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Penúltima jornada, del ciclo DDHH, en la Fundación Mario Benedetti de Montevideo

Por Victoria Camboni de Our Voice Uruguay-27 de mayo de 2019

La cuarta charla sobre Derechos Humanos en la Fundación Mario Benedetti me dejó una sensación agridulce. Luego de las ponencias de los invitados, que el 22 de mayo se presentaron a hablar sobre la “Transmisión de la memoria en el salón de clase”, más que satisfacción por el trabajo de los exponentes, siento asombro de cuánto falta por hacer y de la tibieza con la que, la comunidad educativa, responsable de mantener viva la memoria a través de la difusión de cultura y educación, transmite el conocimiento a las nuevas generaciones.

¿Cómo una persona que dedicó más de veinte años de su vida a investigar la historia reciente de nuestro país, es decir los años de la última dictadura militar en los que se cometieron tantos crímenes, puede tener una postura tan tibia como la de Carlos Demassi? ¿Cómo se puede conocer la injusticia tan de cerca y que no vibre en tus fibras más íntimas la necesidad de contar los hechos? ¿No es absurdo tener el conocimiento de una verdad tan importante para nuestro pueblo, y no hacer todo lo posible para que todos la conozcan? ¿Para qué preocuparse por investigar la verdad, para no transmitirla? Saber y callar ¿no te hace cómplice?

Inevitablemente estas preguntas me rondan la mente, y aunque tengo que reconocer el trabajo realizado por estas personas, siento que falta mucha voluntad y que en cierta forma nos están fallando.

El Profesor de historia Carlos Demassi, trabaja en la Facultad de Humanidades como investigador. Además enseña en Formación Docente, y se desempeña como investigador en el Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU).

Afirmó que aún existe “dificultad para enseñar la dictadura en las clases” aunque está en los programas de estudio desde 1988 “como un contenido específico”. El programa fue aprobado para evitar que en las calles se aprendiera la dictadura desde la voz de los comunistas, explicó.

“Todavía es una lucha, todavía es un miedo, todavía es un problema, hay rechazo, miedo a enseñar la historia reciente” enfatizó, y sostuvo que los docentes no tienen por qué tocar estos temas en clase debido a la fragilidad a la que quedan expuestos. Con todo este prontuario y más de veinte años de estudio, sostuvo con firmeza que “encarar estos temas es una decisión de voluntad”.

Para afirmar sus comentarios, recordó que el vicepresidente del primer período de Gobierno post dictadura, Dr. Enrique Tarigo, denunció a una profesora por cómo enseñó estos acontecimientos en clase.

Por su parte, Carla Larrobla, profesora de historia en el Instituto de Profesores Artigas (IPA) e investigadora en el CEIU, cuestionó cómo hacer entrar al pasado en el salón de clase. Larrobla entiende que es fundamental el trabajo del estudiante construyendo sus propias fuentes y testimonios, ya que “les cambia la vida” y alimenta en ellos las ganas de estudiar.

Debemos “transformar a los estudiantes en investigadores” ayudarlos a construir sus fuentes, a hacer entrevistas y contrastar con material del pasado. Es importante “trabajar con la historia del clan”, abordando el tema desde lo cercano, preguntándose “qué le pasó a la propia familia”. “A todos nos pasó la dictadura”, reflexionó.

Hay que plantear estrategias que involucren al estudiante a investigar para poder empatizar con los hechos del pasado y con los de hoy; es necesario “hablar el trauma para poder sanarlo”, culminó.

Antonia Yáñez, profesora de literatura y ex presa política, participó del panel como vocera de la Asociación de Amigos del Museo de la Memoria. En su discurso, destacó la importancia de la transmisión del conocimiento por parte de los implicados. “Un testimonio vale por mil palabras”, valoró.

Desde 2015 se da relevancia a los lugares donde sucedieron los hechos, y se empezaron a poner placas en esos sitios (gracias a la Ley de sitios N° 19.641, para la declaración y creación de Sitios de Memoria Histórica del pasado reciente).Dijo también que las marcas de la memoria en la calle sirven para que los docentes manden a sus alumnos a acercarse. Sin embargo hoy las marcas no se ven, y los chicos protestan por esto, indicó.

Además reflexionó acerca del papel de los integrantes del museo.“Nosotros también caíamos en el fenómeno de la impunidad”, admitió.

Margarita Navarrete, profesora y licenciada en filosofía en el IPA y en la Facultad de Humanidades, trabaja en el área de Educación en la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), institución de la cual fue delegada para hablar en esta charla.

La INDDHH se inauguró en diciembre de 2016.En el pasado reciente actuó el Servicio de Información de Defensa y funcionó un centro clandestino de detención y tortura. En ese lugar permanecieron uruguayos traídos clandestinamente desde Argentina, como es el caso de María Claudia García de Gelman.

