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Por Claudio Rojas y M.Cecilia Bartholin Pérez-18 de marzo de 2017

Digamos que un tratado de libre comercio (TLC) consiste en un acuerdo comercial regional o bilateral para ampliar el mercado de bienes y servicios entre los países participantes de los diferentes continentes o básicamente en todo el mundo y consiste en la eliminación o rebaja sustancial de aranceles que son básicamente los impuestos que ponen los países generalmente a las importaciones de productos y/o servicios.

Como una forma de terminar de apoderarse de los países, las mega corporaciones, han creado un mecanismo regulatorio de las inversiones, cuyo principal objetivo es salvaguardarlas a todo evento. Este mecanismo nuevo son los “Tratados de Libre Comercio de nueva generación” que distan mucho de lo que han sido los clásicos TLC anteriores.  Para crear estos mecanismos se han concertado más de 600 lobistas, dirigidos y financiados por las trasnacionales a espaldas de los gobiernos, parlamentos y sociedad toda, recubiertos con la máscara de “libre comercio”, se esconden así fácilmente del interés popular porque el libre comercio no se asocia a un tema de carácter masivo.  Es así como aparecen los TPP, TTIP, CETA, TISA y todos los TLC actuales entre dos países que tienen muchas de las principales cláusulas de estos Tratados que podríamos llamar más relevantes, formando así un verdadero entretejido con el marco regulatorio que requieren los grandes capitales dueños de las corporaciones.

Siempre nos han dicho que sin los tratados de libre comercio los países no llegarán nunca a alcanzar un desarrollo económico que nos podría llevar a erradicar la pobreza y a tener una sociedad más justa, donde esas grandes regalías y ese crecimiento llegarán a todos los habitantes de un país.  

Nos han dicho también que un país sin TLC no puede llegar a ser desarrollado y se vería aislado del mundo, especialmente hoy con la globalización, pero ello también es falso, por ejemplo Brasil que es una potencia en América Latina no tiene tratados de Libre Comercio firmados y aquello no le impide que realice exportaciones de sus productos e importaciones de aquello que necesita.  La verdad ésta muy alejada de este concepto ya que por ejemplo ninguno de los que nos venden el neoliberalismo y la apertura comercial de nuestros países como la forma de llegar al desarrollo integral nos dice que las grandes economías que hoy conocemos (Alemania, Francia, Inglaterra, Canadá, EEUU, etc.), llegaron allí precisamente manteniendo medidas proteccionistas, con un estado poderoso y donde se invertía en el desarrollo interno donde se protegía y se le daba un trato especial a las industrias pertenecientes a ese estado; y donde ese estado tenía bajo su tutela la educación, la salud, las pensiones y los recursos naturales.

Chile es el mejor alumno de este sistema Neoliberal que las grandes potencias nos han vendido, tenemos 26 TLC firmados (más incluso que EEUU y China juntos) y en el congreso hay 5 en trámite de ratificación, como el TLC con Argentina y renegociaciones con Canadá y la Unión Europea y en estos últimos meses (diciembre de 2018 y enero del 2019), el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica o TPP-11, considerado el peor de todos. El parlamento chileno que es ignorante en este tema, quiere aprobar este Tratado de 900 páginas y 600 más de anexos, con un par de hojas que les entrega la Cancillería que lo promueve.

Ahora bien, no estamos en contra del libre Comercio, si este es justo y se hacen los estudios de impacto pertinentes, pero nada de esto ocurre sobre todo en los tratados de libre comercio llamados de última generación, los cuales traen dentro de sus reglas la creación de una institucionalidad por sobre la normativa vigente en cada uno de nuestros países.  

Las grandes economías se han vuelto hacia América Latina por sus grandes riquezas, pues al parecer ya se les acabó África, y por supuesto quieren explotarlas sin que les cueste casi nada, sin obstáculos y sin tener que preocuparse por el daño ambiental que casi siempre viene de la mano de la extractivismo desenfrenado.

Prácticamente en todos los tratados de libre comercio de nueva generación vienen cláusulas que son ambiguas y le dan manga ancha protegiendo siempre al inversionista, de manera de darle la máxima seguridad.     Esto significa que cada vez que un gobierno quiera hacer algún cambio en alguna legislación como por ejemplo el sueldo mínimo y esto vea mermadas las “expectativas razonables de ganancias”(que son subjetivas y a su arbitrio) de una Empresa transnacional, ésta puede demandar al estado en tribunales privados especialmente creados para dichos efectos y en caso de que el país pierda (que generalmente es así), deberá  pagar una indemnización al inversionista y además de paso, deberá eliminar la causa que dio origen a esa sanción.  Cabe señalar que los Estados no están facultados para demandar a las Empresas depredadoras.  Esto es lo que llamamos “entregar la soberanía de los países”.

Y por otro lado cualquier modificación de las condiciones de ganancia de los inversores extranjeros puede ser causal de demanda en los centros arbitrales extranjeros como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones), dependiente del Banco Mundial.  Por ejemplo en el Artículo 8.8 (2d) sobre expropiación indirecta, se explicita que la acción del Estado con motivos legítimos de bienestar público, como la salud pública, la seguridad o el medio ambiente no será considerado expropiación indirecta, “salvo en circunstancias excepcionales”.  Esta redacción abre a la interpretación de los tribunales arbitrales, que en numerosas circunstancias han utilizado este tipo de redacciones poco específicas para fallar a favor de los inversores.

Todo lo anterior no es más que dar cada vez más garantías a los inversionistas y ninguna obligación para con los derechos humanos o medioambientales del país donde deciden invertir.

Por otro lado existe también la protección a la Propiedad Intelectual, que tiene directa incidencia en el costo de los medicamentos; por ejemplo, Chile tiene vigente a través de la firma del TLC con EEUU, 5 años donde las grandes Farmacéuticas pueden cobrar lo que quieran por sus medicamentos y luego de ese plazo deben liberar la fórmulas de dichos medicamentos para poder tener medicamentos genéricos a muy bajos precios.  Con el TPP-11 y con la renegociación con la Unión Europea, esto se vería aumentado a 11 años en el caso de la UE y en el caso del TPP-11 podrías ser 12 a 18 años.

Estos tratados tienen además características que nos hacen dudar de los tan mencionados beneficios para los pueblos y es que sus negociaciones son llevadas adelante en absoluto secretismo incluso para los parlamentarios de los países participantes, que una vez firmado debe ser ratificado por ellos in haber participado de dichas negociaciones y en el caso del TPP-11 no se puede cambiar ni una sola coma. De esta forma los parlamentos de los distintos países firmantes son usados de buzón por los gobiernos de turno para aprobar estos tratados a espaldas de la gente.   No hay participación de organizaciones ciudadanas ni consulta a los pueblos originarios (Convenio Nº 169), además decimos que es una especie de Supra-Constitución porque se antepone a los estatutos y  leyes de los países, y porque expresamente indica que tiene orden de prelación sobre todos los otros convenios  y tratados que el estado haya suscrito anteriormente.

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*Foto de Portada: www.chilemejorsintlc.com

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