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En protesta social policías golpean a fotógrafos de Página 12 y Revista Cítrica

Por  Jean Georges Almendras-20 de febrero de 2019

Elocuente imagen. Imagen que visibiliza la cara autoritaria y despótica (y antidemocrática) de un gobierno pútrido: de un gobierno cuyo titular es Mauricio Macri, el autor ideológico de una de las tantas represiones policiales que en los últimos meses (desde el año pasado) se han desatado contra personas movilizadas en la vía pública por estar ya hartas de medidas económicas anti populares y de abusos, y de acciones de gobierno predadoras del Estado de Derecho y de la democracia misma, que se dice que está vigente en la Argentina, cuando en realidad lo que menos hay es democracia, libertad de expresión y justicia social.

Elocuente imagen. Imagen en la que se ve cómo un reportero grafico del diario Página 12, nos estamos refiriendo al trabajador de la prensa Bernardino Ávila, es aporreado por personal uniformado de la Policía de la Ciudad en las inmediaciones del Congreso, más específicamente en la zona de Entre Ríos y Rivadavia.

Elocuente imagen. Imagen que fue lograda por otro reportero gráfico en medio de la violencia desatada por las fuerzas del “desorden”, con el pretexto de disolver una protesta callejera organizada por los trabajadores de la imprenta Madygraf; una protesta consistente en regalar cuadernos denunciando la crisis en el sector (una de las tantas crisis laborales que ha provocado Macri desde su cómodo búnquer de la Casa Rosada) e irregularidades en las contrataciones  del Ministerio de Educación. La movilización , conocida como “cuadernazo” se hiso a poco más de 72 horas de otra protesta (movilización en definitiva) de trabajadores rurales organizados por  (UTT, Unión de Trabajadores de la Tierra), en Buenos Aires, oportunidad en que vendieron verduras a precio justo, lo  que les significó soportar una dura represión de la Policía, obviamente cumpliendo órdenes del Ejecutivo. Y en esta represión un fotógrafo de Página, precisamente Bernardino Ávila logró una foto que recorrió el país y el mundo: una señora mayor levantando del piso unas berenjenas y como marco de fondo policías antidisturbios en clara pose de represión. Y esa misma vez, otro fotógrafo, Juan Pablo Barrientos, de la Revista Cítrica captó, de esa represión el preciso momento en que un trabajador que levantaba un cajón de lechugas fue reprimido con gas pimienta en el rostro.

Elocuente imagen. Imagen de Bernardino Ávila, víctima de un atentado propio del terrorismo de Estado, cometido por  los matones de la Policía de la Ciudad que dicen que están guardando el orden, yo diría mejor: provocando el desorden y la violencia.

En los minutos que siguieron a esta elocuente imagen en la que es golpeado Bernardino Ávila otros reporteros gráficos y periodistas, y algunos ciudadanos que estaban en la protesta, intervinieron espontáneamente para defenderlo. Pero la golpiza y el abuso de autoridad, de la que también fue víctima Juan Pablo Barrientos, derivó en el arresto de los dos reporteros gráficos, obviamente con una lluvia de palos y gases contra quienes pretendieron rescatarlos de las fauces del terrorismo policial, imperante en las calles de la capital argentina y en todo el país.

Elocuente imagen.  Es la imagen que el mismísimo Ávila captó antes de que fuera golpeado por el Oficial que lo señaló (que lo marcó) seguramente por haber sido identificado como el reportero gráfico que tres días antes había filmado a la señora levantando las berenjenas. ¡Vaya crimen que había cometido el reportero gráfico¡: visibilizar la crisis social en la que están sumergidos los argentinos . En consecuencia: reconocido por los uniformados, fue señalado y fue literalmente embestido por los servidores del “desorden”. Pero antes de ser golpeado  Ávila captó el instante en que fue señalado, porque Ávila tuvo la lucidez: primero de avisar a la redacción de Página 12, sobre lo que allí estaba ocurriendo, y segundo, de entregar su cámara a otros colegas allí apoyándolo, salvando las fotos de los segundos previos a los golpes y a la desesperación de verse literalmente sofocado y sometido arbitrariamente por los matones del Poder Ejecutivo: matones de uniforme, que además, luego, tuvieron el descaro de acusar oficialmente a Ávila de  haber cometido contra los policías (el oficial que lo señaló, más precisamente) “lesiones y atentado, y resistencia a la aurtoridad” según lo consignado posteriormente por el Secretario de Seguridad Marcelo D Alesandro.  ¿Si el Estado acusa a Ávila de cometer violencia contra el Oficial (que no hubo en ningún momento y las fotos previas lo corroboran) de qué tiene que acusar Ávila al Estado?.

