derechos laborales otorgados, condicionando al estado mediante los ingresos del mercado mundial de cocaína.

En Córdoba, la eliminación del “sábado ingles” (media jornada laboral de descanso) dispuesta por la intervención provincial sumó más fuego al rechazo. El 26 de mayo el movimiento obrero decretó un paro total de actividades que se concretaría 48 horas después. A 50 años del colosal acontecimiento que marcó a fuego los movimientos de lucha en Latinoamérica, la CGT actual convocó a un paro el 29 sin movilización, en medio de un país arrastrado por el desempleo y la miseria. Cosas de macrilandia.

El 29 de mayo del ’69, una mañana de paro activo se transformó en una rebelión generalizada contra las medidas liberales del gobierno de facto, iguales en consecuencia a las impuestas por el gobierno de Mauricio Macri. Por aquellos días, como una escena sacada de las batallas de Game Of Thrones (popular serie de Tv) unas 150 manzanas de la zona céntrica de la capital cordobesa quedaron en poder del pueblo a fuerza de barricadas y con las fuerzas de seguridad replegadas. Cabe destacar que “la llama que encendió la antorcha” de esta insurrección fue cuando en una corrida entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, balearon a Máximo Mena.

Este joven trabajador del sindicato de mecánicos fue vecino del Dr. Raúl Eduardo Blázquez, miembro de Antimafia Dosmil. Ambos eran pertenecientes al barrio La France de dicha ciudad.

El motor principal de la rebelión fue el movimiento obrero, conducido por referentes como Elpidio Torres del gremio cordobés, Atilio López de colectiveros y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, entre otros. Es menester detenerse en la figura que representa este último: todo un ejemplo de dirigente social que buscó unir sectores y fue opositor a las políticas de sometimiento de organismos financieros internacionales (FMI) a los que llamó “eternos estafadores de esperanzas”. Agustín Tosco fue un gran aporte para la educación cívica, una rara casualidad en los “próceres” que fallecen en el exilio o en situaciones desmerecedoras. Agustín Tosco murió en la clandestinidad perseguido por la triple A de Isabel Martínez de Perón, brazo ejecutor de tareas sucias del poder.

Este acontecimiento dejó un saldo de al menos 20 activistas muertos. El Cordobazo marcó un punto de inflexión en la época, precipitando la renuncia de funcionarios y un año después la del propio Juan Carlos Onganía.

Para cerrar, es categórico observar el símbolo y metodología de lucha que encarnó Agustín Tosco, resistiendo y denunciando al sistema criminal integrado, pregonando unidad y superando antinomias políticas.

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*Foto de Portada: www.radiociudad100.3fm.com 

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