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Por Claudio Rojas G. desde Chile -15 de abril de 2019

Finalmente nadie irá a la cárcel por el bullado caso Penta.

Luego de casi 5 años desde el inicio de las investigaciones, el caso que abrió la puerta a las formalizaciones y acusaciones por financiamiento ilegal de la política llegó a su fin de forma polémica: sin penas privativas de libertad para ninguno de los imputados.

El caso Penta nació como una arista de la investigación por fraude al FUT, iniciada por el entonces fiscal jefe de Delitos de Alta Complejidad Carlos Gajardo, de la Fiscalía Metropolitana Oriente. En octubre de 2014, el ex gerente del Grupo Penta, Hugo Bravo, en el marco de esa investigación, declaró que el grupo al que representaba había donado irregularmente altos montos de dinero a varios políticos del partido Unión Demócrata Independiente como Jovino Novoa, Ena von Baer, Pablo Zalaquett, Iván Moreira y Ernesto Silva para financiar sus campañas electorales. Afirmó también que se prestó ayuda económica a los candidatos presidenciales independientes Laurence Golborne y Andrés Velasco.

En marzo de 2015, el Ministerio Público decidió la formalización de diez imputados en el caso y pidió que el Tribunal aprobara la medida cautelar de prisión preventiva para  los “Carlos”, el ex subsecretario  Pablo Wagner, Hugo Bravo, Marcos Castro e Iván Álvarez, quienes ingresaron al Anexo Capitán Yáber el 7 de marzo, lugar en el que permanecieron hasta el 23 de abril en el caso de los dueños del cuestionado holding, fecha en las que se revocó la cautelar y se aplicó la de arresto domiciliario. La misma decisión afectó a Wagner, cinco días después.

Luego del término del periodo del Fiscal Nacional Sabas Chahuán, la causa pasó a manos del fiscal Manuel Guerra pidió la ampliación hasta Marzo de 2017.

En la causa, también se solicitó el desafuero del senador Iván Moreira el que fue autorizado por la Corte de Apelaciones de Santiago y luego ratificado por la Corte Suprema, sin embargo, el Ministerio Público y la defensa del parlamentario llegaron a un acuerdo y se optó por la salida alternativa de suspensión condicional del procedimiento. Tal decisión fue rechazada por los fiscales Carlos Gajardo y Pablo Norambuena, que días después presentaron su renuncia a la institución.

Inicialmente el Ministerio Público había incluido en los delitos a perseguir los de soborno y cohecho, sin embargo, el Fiscal Manuel Guerra decidió retirar estas imputaciones y pedir la reformalización de Carlos Délano, Carlos Lavín solo por delitos tributarios, y en el caso de Pablo Wagner se pidió la aprobación de un juicio abreviado por enriquecimiento ilícito y otros delitos tributarios, solicitando el cumplimiento de una pena de dos años de presidio menor, los que puede cumplir en el régimen de libertad vigilada, 4 años de inhabilitación para ejercer cargos públicos y el pago de una multa de 70 millones de pesos.

Es notable, por no usar algún adjetivo calificativo que pueda crear la idea que la justicia chilena cayó también bajo el “embrujo” de estos “semi dioses”, que esa justicia como corolario de este proceso, emite la gran sentencia…y finalmente envíe a “clases de Ética” a dos personajes que manejaban millones y millones, financiando su coalición política en sus campañas electorales, lo que no está permitido por ley, pero además haciendo esto a través de un procedimiento cuestionable a los ojos de Impuestos Internos, lo que lleva a una cadena de ofensas contra la ley, y contra la institucionalidad que está en la base de la convivencia democrática republicana.

Este procedimiento consiste en inventar y facturar por parte de sus empresas trabajos no existentes a los receptores del dinero, y a sus amistades, permitiendo un aprovechamiento tremendamente eficiente de estas facturas.

Así, estas facturas disminuían las utilidades de la empresa ahorrando impuestos a través de la rebaja por concepto de IVA de este impuesto mensual de declaración y pago simultáneo, y disminuyendo utilidades contables a través de un mayor costo de producción.

Así se elegían parlamentarios siempre en deuda con sus benefactores, a los que se influye en su creación de leyes ad hoc.  Y después se habla en corrillos íntimos de: “Fulano, es empleado nuestro”, relación indeseable por la falta de transparencia que conlleva en la creación de leyes y en las decisiones políticas en general.

Ellos fueron extremadamente eficientes en obtener sus propósitos.  Lo único que les falló fue justamente el manejo de la prudencia. Y la prudencia tiene que ver con los límites de las acciones, con un poco de miedo en cómo viene la mano de vuelta, y con no tener la sensación de estar como dioses olímpicos a los que nadie puede tocar.

Si hubieran leído un poco más a los griegos y sus experiencias, se hubieran percatado que el peor pecado contra los dioses era justamente la “hubris”, que es el llegar a sentirse impune como un dios cualquiera.

En USA y Europa les hubieran dado 20 años de cárcel como mínimo y no un curso de Ética, que por lo demás no les va a hacer ni cosquilla y del cual las personas se ríen socarronamente.

Y terminado el curso de Ética, el par de flores podrá irse a dar una vuelta al mundo en un yate privado, para pasar el bochorno, sin explicarse mucho por qué Aristóteles perdió tanto tiempo con este tema en vez de montar una transnacional en el Mediterráneo con sucursales en Montecarlo.

Y las futuras generaciones recibieron una clase magistral sobre la impunidad del delito económico en Chile, principalmente si es en gran escala.

Tarde para clases de Ética. Los deberían haber mandado al psiquiatra junto con el Juez.

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*Foto de Portada:www.diariouchile.com

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