Elocuente imagen. Es la imagen de la represión contra el periodismo. Porque es norma de los terroristas del Estado que  no quieran que se los identifique; que se los visibilice; que se los señale.

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El a b c del reportero gráfico en situaciones de represión o de guerra, es nunca dejar de accionar su cámara fotográfica o de filmación (porque la cámara encendida con buen pulso orientado por el periodista al agresor, es precisamente  el mejor testigo), al menos yo mismo así lo he enseñado a mis alumnos en cursos de periodismo.  Y  es lo que acertadamente hizo Ávila.  

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 Captó el instante previo a la lluvia de golpes. El instante previo en que el Estado lo neutraliza a violencia pura en el nombre de la Democracia y de la Ley ¿De qué Democracia y de qué Ley?¿La misma Democracia y la misma Ley que causó la muerte de las 38 personas que fallecieron en la represión del 19 y 20 de diciembre del año 2001? ¿La misma Democracia y la misma Ley imperantes: en las represiones de los últimos meses contra trabajadores, estudiantes, jubilados, pueblos originarios? ¿La misma Democracia y la misma Ley que últimamente criminaliza las protestas sociales y también persigue cínica y despiadadamente a los mapuches en la Patagonia, hasta el punto de asesinar al joven mapuche Rafael Nahuel y de hacer desaparecer forzadamente y dar muerte a Santiago Maldonado?¿La misma Democracia y la misma Ley que acciona judicial y policialmente las redes de la cultura de la impunidad para preservar a los culpables que visten uniforme, y que groseramente (y obscenamente) se sienten respaldados y protegidos por la Ministra Patricia Bullrich, patrocinadora y principal artífice de la doctrina Chocobar, del gatillos fácil y de la represión fácil?

En Argentina, en dictadura, el terrorismo de Estado se regodeo: de ser instrumento de tormento y muerte de ciudadanos  y de jóvenes, y de desaparecer a 30 mil personas, entre ellos a periodistas como Rodolfo Walsh, entre otros colegas.

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En la Argentina de hoy, en Democracia, las prácticas del terrorismo de Estado siguen en vigencia en este gobierno, como si tal cosa.

El pueblo argentino ha sido estafado: sus gobernantes miran hacia un costado y hacen uso del garrote como si se tratase de una herramienta lícita. Y el periodismo es el uno de los objetivos elegidos, precisamente porque el Estado sigue siendo terrorista.

Un mafioso argentino, hace algunos años, ordenó  (a sus secuaces, a sus matones: obviamente policías) matar al reportero gráfico José Luis Cabezas.

Hoy, el gobierno argentino ordenó a la Policía de la Ciudad, a reprimir a golpes de cachiporra y lanzando gas, a trabajadores y en consecuencia a los periodistas que cumplían con su tarea legítima (y amparada en la Constitución de la República) de informar, y de visibilizar  una legítima protesta social.

Hoy, en Argentina el sello institucional es el autoritarismo y la cuna en la que se mece el gobierno se llama terrorismo de Estado, donde ya no hay garantías y el Estado de Derecho es pisoteado segundo a segundo, minuto a minutos, día a día.

¿Usted se anima a dudarlo?. Los colegas golpeados y que fueron detenidos, y nosotros como periodistas de las redacciones de Antimafia Dos Mil: Uruguay, Argentina, Paraguay e Italia, no lo dudamos.

No lo dudamos. Entiéndase bien: porque el autoritarismo macrista está haciendo añicos  la democracia argentina

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*Fotos: www.pagina12.com

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