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Por Jean Georges Almendras-19 de agosto de 2019

Como un imparable molino de viento la muerte abrazó a un periodista mexicano indígena: Arturo Jorge Ramírez, profesor además, quien era locutor de la radio comunitaria magisterial Tu’un Ñuu Savi –que en castellano quiere decir “Pueblo de la Lluvia”- de la localidad de Huajuan de Léon, en el municipio San Andrés Dinicuiti , del Estado de Oaxaca.

Lo mataron a golpes. Y esos golpes le ocasionaron un infarto. Un infarto que sumó una muerte más a la estadística cruenta que desde hace años tiene el periodismo mexicano.

Arturo Jorge Ramírez hacía denuncias sociales. Principalmente ponía énfasis (y las hacía públicas) las constantes violaciones que se cometían contra las comunidades indígenas.

El mortal ataque se consumó el sábado 17 de agosto, y es el tercero que tiene como víctima a un trabajador de la emisora. Las anteriores víctimas fueron Salvador Olmos, muerto el 28 de junio de 2016 y Agustín Paiva.

La noticia de este nuevo hecho de sangre que enluta al periodismo de México y del mundo mereció de inmediato un severo y generalizado repudio de parte de la comunidad periodística mexicana y regional. Condenaron el crimen diversas organizaciones, estando entre ellas: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, el Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, el Club Primera Plana y la Federación Latinoamericana de Periodistas.

Arturo Jorge Ramírez, es el periodista número 12 asesinado en México. Ya no hay palabras ni escritos para la denuncia y la indignación. Ni hay más lágrimas. Porque sobran los reclamos de justicia. Y desafortunadamente sobran las impunidades en torno a estos hechos.

A los asesinos les decimos que el periodismo seguirá siendo igual: transparente, libre; y que denunciará siempre lo que los cobardes del poder, fortalecidos por la fuerza y el terrorismo de sus acciones, hacen a sus anchas. Sembrando dolor y muerte, con total cinismo (y complicidad de muchas personalidades del poder gubernamental y económico de las regiones donde se producen estos atropellos a la vida humana y a la vida democrática).

La noticia de este nuevo hecho de sangre que enluta al periodismo mexicano, también nos enluta a nosotros, redactores de Antimafia Dos Mil, que ya conocemos de cerca ese dolor, porque también la muerte entró a nuestra sala de redacción paraguaya, llevándose a Pablo Medina y a Antonia Almada, en octubre de 2015, en una zona infestada por la narco política, de la región limítrofe con el Brasil. .

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*Foto de Portada: www.tribuna.com.mx 

REDACTORES

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