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andres volpeMugica no tenía pelos en la lengua a la hora defender a los más humildes

Por Andrés Volpe – 7 de octubre de 2020

“El que vivió con nosotros, en nuestras casas comió, nos ayudó a superarnos y de otros nos defendió”. Así comienza el homenaje de los habitantes de la villa 31, que cada 11 de mayo (aniversario de su asesinato), recitan como himno en una misa en memoria del sacerdote Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe. Hablar de su vida, es contemplar una síntesis de coherencia, acción, revolución y espiritualidad en una sola persona. Mugica supo romper con todos los moldes, sociales, políticos y doctrinales. Nacido el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia acomodada, rechazó su destino común, para vivir con los más humildes. En 1968 estuvo en Francia, donde vivió de cerca el revolucionario Mayo Francés, y allí tomó contacto con las ideas que luego definirían su accionar. También en ese mismo año se incorporó al Equipo Pastoral para Villas de Emergencia y comenzó a participar activamente del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Cuando en 1974 el movimiento político los Montoneros (el que hasta ese momento adhería) pasaron a la clandestinidad, Mugica criticó fuertemente la violencia guerrillera en un “marco democrático del poder”, además de exponer sus ideas en charlas y escritos teológicos y políticos. Y en ese marco, de dialéctica política, usó los medios de comunicación como un lugar para expresar sus denuncias: fue en contra la proscripción del peronismo como “tiranía evidente y prolongada”. Denunció también la estructura de explotación del sistema capitalista exhortando al oprimido a luchar por su liberación, como forma de expresión de amor para con su opresor.

padre mugica 2

Mugica no tenía pelos en la lengua cuando se trataba de defender a los más humildes. Hay una anécdota del año 1963, que lo marca en ese sentido: fue cuando dos señoras de avanzada edad hicieron llegar su queja al padre LLoveras, que era el superior de Mugica, en la parroquia del Socorro Mutuo. La queja cuestionaba al padre Carlos por haber osado decir que “todos los seres humanos son iguales”.

Lloveras se dispuso a hablar con su superior luego de recibir varias críticas sobre Mugica, lo que hizo que el arzobispo decidiera trasladarlo a otra parroquia. Algunos años después declaró en una entrevista: “No tengo ningún inconveniente en predicar en ninguna iglesia del mundo, siempre y cuando se me deje decir lo que pienso. (Creo) que la misión del sacerdote es evangelizar a los pobres… e interpelar a los ricos. Y bueno, llega un momento en que los ricos no quieren que se les predique más, como sucedió…en el Socorro cuando me echaron (porque) las ‘señoras gordas’ le fueron a decir al párroco que yo hacía política en la misa”.

Mugica señalaba explícitamente que era imposible que haya paz sin antes tener justicia: “No hay paz si no hay trabajo o si hay que tener dos trabajos para ir tirando. Todo esto configura un estado de guerra, porque guerra es destrucción. Y carecer de alimentación, vivienda y ropa es ir destruyéndose de a poco. Por eso los cristianos, si queremos seguir teniendo derechos a usar el nombre de tales, tenemos que luchar con más fuerzas para acabar con la miseria y la injusticia de tantos hermanos nuestros…”.

También expresó: “No es posible que unos pocos tengan tanto; y tantos, tan poco. Sin odio en el corazón, unidos todos, debemos luchar… para que no haya un solo argentino que carezca de vivienda decente, alimento abundante para él y sus hijos y posibilidades de adquirir una cultura que le posibilite sentirse verdaderamente útil a su Patria. No hay nada más estupendo que esta lucha; el secreto de la felicidad está precisamente en olvidarse de uno mismo para brindarse a los demás hombres…”.

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El cura villero como se autodenominaba vivió, luchó y murió en su ley. Y hasta en sus propias declaraciones sentenció su destino: “estoy dispuesto a que me maten, pero no a matar”. Y esto desafortunadamente ocurrió el 11 de mayo de 1974, después de celebrar una misa en la parroquia de San Francisco Solano. Allí, en la vereda, ante la puerta de entrada de la sede parroquial fue fusilado sorpresivamente. Su cuerpo fue acompañado por una multitud donde había exponentes de todas las clases, pero principalmente de los pobres con los que él había compartido su vida.

En este día, 7 de octubre de este 2020, (de no habernos sido arrebatado por el terrorismo de Estado imperante en los años setenta en la Argentina) el sacerdote cumpliría 90 años de edad. Y no dudo que su pensamiento y su accionar, no solo habría sido el mismo, sino que además lo habría redoblado.

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*Foto de portada: www.megafonunla.com.ar

*Foto 2: www.tiempoar.com.ar

*Foto 3: www.elnacionaldematanza.com.ar

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