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Por Sebastián Artigas de La Izquierda Diario (*)-4 de setiembre de 2019

El hallazgo de los restos de un compañero desaparecido por la dictadura cívico militar es un triunfo de la lucha por los DDHH, pero por más que algunos políticos ahora acomodan su discurso, la lucha por encontrar al resto de los compañeros y compañeras y por exigir Justicia no debe terminar.

Se comprobó en las últimas horas que el cuerpo hallado es un varón desaparecido durante la dictadura. Esto sin duda es un triunfo del movimiento por los derechos humanos y democrático. Y también, una bofetada a los sostenedores y defensores de la impunidad, empezando por los militares, los políticos de los partidos del régimen del Pacto del Club Naval, el poder judicial, entre otros.

Inicialmente (antes de saber el sexo del cuerpo hallado) se pensaba que dichos restos podrían pertenecer a Carlos Arévalo, Eduardo Bleier, Juan Manuel Brieva, Julio Correa, Julio Escudero, Otermino Montes de Oca, o hasta de la maestra Elena Quinteros.

El hallazgo refuta nuevamente la versión que sostenía la Comisión para la Paz del ex presidente Jorge Batlle, que decía que hubo una Operación Zanahoria que incineró todos los restos de los desaparecidos y que posteriormente los mismos fueron arrojados al río de la Plata. El hallazgo anterior de los restos de Ubagésner Cháves Sosa, Fernando Miranda, Julio Castro y Ricardo Blanco, sumados a los restos de dos personas más que no pudieron ser identificadas con las pruebas de ADN realizadas, ya había más que refutado por lo menos la teoría de la eliminación total de los restos.

Los restos del Batallón 13 fueron encontrados en una zona “cautelada” por la Justicia desde el año 2011. Se confirma con el hallazgo, la misma forma de enterramiento de los cuerpos con respecto a los casos anteriores por el uso de cal viva en el mismo, además de posibles indicios de tortura, para eliminar posible evidencia. Pero los huesos en sí ya son una prueba del crimen y de la responsabilidad de la Justicia de actuar en consecuencia sobre los responsables y sus encubridores.

Hipocresía electoral

Políticos de los grandes partidos aprovecharon la ocasión, en el medio de la campaña electoral, para manifestarse a favor de la búsqueda de restos de desaparecidos, empezando por Manini Ríos que le había mentido a Familiares acerca de la ubicación de restos: “Ojalá que aparezcan, el tema es que haya información que permita llegar a eso” y agregando que “en la medida que haya información creíble hay que apoyar este tipo de búsquedas”.

Al igual que Manini, los cuatro candidatos presidenciales que participaron de un evento de la masonería también dijeron lo suyo. Daniel Martínez indicó que “… pese a que se ha intentado muchas veces tirar un manto de olvido sobre esto, hasta que no se sepa qué pasó con cada desaparecido es una lucha que debe continuar”. Por su lado, Ernesto Talvi dijo que “En la medida que este sea un hallazgo y que pueda permitirle a una familia cerrar una etapa dolorosa de su vida, bienvenido sea”.

También Luis Lacalle Pou argumentó en el mismo sentido diciendo que “saber de quién se trata para generar paz, tranquilidad en familiares, en las organizaciones y en mucha gente que está atrás de este tema hace mucho tiempo”. Y finalmente Pablo Mieres sostuvo que “Recibimos la noticia con satisfacción y reiteramos nuestro compromiso inquebrantable a continuar esta lucha y nuestro saludo a los familiares de desaparecidos. Me parece una muy buena noticia que habla de que hay que seguir buscando”.

Todos tienen en común el coincidir en la necesidad de la continuidad de la búsqueda de restos y no hablar una sola palabra de la impunidad y la búsqueda de justicia. Como si los restos hubieran aparecido mágicamente de la nada y no tengan que ver con el horror de la represión dictatorial y el Plan Cóndor, como si no supieran que solo menos de una decena de compañeros hayan aparecido de casi doscientos, después de décadas de impunidad sostenida por el régimen de partidos que ellos mismos integran.

Palabras hipócritas de los responsables de la continuidad del dolor de las familias (que tienen el tupé de mencionar) a las que durante décadas se les ha negado algo tan elemental como enterrar a sus propios familiares.

Banalización del mal

La naturalización del Terrorismo de Estado es tal en el sistema de partidos que ninguno de sus principales referentes ha mencionado una palabra del escándalo que significa el que las instituciones con el monopolio de la fuerza del Estado estén ocultando durante décadas las huellas de sus crímenes contra la humanidad. Y de que los hallazgos de restos revelan precisamente eso, el carácter criminal y encubridor de dichas instituciones, como si fuera totalmente normal que encuentren restos humanos sin ninguna consecuencia.

Esa es la banalización de los crímenes de lesa humanidad que impone nuestro sistema político, que se vanagloria de hablar del “dolor de las familias” y de “cerrar heridas”. Esta es otra muestra más del interés que tienen de enterrar la memoria de nuestros compañeros desaparecidos, junto a la lucha por justicia de los familiares y los miles de presos y presas políticos que también sufrieron el Terrorismo de Estado.

La lucha contra la impunidad no se termina

Por más que los militares, que dicho sea de paso no se inmutaron con el nuevo hallazgo del cuerpo, lo cual reafirma su compromiso con el Terrorismo de Estado, y el régimen de partidos quieran ahora imponer un relato para ignorar la lucha contra la impunidad y por justicia. Los trabajadores, el movimiento de DDHH y la juventud deben redoblar su lucha de forma independiente.

No solo por encontrar a cada uno de los casi doscientos compañeros desaparecidos uruguayos, sino también contra la impunidad de la mayoría de los criminales todavía impunes de la dictadura y el Plan Cóndor, y de los privilegios que gozan los pocos represores que al día de hoy fueron condenados.

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(*) Gentileza de La Izquierda Diario y de Sebastián Artigas

Foto de Portada: ecos.la 

 

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