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Por Adriana Navarro-8 de agosto de 2019

En ocasión de la actividad organizada por el banco Caminos y Bancofar, denominada Cruce de Caminos, durante el mes de junio, Nicholás Negroponte fue entrevistado en Madrid. Dijo que la bioingeniería será la próxima revolución: “Tendremos humanos genéticamente modificados y corregiremos los errores de la naturaleza. Será un futuro muy distinto; podremos vivir 150 o 200 años, la alimentación a la población será en forma artificial, podremos replicar las células de las vacas sin hacer daño a animales, y la energía del futuro no será la solar o la eólica sino la fusión nuclear. Si alguien domina la fusión nuclear, cambiarás las reglas del juego”.

¡Fantástico! Se solucionarán todos los grandes problemas humanos. Pero, ¿será fantástico?...miremos un poco más de cerca.

Primero, para saber si debemos poner en consideración sus declaraciones, preguntémonos brevemente quién es Nicholás Negroponte. Ingeniero informático estadounidense, pionero en el desarrollo de los modernos sistemas informáticos, uno de los creadores del Media Laboratory del MIT, un centro puntero en investigación y desarrollo de todo lo relacionado con las nuevas tecnologías para su aplicación en las comunicaciones del futuro, tanto en el área de la educación como del entretenimiento. Ha contado para ello con enormes recursos materiales (gracias a la subvención gubernamental y de más de un centenar de grandes empresas de todo el mundo) y de los mejores talentos en informática. Es decir, siendo concisos, este laboratorio es un lugar donde se investiga sobre casi todo, y donde convergen los capitales de las empresas con las tecnologías que luego se ofrecen al mercado mundial, y que por tanto de alguna manera son impuestas, sin estar seguros si realmente son producto de una necesidad social, o (con toda seguridad) de una necesidad de las empresas patrocinadoras.

En 1982 a pedido del gobierno francés, fue el primer director ejecutivo del proyecto World Center for Personal Computation and Human Development, cuya finalidad era introducir el uso del ordenador en la educación primaria de los países en vías de desarrollo. Esto sería tomado por el presidente de Uruguay Tabaré Vásquez para implantar el plan CEIBAL (un niño, una computadora), y se ha expandido a otros países como Argentina.

¿Por qué tanto interés por poner una computadora en las manos de niños pobres, pero no el mismo interés por terminar con el hambre de millones de niños? ¿Realmente el objetivo es formar niños creativos, o niños que vivan la vida a través de una computadora?, desconectándose por tanto cada vez más de la realidad, del contacto con sus pares, del sentimiento de empatía tan necesario para vivir en una sociedad solidaria y armoniosa, del contacto con la naturaleza, y por tanto del respeto a la misma. Niños que sean funcionales al sistema, niños enamorados de las computadoras y los robots.

Pero volviendo a las últimas declaraciones de Negroponte, este señor habla de que podríamos vivir 150 o más años, utilizando la bioingeniería, es decir la modificación genética del ser humano, para ser claros, eligiendo qué genes modificar. Y sí, seguramente se podrán curar algunas enfermedades, ¿pero esta ingeniería se usará, sólo para eso? ¿Tienen estos hombres como Negroponte, y otros, que están empoderados de la tecnología y sus aplicaciones, la ética necesaria para evitar que se usen en proyectos de dominación, o en proyectos que conviertan a los humanos en robots? ¿Podemos creer que esta tecnología estará a disposición de los 7000 mil millones de habitantes de la Tierra, cuando son millones y millones los que padecen hambre, guerras, enfermedades, o será para una élite previamente seleccionada? Y en tal caso deberíamos preguntarnos cómo se realizará esa selección.

Si imaginamos por un momento que algunos hombres o mujeres podrían vivir 150 años, según el poder económico, político o militar que tengan, mientras que otros continuarían con la expectativa de vida actual, según el lugar en que vivan, cuando no padeciendo hambre, guerras, miserias y enfermedades, entonces podemos intuir que el mundo futuro será aún más discriminativo de lo que es hoy. Se crearían nuevas discriminaciones, existiría una súper clase de hombres y mujeres, que obviamente tendrían una vida diferente en todos los aspectos a la de los humanos no modificados genéticamente.

