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Por Jean Georges Almendras-29 de abril de 2019

¿Quién dijo que los grandes cárteles del narcotráfico no operan en puertos de América Latina, en sus rutas para llevar toneladas de cocaína a Europa?¿Quién se atreve a decir hoy en día que los grandes capos del narcotráfico de América Latina no pactan con mafiosos italianos con el cometido de realizar millonarias operaciones de tráfico de cocaína a nivel internacional? ¿Quién puede atreverse a decir que en países de América Latina, los niveles de corrupción, que alcanzan a altos funcionarios de gobierno (y seguramente a elementos del sistema político), a funcionarios portuarios, a funcionarios aduaneros y a altos rangos jerárquicos de las fuerzas de seguridad locales, por cuantiosas cifras en euros, son exageraciones periodísticas? ¿Alguna autoridad de América Latina puede atreverse a afirmar que el narcotráfico se limita al transporte de pequeñas cantidades de cocaína, en valijas de pasajeros de avión?

Las respuestas a estas preguntas son contundentes: los grandes cárteles de la droga, operan desde hace ya unos años en puertos sudamericanos transportando en buques cargueros –en su mayoría- toneladas de cocaína, en el marco de acuerdos o pactos entre jefes narcos locales y preferentemente mafiosos de la organización criminal italiana (de la región de Calabria) denominada ‘Ndrangheta; los niveles de corrupción no son exageraciones , sino todo por el contrario, son altísimos, no necesariamente por la jerarquía de los funcionarios comprados, sino especialmente por las altas sumas de dinero en euros que se destinan a tales efectos; y los grandes cárteles del narcotráfico apelan a las embarcaciones de alto porte (entre otros métodos) para trasladar voluminosas partidas de cocaína generalmente dentro de contenedores, en algunas oportunidades camufladas con diversidad de mercaderías o en otras oportunidades sin ningún tipo de camuflaje, por la sencilla razón que los contenedores –maniobras de corrupción de por medio- están repletos de droga, con documentación adulterada.

Hace pocas semanas, yo personalmente, pregunté a la Ministra de Seguridad de la Argentina, Patricia Bullrich respecto a que en algunos puertos argentinos (según fuentes de las autoridades judiciales de Palermo, Sicilia) se habían detectado salidas de barcos con destino a Europa, como parte de operaciones de tráfico de toneladas de cocaína, previa corrupción de altos funcionarios gubernamentales y no gubernamentales, por parte de las organizaciones mafiosas locales y de Italia, como por ejemplo la ‘Ndrangheta.

La señora Ministra me lo negó rotundamente. Y digo más: me advirtió que se estaba trabajando precisamente para evitar que estas operaciones se concretasen en el futuro.

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¿Fue cándida en su respuesta?¿Fue ignorante en su respuesta? ¿Fue diplomática en su respuesta?. Personalmente creo que buscó minimizar la realidad con una respuesta totalmente absurda. En extremo absurda, y por si fuera poco, muy distante de la realidad.

En Sudamérica, especialmente en Argentina, Brasil y Uruguay es sumamente preocupante todo lo concerniente al narcotráfico de cocaína. Hoy por hoy, el narcotráfico a altos niveles de carga de esa sustancia es un tema que las autoridades judiciales italianas dominan muy bien, en particular cuando se trata de jefes mafiosos de la ‘Ndrangheta. ¿Por qué? Porque saben perfectamente cómo opera ésta organización y porque además, saben, a conciencia, las consecuencias nefastas que toda esta movida criminal genera no solo en Italia (en Europa) sino además en América Latina: democracias minadas por la criminalidad y economías literalmente devastadas por la mafia, con los resultados propios de este tipo de flagelos: una sociedad sumergida en la violencia y una juventud prisionera de las adicciones, cuando no absorbida por los grupos mafiosos que reclutan sus soldados entre los barrios donde las carencias afectivas, educativas y económicas son las principales vedettes de la rutina diaria, en las tierras sudamericanas.

Y aunque la Ministra argentina Bullrich lo niegue descaradamente, en la zona del Río de la Plata el panorama es aterrador. A las pruebas me remito: una reciente noticia difundida en los medios de comunicación de Uruguay, da cuenta de esta nada halagadora realidad.

En Hamburgo, Alemania, personal aduanero detectó un voluminoso cargamento de cocaína -400 kilos para ser más específico- en un barco que partió con arroz uruguayo, desde el puerto de Montevideo.

Según lo consignan las agencias de noticias, tras el operativo de incautación de la droga, un operador portuario de Montevideo advirtió a sus superiores que había que prestar atención a las exportaciones de carne “porque ya se metieron con la lana y ahora con el arroz”.