Actualmente está abierto al público, con docentes que preparan las visitas, “para que realmente se convierta en un instrumento” de conocimiento de los hechos. “Son experiencias fuertes”, pero hay que “darles su lugar”, señaló, y agrego que la “educación en derechos humanos es muy importante que pase por el corazón”.

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En varias ocasiones se invitó a sobrevivientes a acompañar a los grupos de visitas, como Sara Méndez, o Margarita Michelini. “Son momentos de intercambio muy fuertes”, porque “los estudiantes preguntan todo”.

La Institución tiene una función que aún no ha podido asumir. Se trata del monitoreo de la educación en derechos humanos, que tiene como uno de sus objetivos trabajar en educación para la memoria. Desde el INDDHH realizaron una convocatoria a Anep y Udelar para medir los alcances de estos programas, pero no tuvieron respaldo. “El nivel del compromiso llega hasta ahí”, “hay mucha autocensura”, y “hay que cambiarla”, sostuvo. “El plan nacional está”.

También dijo que se debe barajar la posibilidad de poder invitar a los movimientos sociales y distintos actores de la comunidad a las instituciones educativas. “Hay temores”, pero “hay experiencias que son fabulosas en ese sentido”, aseguró.

La charla también contó con la participación de Camila y Enzo, integrantes de la agrupación Jóvenes por la Memoria, un grupo oriundo de Treinta y Tres que tuvo en su momento como objetivo primario instalar la Marcha del Silencio en ese departamento. A partir de 2015 pudieron instalar la convocatoria, y ha venido creciendo año a año. En 2017 instalaron una placa en el liceo nº 1, donde estudiaba la mayoría de los 40 jóvenes que en abril de 1975 fueron detenidos y torturados bajo las órdenes del General Gregorio Álvarez.

Enzo enfatizó su discurso en la necesidad de que el Estado descentralice la formación de herramientas y la información, así como en la importancia de la empatía. “¿Cómo se puede potenciar la transmisión de memoria?”, cuestionó, y destacó la Importancia de construir la memoria en cada localidad donde sucedieron los hechos.

Se ha desarrollado un carácter individualista de las personas, donde más importa lo que sentimos que la realidad, señaló.

A la hora de construir memoria, “estamos haciendo una tarea importantísima construyendo nuestro propio futuro”, mejorando el presente y cimentando las bases del futuro, aseguró. “Ninguna sociedad está inmunizada de cuestiones antidemocráticas”, recordó, y cerró su discurso citando una estrofa del tema “Décimas de Prueba” del músico uruguayo Fernando Cabrera:

“El tiempo, a mi parecer,

Va de remiendo en remiendo

Es un hilo que corriendo

Quiere arrimarse al futuro

Donde esperando en un muro

El pasado está riendo”

Al finalizar la charla se abrió, como es habitual en estas charlas, una ronda de preguntas. Diego Grachot, coordinador de Our Voice en Uruguay, preguntó a la mesa de exponentes, y en especial a Carlos Demassi ¿Cuál es el límite entre defender los derechos humanos dejando todo, o defender los derechos humanos con una posición más cuidadosa, y cuáles han sido los resultados de lo que hicieron grandes revolucionarios en la historia? ¿Quiénes han llegado más lejos? Además pidió un consejo sobre cómo deben actuar los jóvenes, ya que personas como las Abuelas de Plaza de Mayo o el hermano de Santiago Maldonado, transmiten la importancia de estar dispuestos a sacrificarse, y cuestionó cuándo juega la empatía en estos casos.

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Carlos Demassi respondió que “nunca es sencilla la respuesta”, y defendió el derecho de las personas que no quieren jugarse todo, pero quedan “en la misma bolsa” que los que sí lo hacen.

“No puedes poner en riesgo la vida de otras personas”, “es un límite fuerte”, dijo.

Carla Larrobla y Margarita Navarrete agregaron que la izquierda, en la época de la dictadura, estaba en contra del discurso de los derechos humanos.

Una persona del público llamó quizás a la reflexión más importante de toda la noche. No hemos sabido transmitir la historia verdadera. “Se invisibilizó 12 años de lucha de este pueblo uruguayo”, “y pasamos de nuevo a los combatientes y a la guerra”. Así “se generó la teoría de los dos demonios, donde todos los que no habíamos sido guerrilleros pasamos a ser sospechosos”.“Mi preocupación es transmitir la verdadera historia”, dijo. El objetivo de la dictadura fue destruir las grandes herramientas que había generado este pueblo para esa lucha contra la miseria, contra la injusticia. “Se salió de la dictadura y eso quedó relegado a un segundo plano. Se desvalorizó la lucha organizada del pueblo, que fue el verdadero protagonista de la derrota de la dictadura”, finalizó.

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*Fotos de Our Voice

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