No parecería posible que los mismos seres humanos que no han podido desprenderse de ordenar guerras, o de causar hambre, miseria, pobreza, a costa de mantener ganancias descomunales con sus empresas multinacionales, tengan una ética superior a la hora de manipular la especie humana con la ingeniería genética. Seguramente, prometerán curar enfermedades, pero luego sólo unos pocos podrán hacerlo. De acuerdo a la ética de los hombres de poder, de los gobernantes que ordenan guerras, de las leyes que privilegian la propiedad privada ante el derecho de los pueblos a vivir dignamente, es seguro que esta tecnología se usará como se ha hecho con tantas otras tecnologías que se han inventado, primero para el desarrollo de los ejércitos y de las armas, luego para el control y represión de aquéllos hombres que quedan fuera de las élites. Combinando la nanotecnología con la biogenética, por ejemplo, se podría realizar un ejército de soldados sumisos a un poder, y con el potencial de súper hombres desde su potencia física. Soldados que podrían comportarse como robots, si se manipulan determinadas características genéticas. ¿Ciencia ficción? Lo dejamos a criterio del lector.

Si echamos un vistazo a las terroríficas películas que decimos ciencia ficción, podemos hacernos una idea de las cosas que el hombre, sin ética superior, sin amor, puede llegar a inventar. Con una antelación de casi un par de décadas, en la película El hombre araña, se habla de nano-partículas, y siempre con la excusa de que algo se usará para curar una enfermedad, luego resulta ser la base de un arma mortal. Hoy, las nano-partículas ya están en nuestras vidas, aunque no seamos muy conscientes de ello, menos de las consecuencias que según el caso pueden tener en nuestra cotidianidad. Lo cierto es que las nano-partículas no realizan modificaciones a nivel celular, como los transgénicos, sino a nivel atómico, con lo cual pueden realizar cambios mucho más profundos en la materia. Se puede por ejemplo hacer un tubo de un material resistente pero no flexible, que el mismo se torne, más fuerte y totalmente flexible. Por poner un ejemplo las nano-partículas son utilizadas en las cremas de belleza, penetrando nuestra piel e interactuando con nuestros átomos, sin que estemos seguros, qué consecuencias pueden ocurrir. Pero la lógica de quienes manipulan la tecnología aplicada, es largarla al mercado, y si ocasiona alguna consecuencia no deseada, se buscará como contrarrestarla, con otros inventos, no importando si la misma pudiera ocasionar daños graves a una persona, o varias, o toda una población, etc.

Desde que surgió la revolución verde, y más tarde los cultivos transgénicos, siempre la promesa, el objetivo, y la excusa era buena, en este caso: terminar con el hambre en el mundo. Hoy podemos constatar que no sólo no se cumplió el supuesto objetivo, sino, que se ha alterado todo el equilibrio de la naturaleza, al punto que ya no es posible continuar la vida sobre el planeta, al ritmo que vamos. Tristemente nos acostumbramos a las alertas meteorológicas, a las olas de calor y frío, a las inundaciones cada vez más terribles, a las sequías y los incendios forestales, y sabemos que todo es consecuencia de que estamos aumentando la temperatura de la Tierra. En vez de hablar de cambio climático, deberíamos hablar de descontrol total e impredecible climático, para poner un término que nos trasmita la verdad de la situación planetaria en que nos encontramos.

Por otro lado, si podemos modificar nuestra genética, podríamos elegir nuestras características al nacer, al mejor estilo de ciencia ficción contemporánea, es decir elegiremos a nuestros hijos, del mismo modo que elegimos un buzo o un pantalón. Por un lado podríamos decir que el mejoramiento de la especie debe ser considerado como algo positivo, pero se me ocurre por lo menos un punto muy importante que en mi opinión hará que ya no podamos continuar llamándonos humanos, y que debamos elegir otro nombre para esta especie. Si elegimos caracteres, a nuestro antojo, hay algo que cambiará en la psiquis del ser humano, y en su emocionalidad, pues los padres perderán ese potencial amor incondicional, que hoy por hoy tienen. No podemos determinar hasta el día de hoy, si nuestros hijos serán varones o niñas, que características físicas tendrán, cómo serán sus temperamentos, su sonrisa, su mirada, sus talentos, etc., etc. Por tanto los padres aman a sus hijos y los aceptan, antes de conocerlos físicamente. El ser humano comenzará a cambiar, por ejemplo podemos elegir ojos negros, y luego nos arrepentimos, cuando el niño ya está al nacer, ¿qué sentimiento generará este hecho en los padres? ¿Lo considerarán un fracaso? ¿Lo descartarán? ¿Serán los padres o habrá alguien más que se arrojará el derecho de establecer cuáles son las características genéticas deseables?