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Se pudo saber (por una información dada a conocer por el diario El País) que los granos tenían como destino el puerto de Free Town, Sierra Leona y que los registros de la Administración Nacional de Puertos (ANP) en Uruguay consignan que una empresa uruguaya había hecho la exportación hacia ese destino, en el mes de marzo.

Trascendió además que un embarque de arroz, procedente del departamento de Treinta y Tres había sido utilizado para trasladar la droga desde Montevideo hasta Europa, al menos así lo señalaron fuentes aduaneras de la terminal portuaria de Hamburgo.

Con todas estas novedades ¿la señora Ministra de Seguridad de Argentina seguirá con la idea de negar que el tráfico de cocaína a gran escala se trata de una actividad criminal del Río de la Plata?

De acuerdo a lo informado en Montevideo, la droga estaba distribuida en 17 bolsos colocados encima del cereal y que la cocaína en cuestión podría costar unos 10 millones de dólares si es que la misma hubiese sido colocada en el mercado negro europeo. Cabe consignar que la carga alimenticia estaba repartida en catorce contenedores de 20 pies cada uno, con un peso total de 350.960 kilos y que fue embarcada desde el recinto 1650 del puerto montevideano en el buque carguero “Grande Francia” de bandera italiana.

Pero hay más en torno al buque en cuestión. Trascendió que en esta misma embarcación, en el mes de agosto del pasado 2018, personal de la Policía Federal del Brasil incautó un cargamento millonario de cocaína. La acción policial sobrevino en el puerto de Santos, luego de que el buque zarpara a ese destino, desde el puerto de Zárate, no sin antes pasar por Montevideo.

¿La señora Ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, desconocía todo esto? Lo dudo. Y aún sí da a la prensa local y extranjera respuestas absurdas. Dice mentiras.

Pero retomando la información del operativo en el buque “Grande Francia” del pasado 2018 digamos que la droga involucraba a dos contenedores: uno embarcado en Argentina y otro en Uruguay, en el puerto de Montevideo. Digamos también que el arroz tenía distintos destinos y que las autoridades brasileñas detectaron entonces 1.322 kilos de cocaína, que estaba dividida en 1.202 tabletas distribuidas en 41 bolsas, en dos de los contenedores del buque carguero “Grande Francia”.

Retomando la información sobre la incautación de los 400 kilos en Hamburgo, las autoridades alemanas califican este método de envío de droga como una “estafa” en virtud de que no tienen conocimiento de la operación el remitente y el receptor. Tal lo informado por la cadena estatal de radio y televisión de Alemania Deutsche Welle.

De acuerdo a nuestras fuentes judiciales europeas las mafias del narcotráfico de América Latina, en los últimos tiempos, optaron por reducir los envíos de cocaína en pequeñas cantidades, concentrándose más en transportar grandes volúmenes de la droga, apelando a los cargueros y en consecuencia a dar a curso a maniobras de corrupción e ilícitas en los recintos portuarios locales, todos ellos conectados con importantes terminales portuarias de ciudades como Amberes, Hamburgo y Rotterdam, entre otras.

Por último debemos recordar a los lectores, que en el Uruguay, su personal aduanero, en el mes de setiembre del pasado 2018 detectó 417 kilos de cocaína en un embarque de lana sucia con destino al puerto de Amberes, en Bélgica. Oportunamente se informó que la cocaína fue ubicada en el interior de un contenedor de 40 pies.

Por aquellos días las investigaciones estuvieron a cargo de la Fiscal de Estupefacientes Dra. Mónica Ferrero, y en el curso de las actuaciones judiciales y policiales se detuvieron a cuatro personas, estando entre ellas una funcionaria que omitió los controles, un empleado de una empresa portuaria que ingresó meses antes a la compañía y un delincuente conocido por la policía (y por el submundo portuario) conocido como “El Turco”, poseedor de antecedentes penales desde el año 1973. Este sujeto, ya en el año 2006, se vio involucrado, como directamente responsable, de un embarque de cocaína de 93 kilos hacia Europa (cocaína que estaba camuflada en una carga de garbanzos) y que fue incautada en Lisboa, Portugal.

Entonces, desafortunadamente, no estamos en tiempos de negar (desde las altas esferas del gobierno, como lo ha hecho el Argentino) que todo esta maraña de rutas del narcotráfico son malas interpretaciones del periodismo o son invenciones para desprestigiar a tal o cual administración. No señor. Desafortunadamente es una realidad palpable, con la cual debemos no solo convivir, sino además combatir.

Nosotros como periodistas, denunciándola; y las autoridades, como tales, desmantelándolas, sin dejarse corromper, que en definitiva, es lo más importante, como primer paso para una verdadera antimafia.

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*Foto de Portada: C.Charisius www.diarioelpais.com 

*Foto 2: Antimafiadosmil.

*Foto 3: www.diarioelpais.com  archivo.

 

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