La vida misma hace una selección natural, que tiene un hilo entre espíritu y materia que el hombre no conoce, no ha explorado suficientemente, y quiere hacer grandes cambios materiales, ignorando qué otro tipo de cambios podrían producirse a nivel psíquico o emocional en el ser humano. Hoy por hoy nuestras características genéticas, sociales, y materiales determinan muchas de las experiencias que viviremos. No parece ser ya aceptable para el grado de conocimientos actuales, aunque no se le comuniquen al ciudadano “común”, -que no es común-, que todo esto ocurra por casualidad, sino que hay algo que produciría todas estas condicionantes de nuestra experiencia a partir de que nacemos e incluso antes, sólo que todavía no ha sido avalado por los medios de comunicación masivos, que hoy por hoy son los grandes educadores de masas.

Respecto de que la alimentación a la humanidad será artificial, nos preguntamos: ¿De verdad a los ingenieros genéticos, que manipularán las células de las vacas, les interesa no hacer daño? Las células animales pertenecen a un nivel de conciencia superior al de los vegetales, puesto que existe por ejemplo, un sistema nervioso desarrollado, que entre otras cosas permite sentir un mayor nivel de dolor a nivel físico. ¿Cómo serán estas células artificiales? Las mismas tendrán vida, pues la carne, una vez que al animal muere, se putrefacta rápidamente, por tanto tendremos un tejido vivo, del que dispondremos a “piachere”. ¿Estamos seguros que esto no genera ningún tipo sufrimiento? ¿Estamos seguros de que esto no impacta en la salud del ser humano? ¿Si lo que se busca es el bienestar general, ¿Por qué nunca se nos consulta acerca de las investigaciones que se realizan, por qué todo se nos impone, como nuestro futuro, sin lugar a discusión? Recomendamos al lector mirar el documenta ”Yo Soy” (“I am”) del director de cine Tom Shadyac, donde entre otras cosas se exponen muchas investigaciones realizadas, que verifican el carácter cooperativo, más que competitivo innato en el hombre y las especies, y la afectación de todas nuestras acciones, hasta las más insignificantes, sobre todo nuestro entorno, verificándose entonces una existencia que no conocemos en profundidad más allá de los límites de la materia. Por tanto se hace muy peligroso sólo trabajar por el dominio material de las cosas, ignorando qué otros “tipos de materia” pueden existir en interrelación con la que se hace visible a nuestros ojos.

Por último con respecto a la fusión nuclear, el hombre no desarrollará en corto plazo la tecnología necesaria para estos emprendimientos, y quizás no podemos juzgar todavía lo segura o insegura que será. Pero si sabemos lo nefasta que es la energía nuclear por fisión nuclear, y no podemos confundirnos, y creer que si continuamos aceptando esta nefasta energía, podremos obtener la otra segura y confiable. En muchos menos de los años que nos tomará desarrollar la tecnología para la fusión nuclear, es probable que la energía nuclear, sea por los accidentes en las plantas nucleares, sea por el desarrollo de las armas nucleares, nos lleve al punto de la autodestrucción. De hecho ya, debemos convivir con enormes cantidades de radioactividad lanzada a la atmósfera mundial, y como mínimo debemos saber, que esto nos expone a mutaciones o enfermedades degenerativas de todo tipo.

Por tanto más que alegrarnos frente a estas declaraciones, deberíamos preguntarnos, si es que no alcanza ya el nivel de violencia y barbarie desarrollados por esta humanidad, u hasta cuándo podremos continuar llamándonos HUMANOS, o por qué nombre deberíamos cambiar, si agregamos a nuestra forma de vida, todas las novedades anunciadas como salvadoras por Nicholás Negroponte.

Ese tiempo que nos queda para cambiar nuestro nombre como especie, es el que nos queda para tratar de forjar una sociedad diferente.

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Enlaces:

https://elpais.com/tecnologia/2019/06/19/actualidad/1560974542_919705.html

https://www.abc.es/cultura/abci-nicholas-negroponte-pensamos-capitalismo-como-sinonimo-democracia-pero-no-201906210122_noticia.html

http://www.radio36.com.uy/mensaje/2006/12/m_151206.html

http://delagro.blogspot.com/2013/11/silicon-valley-sin-computadoras.html

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*Foto de Portada: www.twitter.com /Nicholás Negroponte

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